La pianista dará dos recitales en Bellas Artes para celebrar 75 años de trayectoria
Bach ha sido el estandarte de mi música, dice Teresa Rodríguez
Con casi medio siglo en la docencia, es la primera mujer que dirigió el Conservatorio Nacional
El éxito logrado en México se debe al abundante repertorio que he interpretado, expresa
Ampliar la imagen La madurez es un peine que llega cuando uno está calvo, y eso es lo que me pasa ahora, señala María Teresa Rodríguez durante la entrevista con La Jornada Foto: Carlos Cisneros
Con 82 años de edad y más de siete décadas de trayectoria, la pianista María Teresa Rodríguez está convencida de que ''la madurez es un peine que llega cuando uno ya está calvo".
Ni dolor ni nostalgia hay detrás de tal certidumbre de la intérprete hidalguense, una de las figuras más relevantes del ámbito sonoro mexicano. Sólo es una aceptación de que el tiempo y las energías resultan cada vez más estrechos para compartir el deleite que a estas alturas de su vida encuentra en la música.
De allí que se halle entusiasmada por el par de recitales que ofrecerá en el Palacio de Bellas Artes, los sábados 8 y 22 de julio, a las 12 horas, como parte del homenaje que le rinde el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) con motivo de los 75 años de su primer concierto.
''Ya no tengo la misma fuerza en mi cuerpo que tenía cuando joven o cuando tuve 60 años y a lo mejor 70", asume la maestra en entrevista con La Jornada. ''Por ello ahora estoy gozando mucho todos los programas".
De la estirpe bachiana
La biografía de María Teresa Rodríguez la ubica con un origen cien por ciento musical, en los lados materno y paterno. También como niña prodigio, que comenzó sus estudios pianísticos a los cuatro años, a los ocho debutó con orquesta y a los 14 se graduó de concertista.
Destaca asimismo el hecho de que pertenece en línea directa a la estirpe artística de Johann Sebastian Bach, por haber estudiado con Alexander Borovsky, así como que fue la primera mujer en dirigir el Conservatorio Nacional de Música y que ha dedicado casi cinco décadas a la enseñanza, cuatro de ellos en el INBA.
-¿Qué significan para usted los nombres de Bach, Beethoven, Chopin, Debussy y Carlos Chávez?
-Desde que comencé a tocar, a los cuatro o cinco años, conocí a Bach, no recuerdo si mediante una invención o un divertimento. Los músicos lo consideramos el padre de la música, pero para mí lo es en sentido literal.
''Alguien me preguntó cuál sería la música que me gustaría oír cuando estuviera muriendo y no me queda duda que me gustaría morir acompañada por algún preludio de sus fugas; son poemas de incomparable belleza.
''Llamamos música romántica a la que fue escrita durante el Romanticismo, pero Bach es un romántico nato. Para quien lo dude, ahí está como prueba el hecho de que se casó dos veces y tuvo 20 hijos. ¡Debió tener, pues, algún romance o sentirlo!
''Como estudié con Alexander Borovsky, quien era especialista en Bach, aprendí mucho de él. Bach ha sido, pues, el estandarte de mi música.
''Beethoven se cuece aparte, es un autor muy serio, muy emotivo y muy franco. Le llamaríamos en términos musicales muy cuadrado, y no es porque no permita a uno hacer de las suyas, sino porque le dice a uno todo lo que hay que hacer. Es fantástico.
''Para llegar a Chopin, tenemos que pasar por los románticos. De los primeros que me enseñaron mis papás fue Schumann.
''Chopin es un músico muy prolífico, sobre todo para el piano. Conoció como nadie la anatomía de las manos y, por tanto, sabe qué hacer con ellas. Y por manos, quiero decir las de cualquier tamaño, desde las grandes y fuertes, como las de él, o las pequeñas y frágiles, como las mías.
''Para los programas de este homenaje repasé mucha música, porque a lo largo de mi vida puse mucho repertorio y advertí que el tiempo sí ha pasado por mi cuerpo. La madurez es un peine que llega cuando uno está calvo, y eso es lo que me pasa ahora.
''Qué decir de Debussy, que para mí es el pilar de la vertiente moderna, con una música muy difícil, pero bellísima El va de la mano con Ravel, quien le sigue los pasos, aunque sean tan diferentes.
''De los mexicanos, debo mencionar a mi maestro Antonio Gomezanda, a Manuel M. Ponce y, muchos años más adelante, a Carlos Chávez, a cuyo trabajo tardé mucho en llegar, porque había un tabú contra su obra, considerándola muy estridente, que no era música.
''La música de Chávez la conocí en los años 50 y tuve oportunidad de trabajarla con él en los años 60, en el taller de composición que impartía en el Conservatorio Nacional."
Seguir las señas del compositor
-Con más de 70 años como pianista, ¿qué le ha dado y quitado el tiempo?
-Los años me han brindado la experiencia, a lo que se suma el gran número de obras que he tocado. Si algo me dio éxito en México fue el gran repertorio que he manejado.
''En el par de recitales del homenaje, incluí obras de Schumann, Mozart, Debussy y Ravel, autores que son pilares para mí, todos difíciles.''
-¿Cuándo el artista se da cuenta de que logró construir su estilo y cómo define el suyo?
-Da la casualidad que si siguiera sólo mi estilo, sería únicamente romanticona y cursi, porque soy cariñosa, afectuosa en extremo, me encanta el apapacho. Pero eso no se vale en la música. Uno debe analizar a cada compositor para entenderlo mediante su obra, las señas que nos ha dejado escritas.
''He acostumbrado, primero, poner la obra en sus pies, siguiendo todos los pasos que el compositor me ha dicho, según lo considero: fraseos, dinámica, color, y todo eso.''
-Usted se ha manifestado en contra de hacer acrobacia en la música.
-Es que no se puede ser malabarista en el piano. Alguna vez, una crítica en Nueva York señaló que yo no era una amazona del teclado, pero que, en cambio, era una artista que demostraba sensibilidad. Claro que nunca he sido una amazona, mi cuerpo siempre ha sido pequeño.
Educar el temperamento
-¿Y cómo ayuda usted a crear un sabor en el intérprete, cómo infunde esa capacidad de hablar de los claroscuros humanos?
-Es muy difícil, porque en el ser humano existe el temperamento. Es algo que no podemos inventar ni convidar, cada quien tiene el suyo. Uno debe aprender a controlarlo, educarlo y usarlo.
''Usarlo con esa capacidad y facilidad del que dice un poema en público. La emoción no viene en el papel ni en las teclas. Hay gente que sí nació con la capacidad de poder transmitir sus emociones, y otras de plano que no.
''Es muy difícil enseñar a alguien que aprenda a ser él. No tenemos tanta oportunidad, sobre todo en las escuelas. Todavía en las clases particulares resulta no tan complicado.
''Sin embargo, como maestro, queriendo o no, uno se mete en la vida privada de los alumnos. Les ofrezco disculpas por meterme en algo que creen que no me importa, pero sí, es esencial para trabajar en el aprendizaje. Trabajar en el estilo es un asunto muy complicado.''