Usted está aquí: viernes 23 de junio de 2006 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Angel Velázquez

Vuelve la calma al IEDF

Barruntos de tormenta después de la elección

Militantes partidistas con máscara de consejero

Al Instituto Electoral del Distrito Federal regresó la calma. Esto, según las opiniones de los consejeros, incluída la de su presidente, que no quieren, por ningún motivo, conflictuar la próxima elección.

El asunto es que, como en muy pocas ocasiones, la ventaja que mantiene el PRD sobre sus competidores es tal que no se avizora ningún problema durante o después de la contienda electoral.

El Gobierno del Distrito Federal advierte, por su parte, que de ninguna manera meterá las manos en la autónomía del organismo, y que las charlas que se han efectuado entre los consejeros -menos el presidente- y el secretario de Gobierno, Ricardo Ruiz, han sido nada más para asuntos de tipo operativo.

De cualquier forma esta elección, por más fácil que se vea, será la prueba del ácido para los miembros del organismo que, desde luego, de uno y otro lados mantienen intereses con los partidos políticos que los llevaron a los puestos que hoy ostentan.

Aquello de que el IFE y sus sucursales estatales, entre ellas la del Distrito Federal, estaban ciudadanizadas se ha ido pervirtiendo hasta convertir al organismo, en general, en entidades de algo que podría parecer un pequeño parlamento, en donde cada consejero defiende las posturas de su partido.

Por eso hoy los problemas en el IEDF se complicaron. Las voces partidistas pretendían inclinar a su favor las decisiones de la presidencia del organismo, y frente al fracaso general no hubo otra salida que unir las diferencias y formar un bloque en contra de la misma presidencia.

Y algo más se quería, algo más que resultaba irresponsable y peligroso. En la Asamblea Legislativa se sabe perfectamente que dos consejeros, una mujer y un hombre, alentados por un rumor que daba por hecho que Isidro Cisneros renunciaría al cargo de presidente, corrieron hasta la representación popular para exigir que alguno de los dos fuera nombrado en el cargo.

Desde luego cada uno acudió a la fracción parlamentaria del partido que los había propuesto, pero para infortunio de esos consejeros, el asunto sólo quedó en rumor.

Isidro Cisneros ha pasado el periodo de inicio en el IEDF con muchas dificultades, pero fundamentalmente solo porque, según aceptan algunos de sus compañeros consejeros, no les permite tomar las riendas de asuntos que no les competen.

Por el momento el Consejo General del IEDF está compuesto, como en el mismo IFE, de militantes embozados que un día u otro habrán de causar problemas graves a la institución. El primero de ellos: la falta de credibilidad en sus acciones, cosa que por el momento está salvada, pero que estallará pasado el día 2 del próximo mes.

En muchas partes hay inquietud por estudiar a fondo qué es lo que se puede hacer para evitar la partidización de los organismos electorales, pero por el momento no hay respuestas claras.

Para la elección que viene el IEDF es, por sus leyes, mucho más avanzado que el mismo IFE, pero los hombres que tienen en sus manos la obligación de seguir las reglas ponen por encima de ellas su interés partidista.

El asunto que hoy causa inquietud será un problema principal después de las elecciones. La propia Asamblea Legislativa tendrá que bucear en las aguas negras de la relación entre el organismo y los partidos políticos para modificarla y reformarla, de tal manera que responda a las necesidades de imparcialidad que requiere.

La tarea se presenta difícil, pero seguramente tendrá que realizarse antes de que la institución se convierta en una feria de intereses partidistas y pierda la confianza del votante.

Pero por lo pronto todo está tranquilo y en orden. Ya veremos después de la elección.

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