Autoridades tradicionales de Oaxaca se unen a la protesta
Rebasa a maestros exigencia de que renuncie Ulises Ruiz
Reduccionista, llamar esto foco rojo electoral: grupos sociales
Oaxaca, Oax. 17 de junio. La ciudad está tomada por el magisterio disidente, pero no sólo eso, la protesta ya rebasó al gremio, y con la impresionante marcha popular que este viernes atravesó casi toda la ciudad durante seis horas de incesante multitud, pareciera que la represión oficial y los abusos ya soltaron la gota que podría derramar el vaso.
El ataque policiaco perpetrado la madrugada del día 14 contra el plantón magisterial fue tan brutal que incluso la población está indignada y apoya a los maestros -como no lo había hecho hasta ahora-, participa en sus movilizaciones y aporta comida y agua a los inconformes que ocupan más de 50 cuadras del centro de una ciudad que ya fue abandonada por los gobiernos estatal y municipales. Si bien los bancos y la mayoría de los comercios están abiertos, ninguna oficina gubernamental del primer cuadro funciona; no se ven ni agentes de tránsito.
Cabe recordar que con la llegada del gobernador Ulises Ruiz los poderes estatales fueron cambiados de sede. El palacio de gobierno fue convertido en museo y el Ejecutivo se mudó a Santa María Coyotepec; la sede del Congreso ahora es un teatro y el Legislativo emigró a San Raymundo Jalpan, además de que en el municipio de Reyes Mantecón se edifica la "ciudad judicial". Ahora, con la ocupación del centro, el gobierno municipal cerró sus puertas.
La efervescencia recorre el estado, en especial las comunidades indígenas, de la costa a la sierra. Más que sus proporciones (se habla de 300 mil participantes, y aún más, si bien las autoridades reportan cifras risibles, por debajo de los 100 mil), si algo hace histórica la marcha del viernes es el fenómeno de unidad en que se ha convertido la demanda de destitución de Ulises Ruiz. Participan trabajadores de los sindicatos del gobierno; grupos indígenas y campesinos; autoridades tradicionales zapotecas, mazatecas, mixes, mixtecas; todas las organizaciones de la otra campaña en Oaxaca; perredistas que rebasaron a su partido (no se olvide que inicialmente la protesta magisterial fue reprobada por los diputados locales del PRD) y organizaciones políticas, ambientalistas, de derechos humanos y estudiantiles.
Aquí la lucha social es compleja, prolija en divisiones, sistemáticamente castigada o cooptada. El gobernador Ulises Ruiz ha provocado una unidad sin precedente. Centenares de miles piden su destitución, y no sólo en la capital. Actualmente están sitiadas, bloqueadas o tomadas las alcaldías de decenas de municipios gobernados por priístas, predominantemente indígenas. En todos ellos, la gente ha sido castigada más allá del límite.
Es una sociedad agraviada. En eso coinciden decenas de conversaciones, testimonios y comentarios recogidos durante dos días en estas calles populosas y calientes, bajo un mar de toldos y mantas donde cada 30 metros se efectúa una asamblea de maestros, campesinos o padres de familia. La deliberación y la comunicación son permanentes. Por todas partes la gente lee los periódicos, en especial Noticias, el único diario local que no está con el gobernador.
Los maestros no han vuelto a las comunidades. Como apuntó un dirigente mixteco esta mañana, todavía no "bajan" la movilización a sus lugares de trabajo; es la propia población que desde allá se moviliza y los apoya. "Hay hasta bases priístas que piensan que ya fue demasiado". Apenas ayer en Tamazulapan Mixe fue desalojado el cuartel de la policía preventiva en apoyo al magisterio. Las autoridades tradicionales de lugares como Tlahuitoltepec, San Juan Lalana o Yalalag están con los maestros, que resultan la actual punta de lanza de los pueblos para frenar abusos.
Como señala otro dirigente -zapoteco-, "se necesita en el gobierno alguien con quien se pueda hablar, que tenga al menos tantita cultura democrática". El, como muchos de los interlocutores de este reportero, ha sido perseguido durante el actual gobierno, o el anterior. Por ello, en general prefieren omitir el nombre. "Hay muchísimos presos, se supone que por delitos comunes, pero en realidad son políticos".
Un representante de otra organización -la OIDHO- expresa con recelo: "No sabemos qué seguirá de estas protestas. Falta ver si no hacen algún arreglo los maestros y el gobierno, y luego se viene la represión contra todos los demás".
Abundan antecedentes para tal suspicacia, como este: en Chusnavá, Quetzaltepec Mixe, se desató un ataque de 70 policías que allanaron casas a las 2 de la mañana y se llevaron detenidos a varios dirigentes, 14 días después de que denunciaron la represión de Ulises Ruiz durante la reunión indígena de la otra campaña en Guelatao, el pasado 8 de febrero, en presencia del subcomandante Marcos. Un poblador de Guelatao cuenta que vio al delegado de Gobierno, Floriberto Vázquez, "comprando un video de la reunión" cuando ésta acababa de concluir. "Cuando pasó lo de Chusnavá, luego luego pensé que nos habían fichado a todos".
En el acto con que culminó la manifestación de anoche desfilaron al micrófono decenas de representantes, casi todos con breves saludos y denuncias que se sumaron a los abusos policiacos en Atenco y sus presos, pero que significaban la convergencia inédita de organizaciones que un día antes ni siquiera se dirigían la palabra.
Durante la marcha, familias enteras se sumaban al recorrido. La ciudad toda pareció marchar. Aunque los maestros no querían, centenares de jóvenes punks y de todo "rayaron" grafitis contra el gobernador en los muros. Hoy Oaxaca es una ciudad ocupada y rayada. Y se celebró una asamblea popular de organizaciones de todo el estado en el auditorio de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, en el Centro Histórico, que podría ser preludio de una protesta muy amplia. "¿Una revuelta popular?" -pregunto en varias ocasiones. Y la respuesta es recurrente: "No. Todavía no". A dos semanas de los comicios federales, llamar a esto "foco rojo electoral" no sería una descripción desdeñable, aunque sí muy reduccionista.