Balance de la Jornada
El técnico Ricardo La Volpe encontró ayer a sus mejores elementos. El único problema es que estaban vestidos con la playera portuguesa.
Lo que los verdes no pudieron hacer el viernes de decepción, ayer lo lograron los lusitanos, que con su triunfo sobre Irán le dieron medio boleto al Tri.
Portugal ya le hizo la tarea al equipo del recién bautizado "Volpe". Los portugueses calificaron, eliminaron a Irán y llegarán al partido ante México con la tranquilidad del boleto en la bolsa. El Tricolor calificaría hasta con una derrota, ante un rival que podría reservarse rumbo a los octavos de final. Muy distinto hubiera sido enfrentar al contrincante más difícil del grupo con todo su potencial. Por lo menos ahora la suerte se pintó de verde.
No podría ser mejor el panorama para el partido del miércoles, para alivio de millones de mexicanos que despertaron abruptamente del sueño vendido diariamente por las televisoras y los anunciantes. Pero sobre todo para beneplácito de los políticos en campaña que se han colgado de la selección y de Televisa y TV Azteca que ven en el Tri un negocio tan redondo como el balón.
Después de cinco derrotas y dos empates, la bandera del futbol africano por fin se levantó en Alemania.
Lo bueno del futbol es que la sorpresa puede surgir en cualquier cancha. Pocos apostaban a que Ghana le daría la primer victoria a Africa al enfrentar a una República Checa que había humillado a Estados Unidos. Pero el triunfo ghanés, que pudo haber sido más amplio, fue más que merecido.
Ghana mostró las virtudes que caracterizan al futbol africano -velocidad, fuerza, técnica, inspiración- y dejó de lado defectos como la desorganización, el exceso de rudeza y, a veces, hasta la inocencia.
Italia y Estados Unidos realizaron el partido más rudo del torneo. Fue un encuentro con el cuchillo entre los dientes, en el que hubo más golpes que futbol, pero al que le sobraron emociones.
Se esperaba el triunfo del tricampeón mundial, sobre todo cuando tenía superioridad numérica, pero entonces los gringos les dieron clases de defensa a los mismísimos inventores del Catenaccio.
Y se vio lo que pocas veces: una Italia que tuvo que olvidar su esencia conservadora y se lanzó al ataque con entusiasmo pero sin imaginación, además de que se topó con un inspirado Kasey Keller al que le falta cabello pero le sobra calidad.