De la Patada
Hay juegos friccionados, con más fuerza que inteligencia, más dudas que certidumbres. Así ocurrió en el Italia-Estados Unidos: golpes a granel y escaso futbol, aunque la lógica indica que los peninsulares están cerca de pasar a la siguiente ronda y los gringos próximos a irse.
Italia protagonizó cuatro de las cinco momentos destacables del inicio: el gol que abrió el marcador; el segundo tanto, para el autogol del empate; la estupidez de la primera expulsión por el golpe artero de un habitual suplente que ingresó de titular, y otra conversión, anulada -mal-, por el juez de línea.
Estados Unidos aportó la violencia de Mastroeni, que se hizo expulsar por un puntapié peligroso, en el contexto de una propuesta de juego golpeador, sustentado en un permitido y mal aplicado "catenaccio" ordenado por Bruce Arena -siempre escaso de ideas-, donde la cuota de futbol fue aportada desde la media cancha hacia la derecha por Claudio Reyna -merecedor de mejor suerte que estar en la selección estadunidense.
En el segundo tiempo las acciones determinantes cambiaron de lado: los estadunidenses pusieron otro expulsado; su travesaño para impedir el gol italiano; les fue correctamente anulado un tanto por interferencia de un jugador fuera de juego, después de iniciar la jugada pegándole una patada descalificadota -no sancionada- a Perrotta.
Lo de Italia fue insuficiente para ganar -aunque se mostró dominador-, porque no se trata de aparentar ser superior sino concretarlo, y jugar como gato con un mísero ratón supone, sin duda, que la aptitud de caza quede palmariamente demostrada en el marcador. No ocurrió así y el pecado lo pagaron con el empate.
Por otro lado, tras verse agraciados con una primera anotación, los gringos dieron claras muestras de estar ayunos de ideas y pletóricos de impotencia, al asumir deslealtad y atropellamiento como sustitutos de fuerza y velocidad, denotando la injusticia representada por la repartición en cuotas continentales para asistir al mundial.
Italia deberá mostrar mejor aptitud para desplegar la ofensiva, variedad de oferta por el centro y los extremos; ligazón y articulación entre líneas; una alineación más estable; reducir los protagonismos y concretar la idea de Lippi de superar viejos vicios ultradefensivos con propuestas próximas a la integralidad .
A Estados Unidos habrá que aplaudirle su predecible "regreso sin gloria" a casa.