ANTROBIOTICA
Los animales que comeréis
Ampliar la imagen Dicen por ah� que �or su forma el bagel �el yiddish beygel�simboliza el eterno ciclo de la vida� FOTO Fabrizio Le�n Diez
UNO. YO TAMBIEN me lavo las manos: ignoro casi perfectamente la cocina judía -y aún más perfectamente las leyes dietéticas del judío. Recuerdo de repente un bagel con lox en Nueva York (el bagel, más ashkenazi que sefardí, viene del yiddish beygel, y éste del alemán -en dialecto- beugel: anillo, brazalete; se lee por ahí: "Por su forma -sin fin y sin principio- el bagel simboliza el eterno ciclo de la vida"); o recuerdo el cholent que, dice Oxford, "tiene un hondo significado intelectual", y he leído el pasaje del Book of Jewish food donde está escrito que "el olor que se exhala cuando se alza la tapa del cholent es aquel que llenaba las casas de madera del shtetl. En los viejos tiempos, allá en Europa central y oriental, la olla se cerraba herméticamente con una mezcla de harina y agua, se llevaba al panadero, y los señores y los niños la recogían de camino a casa..."; sé que el cholent básico lleva carne, papas, frijoles, cebada; que se acompaña con salchicha rellena de harina y cebolla (kishke) y bolas de masa diversas (knaidlach). Recuerdo algunos poquitos pasajes del Levítico, como aquel en que Jehová amonesta: "Estos son los animales que comeréis de todos los animales que están sobre la tierra. De entre los animales, todo el de pezuña, y que tiene las pezuñas hendidas, y que rumia, éste comeréis". (Pero no camello ni liebre ni puerco: "éstos los tendréis por inmundos"; ni pex: Levítico 11: 1-7.) O del Deuteronomio: "Toda ave limpia comeréis. Y éstas son de las que no comeréis: el águila, y el azor, y el esmerejón, y el ixio, y el buitre, y el milano según su especie, y todo cuervo según su especie" (etcétera). También recuerdo unos versos del querido Quevedo en su delirante relato de las Necedades de Orlando enamorado: "Los barbados las jetas desgarraban, / y a cachetes los antes embu-tían..." Pero sobre todo recuerdo los holocaustos, que se me antojaban desde niño en la escuelita dominical, a la mano una vieja Biblia Reina-Valera. Un ejemplo delicioso que está en el Exodo: "Luego tomarás del carnero el sebo, y la cola, y el sebo que cubre los intestinos, y el redaño del hígado, y los dos riñones, y el sebo que está sobre ellos, y la espaldilla derecha; porque es carnero de consagraciones: También una torta de pan, y una hojaldre amasada con aceite, y una lasaña del canastillo de los ázimos presentado á Jehová; y lo has de poner todo en las manos de Aarón, y en las manos de sus hijos; y lo mecerás agitándolo delante de Jehová".
DOS. NADA DE esto, claro, me había preparado para la revelación que hizo hace poco Jerónimo Ledesma, excelente traductor argentino especializado en los románticos ingleses. Va su texto completo para gozo de los blasfemos, bocabierta de los ortodoxos y salivación general.
TRES. "NATURALMENTE, DESDE un punto de vista simbólico, la historia de Caín, el asesino de Abel, enseña que todo fundamento es arbitrario para quienes en él se apoyan. Caín es el primogénito de Eva, el primer fruto de los padres caídos. Abel, el menor, no tiene otra ventaja, aunque suene raro, que la de ser segundo. Los hermanos se diferencian por los medios que emplean para subsistir (recuérdese: luego de tomar el fruto del árbol prohibido, los hombres han quedado bajo la exigencia de trabajar para alimentarse). Abel pastorea; Caín es agricultor. Todos, hasta quienes no han leído el Génesis, saben que Abel muere a manos de Caín, y que éste es expulsado de su tierra, con una marca que lo distingue. Lo que suele olvidarse, al referir este primer crimen, es el móvil: ¿por qué Caín mata a Abel? ('Caín dijo a su hermano Abel: Vamos afuera. Y cuando estaban en el campo, se lanzó Caín contra su hermano Abel y lo mató'.) Respuesta: porque Yahvé prefiere la carne a las hortalizas. Y esa preferencia es arbitraria.
"POR FAVOR, NO me acusen de nada (falsario, mal humorista, hereje, codigodavincista, etcétera) hasta leer de nuevo el texto. Verán allí que los dos hermanos hacen sus ofrendas a Yahvé. Caín ofrece en oblación los productos de sus campos cultivados. Imaginemos que le da unos hermosos choclos o gigantescas calabazas, o el vegetal que más les guste (o lo que les parezca más verosímil por la zona). Luego viene el pastorcito Abel y le ofrece -otra vez con la ventaja del segundo- la mejor de sus ovejas y la rica grasa de su ganado. Con fines expiatorios -esto lo imaginamos, pues no está en el texto-, Abel quema la ofrenda y empieza a manar de allí el olorcito sabroso de la carne asada. En estas oblaciones Dios no puede sino ver una esmerada competencia por su cariño. Se dispone entonces a hacer esas cosas que tanto placer le procuran: pronunciarse por uno de los bandos, generar conflictos con desenlaces sangrientos y maldecir, después, al vencedor.
"EL TEXTO ES de una asombrosa parquedad en lo que respecta al veredicto divino. 'Yahvé miró propicio a Abel y su oblación, más no miró propicio a Caín y su oblación, por lo cual se irritó Caín en gran manera y se abatió su rostro'. (Génesis 4:4-5). Por lo que sigue, parecería que Dios está poniendo a prueba a Caín, ya que, de no ofuscarse y hacer el bien, le dice, podría ser revalorado. Pero eso viene después y no debe desviar nuestra atención de la evidencia: Dios ha preferido, sin otro argumento que el gusto, las pingües ovejas a los magros vegetales. Atiendan la paradoja: esta primera carnicería tiene su origen en una divina preferencia por la carne; el crimen de Abel, el pastor, se origina en el desprecio del choclo o la soya. No nos interesa por el momento el hecho célebre y por todos aceptado de que Dios es argentino, hecho que su preferencia por el asado, aunque sea de oveja, reafirma, sino que ese hecho arbitrario, de puro gusto, haya dado pie, por desgracia, al primer homicidio."