Usted está aquí: sábado 10 de junio de 2006 Opinión Los electricistas y los energéticos

José Antonio Almazán González

Los electricistas y los energéticos

En el debate del 25 de abril pasado hubiera sido conveniente escuchar la posición del candidato presidencial del PRD-PT-CV frente al cinismo privatizador de Madrazo y Calderón, por varias razones: 1) Para precisar que la energía constituye un bien social y un derecho fundamental de los pueblos del mundo. 2) Para destacar el papel fundamental que el petróleo y la electricidad pueden jugar en la reconstrucción de México, por una vía alternativa que no sea la del neoliberalismo. 3) Para señalar la importancia estratégica de luchar por la soberanía y la propiedad de nuestros pueblos sobre sus recursos energéticos y la función que desarrollarían en un proceso de integración latinoamericano y del Caribe, opuesto al ALCA de Bush y desde una perspectiva martiana y bolivariana. 4) Para desenmascarar la demagogia de Madrazo y Calderón, quienes para no perder votos dicen que no van a vender Pemex, Comisión Federal de Electricidad (CFE) ni Luz y Fuerza del Centro (LyFC), pero abiertamente apoyan y promueven la participación del capital privado en petróleo y electricidad, contradiciendo descaradamente lo establecido en el párrafo sexto del artículo 27 constitucional.

A diferencia de las posiciones privatizadoras de los dos candidatos de la oligarquía mexicana y del gobierno de Washington que claramente avalan las reformas estructurales en seguridad social, laboral, fiscal, energética, etcétera, la propuesta de AMLO toma distancia frente al modelo neoliberal en un punto crucial para cualquier proyecto de nación: el destino de la electricidad y el petróleo. Lo mismo en sus 20 puntos (numeral 3), que en sus 50 compromisos (numeral 22) que en Proyecto Alternativo de Nación (página 41 y 42), en la entrevista del Financial Times del 25 de mayo de 2005 o en sus recientes declaraciones en el Encuentro del sindicalismo independiente por el bien de todos del 8 de mayo pasado, la posición de López Obrador es inequívoca: mantener la propiedad nacional sobre el petróleo y la electricidad, rechazando la participación del capital privado en estas áreas estratégicas como establece la Constitución.

Sólo la ignorancia o el sectarismo permite poner en el mismo saco privatizador la propuesta de López Obrador. O concluir que gane quien gane nada va a cambiar. En el caso del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), cuya posición en rechazo a la privatización y en defensa de la soberanía nacional en materia energética es incuestionable, no hay la menor duda. Está claro que si gana Madrazo o Calderón de inmediato procederán a reformar los artículos 27 y 28 constitucionales para eliminar la exclusividad nacional y abrir de par en par las puertas a la privatización de la electricidad y el petróleo como exige el gobierno de Bush. Lo harán en los primeros meses de su gobierno, para poder asumir los enormes costos políticos y sociales de la represión, violencia y cárcel frente a la inevitable huelga del SME para impedir la privatización, como ya lo anuncian los asesinatos de mineros y la violencia brutal contra el pueblo de Atenco.

¿Da lo mismo? Para el SME no. Al contrario, con el triunfo de López Obrador tendría la garantía de que se mantendría la propiedad de la Nación sobre la electricidad y el petróleo. Abriendo la posibilidad de recuperar y fortalecer a Pemex, CFE y LyFC, modernizándolas y saneándolas financieramente. ¿Implica esta posición extender un cheque en blanco a López Obrador o generar espejismos? Por supuesto que no. Como ha declarado públicamente el SME se requiere restablecer la legalidad constitucional en materia energética, derogando la inconstitucional reforma de Salinas de Gortari a la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica de 1992 y echando abajo los permisos en materia eléctrica otorgados al capital privado y los inconstitucionales contratos de servicio múltiple.

Más de siete años de resistencia nos han dejado en claro que los cambios sociales profundos vendrán de abajo. De la organización y resistencia de los oprimidos y explotados y del núcleo duro de los trabajadores industriales. Pero sin menospreciar las contradicciones de los de arriba y la correlación de fuerzas. Por ello el SME y sus aliados han emprendido tareas que transcienden su capacidad gremial, como han sido los tres Diálogos Nacionales y la propuesta de un Proyecto de Nación Alternativo al Neoliberalismo y un Programa Mínimo no Negociable, dentro de los cuales la defensa de la soberanía energética ocupa un espacio fundamental en la lucha por un México con libertad, justicia y democracia. Por lo mismo. Porque todos somos Atenco. Demandamos libertad de los presos políticos.

 
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