Los de abajo
Lección desde Chile
l movimiento estudiantil chileno ofrece diversas lecciones de dignidad al resto del pueblo andino y a las luchas sociales de todo el continente. Los estudiantes de secundaria exigen una reforma estructural de fondo al sistema educativo que actualmente privilegia al poder económico (7 por ciento de los escolares de nivel secundario) y, para eso, han tomado las calles y los liceos, y ensayan nuevas maneras de organizarse en la horizontalidad y sin negociaciones oscuras con un gobierno socialista que no los representa.
Hasta hace poco considerados como una generación perdida, actualmente los jóvenes chilenos protagonizan el movimiento estudiantil más significativo de los recientes 30 años (nada similar se veía en Chile desde la época de Salvador Allende). Orgullosos y entusiastas, conformaron la Asamblea de Estudiantes Secundarios, organizaron marchas, explicaron su lucha, tomaron los planteles, levantaron la voz y el puño y consiguieron el respaldo de amplios sectores de la sociedad.
Las demandas son concretas y profundas: derogación de la Ley Orgánica Constitucional de Educación, anulación o correcta instrumentación de la jornada escolar completa, reforma al decreto de regulación del funcionamiento de los Centros de Alumnos, estatización de las escuelas públicas, rechazo a la municipalización. Y, en el corto plazo, pasaje escolar gratuito en el transporte público, gratuidad de la tarjeta de certificación de estudiante y de la prueba de selección universitaria, prácticas pagadas y raciones alimentarias. En resumen: no a la privatización de la educación y a la exclusión de las mayorías.
La Ley Orgánica Constitucional de Educación fue creada por el gobierno militar un día antes de que el dictador Augusto Pinochet entregara el poder. Esta ley desliga al Estado de su responsabilidad con la educación y la deja al servicio del mercado. Es una fórmula sencilla: la educación es para quien pueda pagarla.
Los jóvenes estudiantes han ido creciendo políticamente con el movimiento. De las marchas pasaron a la toma de algunos liceos y al paro de actividades en otros, iniciativas que tuvieron un amplio respaldo en cientos de colegios públicos, subvencionados y particulares de Santiago y del resto del país. Y aunque la represión fue la respuesta, lograron legitimar su lucha y crear la suficiente presión para entablar una mesa de diálogo.
El movimiento estudiantil es ahora un referente en Chile. Aunque no hay fórmulas organizativas, ha sido decisiva la relación entre los dirigentes y las bases. Dentro de cada liceo existe un consejo encargado de llevar la postura del colegio a la Asamblea de Estudiantes y, aunque cuentan con diversas corrientes políticas, coinciden en afirmar que no pueden quedarse con "parches" y en que deben ir por una reforma profunda, pues están conscientes de que nada servirá tener el pasaje o la credencial gratuitas si de cualquier forma no pueden acceder a la universidad. (Con información proporcionada por Felipe Velásquez, joven, estudiante y luchador chileno).