Por
Joaquín
Hurtado
1. Abra una oficina de apoyo para gente con sida.
2. Deje bien claro que su organización será no lucrativa, no
religiosa y sobre todo apolítica. No hable ni bien ni mal del condón,
no se complique la vida.
3. Anuncie la creación de un banco de medicamentos.
4. Envíe correos electrónicos ofreciendo sus servicios. Coloque
carteles en las clínicas donde consultan los enfermos: “Servicios
de Atención Integral XYZ, AC. Consulta médica, apoyo moral
y psicológico gratis.”
5. Espere pacientemente. Llegarán algunos con receta en mano y una
queja en los labios: “En el Seguro no me los han surtido desde hace
tres meses”. Atienda a esos menesterosos a cambio de una cooperación
voluntaria.
6. Explore y explote las debilidades de funcionarios y encargados de almacén
de algunos hospitales para que surtan con prontitud los pedidos que usted
les hace llegar debajito del agua.
7. Llóreles. Pero también muéstrese espléndido
con las gratificaciones por los servicios prestados a la causa humanitaria
que Ud., buen samaritano, se ha echado a cuestas.
8. Sea precavido: no maneje inventarios ni deje rastros. No se resista: quien
gobierna esta obra es la inexorable ley de la oferta y la demanda. Mejor
no toque dinero en efectivo, pida que lo depositen en una cuenta bancaria.
9. ¿Mercado negro? ¿Corrupción? ¿Generación
de resistencias virales? ¡Para nada! Es importante que su discurso
combata escrúpulos abstractos y se empareje con palabras como compasión,
misericordia, piedad, altruismo, desinterés, caridad, ética
humanista. Vea y estudie los gestos de la Primera Dama, siga su ejemplo.
10. Prepárese. Su cartera de clientes seguro se incrementará por
el desabasto en el Sistema de Salud Pública y las lagunas en el programa
de Cobertura Universal. No subestime los alcances de una familia desesperada
que es capaz de vender hasta el último clavo de su patrimonio por
salvar al hijo enfermo.
11. Colóquese en la vanguardia tecnológica anunciando exóticas
combinaciones antivirales a través de mensajes de texto vía
teléfono celular o una página en Internet. No menosprecie la
eficacia de las revistas para gays.
12. Ya convertido en ángel intermediario, si alguien
le vende su propio esquema antiviral, hágase del rogar con algo que
suene a cosa solemne; no dude en regatear, luego páguele la décima
parte de su costo comercial y así todos ganamos: el seropositivo muertodehambre
que ya sacó para el taco, el enfermo medroso que rehuye de los hospitales
para protegerse de habladurías; y sobre todo Ud., que ya se dio cuenta
lo fácil, productivo, útil y satisfactorio que resulta hacer
el bien sin mirar a quién.
|
|