Usted está aquí: lunes 10 de julio de 2006 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Angel Velázquez

Fuerte olor a fraude... y a traición

Adversarios y propios en la lista de culpables

El ingeniero, en la imaginaria del foxismo

La densa niebla creada sobre la elección presidencial del pasado día 2, por los intereses espurios del Partido Acción Nacional y Vicente Fox, para robar el voto ciudadano, sin clarear la verdad, no han impedido que olores de otros vientos, esos de traición, acaben por pudrir el ambiente electoral.

La fuerza electoral manifestada el sábado pasado en la plaza máxima de México, el Zócalo, por cientos de miles que gruñen en contra de la continuidad corrupta, ha señalado con dureza a quienes considera culpables de que el país siga por la ruta del desempleo y la pobreza.

Esa lista la encabezan Fox, Marta, Calderón y Elba Esther Gordillo, pero también figuran nombres antes insospechados como Cuauhtémoc y Lázaro Cárdenas -este último gobernador de Michoacán-; Amalia García; Zeferino Torreblanca y Rosario Robles.

Cierto o no, la gente no encuentra excusas a la actitud de Cuauhtémoc Cárdenas, siempre esquivo a brindar apoyo explícito a la candidatura de López Obrador, y acusa a Lázaro de seguir los pasos de su padre, como también señala a la gobernadora de Zacatecas.

De Zeferino, el de Guerrero, se recuerda con claridad que el ex miembro de la iniciativa privada de aquella entidad fue adquisición de Rosario Robles, para el PRD, en los tiempos en los que Carlos Ahumada, el empresario defraudador, pesaba en el ánimo de la que fue presidenta perredista.

En este último caso, el de Rosario Robles, se dice que operó en contra de López Obrador lo mismo en Guerrero que en Michoacán, pero que el asunto de Zacatecas casi caminó solo.

Tal vez toda esta especulación, que tiene como base los números inexplicables de la elección, en los estados mencionados y en buena parte del país, aunque por razones aparentemente diferentes, carezca de fundamento si como se ha visto hasta ahora, el fraude electoral ha torcido la voluntad ciudadana.

Por lo pronto, a todo el mundo escaldó el hecho de que Cuauhtémoc Cárdenas haya aceptado una invitación de Vicente Fox, para unirse a un proyecto de trabajo que se inicia desde su gobierno, por noble que parezca.

Hay panistas, inclusive, que piensan que el plan B del foxismo, en caso de que se anulen las elecciones, sería llevar a Cárdenas al interinato, porque lo consideran un enemigo real de López Obrador, y porque podría socavar la fuerza del tabasqueño en el PRD y los grupos de izquierda en general que lo apoyan.

Sea como sea, la única verdad es que para todos quienes llenaron la plaza mayor de México, en la lista de colaboracionistas contra López Obrador también hay gente impensada en actos de esa naturaleza.

Si el gran disgusto era que en el equipo de López Obrador existieran colaboradores con pasado priísta, salinista, para decirlo correctamente, ¿qué hace el ingeniero con Fox, que es igual o peor -para muchos el empleado de Salinas-?, ¿cuándo se le quitó el asco?

El recuento voto por voto de la elección pasada habrá de despejar las capas de duda que han germinado la especulación. Cada quien ocupará el lugar que este trozo de historia le conceda. Para Fox la traición a la democracia que pregona, para Calderón el sabor amargo de la usurpación, y para los demás, tal vez, el escandaloso olvido.

Pero la historia aún no tiene fin, más temprano que tarde se sabrá si el camino del reclamo legal fue el correcto. Por lo pronto, en las primeras páginas de este capítulo lleno de oprobio para millones de mexicanos ya hay culpables y en un lugar preponderante están las televisoras. Pero de eso ya habrá tiempo de hablar.

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