En la Universidad de Lund, Suecia, estudiaron a 7 mil personas durante más de 20 años
Variaciones comunes en tres genes predisponen a la diabetes tipo 2
El hallazgo permitirá controlar factores de riesgo, explicó Valeriya Lyssenko
Falta identificar otros, y unos más que al interactuar con el medio propician el desarrollo de la enfermedad
Investigadores de la Universidad de Lund, Suecia, detectaron que variaciones comunes en tres genes predisponen al desarrollo de diabetes tipo 2, luego de un seguimiento al estado de salud de siete mil individuos, durante más de 20 años. Cada uno de los genes actúa por sí mismo, tienen mecanismos diferentes para aumentar el riesgo de la enfermedad y, por lo tanto, en aquellas personas que tengan dos o más de esas variaciones genéticas se incrementan las posibilidades de padecer alteraciones en su sistema metabólico.
Valeriya Lyssenko, adscrita al área de diabetes y endocrinología de la institución, localizada en la ciudad de Malmö, la cual es la unidad más grande de investigación y educación superior de Suecia, resaltó que éstas no son las únicas variaciones que propician el desarrollo de la diabetes. Existen otros genes que todavía deben ser identificados, y se debe tomar en cuenta que habrá algunos otros que al interactuar con el medio ambiente también contribuyan al incremento de riesgo de padecer diabetes.
Aun así, dijo, este nuevo conocimiento es útil para identificar a los individuos que presenten las mutaciones en los genes conocidos como TCF7L2, KCNJ11K y PPARG, con la finalidad de controlar los factores de riesgo y prevenir la alteración de los niveles de glucosa en sangre.
La investigadora participó el mes pasado en el congreso anual de la Asociación de Diabetes de Estados Unidos. Ahí comentó que hasta ahora no había sido posible determinar si las variaciones genéticas podrían ser utilizadas para identificar a individuos con riesgo de padecer diabetes, debido a la corta duración las investigaciones.
El trabajo realizado en la Universidad de Lund es el primero en su tipo que ha dado seguimiento a 33 mil 346 personas durante 22 años en promedio. Inicialmente el objetivo del proyecto era reducir la prevalencia y mortalidad ocasionadas por enfermedades cardiovasculares, y las asociadas al consumo de alcohol y al cáncer de mama.
Individuos con alguna alteración en niveles de glucosa
Se reclutaron personas de entre 32 y 51 años de edad, a quienes se practicaron exámenes clínicos para identificar si padecían hipertensión arterial, diabetes y/o abuso de alcohol, y al final se logró mantener el seguimiento de siete mil 61 individuos que modificaron sus estilos de vida, recibieron el apoyo de médicos, enfermeras y tratamientos farmacológicos.
De este grupo, al inicio de la investigación, 24 por ciento reportaban alguna alteración en sus niveles de glucosa. Luego de 22 años, los académicos detectaron que 422 personas desarrollaron diabetes y, al realizar el estudio para determinar qué mutaciones genéticas podrían haber participado, detectaron a los tres ya señalados.
Acciones de prevención
Lyssenko comentó que a partir de este conocimiento, todavía incompleto, es posible identificar a quienes presentan estas alteraciones genéticas y ayudarlos a mantener un peso adecuado, involucrarlos en el ejercicio físico y en hábitos alimenticios saludables. Con esto, afirmó, es posible reducir el riesgo de diabetes hasta en 58 por ciento, según ha demostrado el Programa de Prevención de Diabetes que se aplica en la universidad sueca de Lund.
En tanto, la Asociación de Diabetes de Estados Unidos reconoció que en ese país los enfermos de diabetes no mantienen bajo control el padecimiento y propuso a los médicos trabajar en un cuidado óptimo de los pacientes, con el propósito de que por lo menos 80 por ciento de ellos eviten las complicaciones del mal.
Mientras no exista una cura para la diabetes, dijo Robert Rizza, presidente del área de Médicina y Ciencia de la Asociación, las personas que viven con diabetes tendrían que lograr que sus niveles de glucosa durante tres meses (hemoglobina glucosida) se mantengan por debajo de siete por ciento, que su presión arterial sea menor a 130/80, el colesterol "malo" de menos de 100 miligramos por decilitro de sangre, y que la relación entre su peso y su estatura se mantenga por debajo de 25. También deben abstenerse de fumar.
Los beneficios de estas acciones se traducirían, en los próximos 30 años, en la reducción de un tercio de los ataques al corazón, 5 por ciento de embolias, 7 por ciento de las fallas renales, 10 por ciento del riesgo de perder la vista y 11 por ciento de las muertes, aseguró Rizza.