Usted está aquí: viernes 9 de junio de 2006 Política El escándalo

Luis Javier Garrido

El escándalo

El gravísimo escándalo que se ha generado al conocerse nuevos actos de tráfico de influencias y de corrupción del candidato panista Felipe Calderón está siendo un parteaguas de la campaña electoral de 2006, y abre un nuevo escenario en el país.

1. El último escándalo en el que se hallan inmersos Calderón, su esposa y su familia al conocerse que, de manera ilegal, la empresa familiar Hildebrando SA de CV, dirigida por Diego Hildebrando Zavala, el nuevo "cuñado incómodo", se benefició con contratos en 19 entidades públicas, la mayor parte de los cuales le fueron otorgados en el sector público durante los meses en los que el propio Calderón fungió como fugaz secretario de Energía del gobierno foxista (2003-2004), destroza sus ya escasas posibilidades de llegar a la silla presidencial, lo que hace previsible una fascistización de la campaña panista y un incremento de su guerra sucia.

2. En un país democrático, ante tantas evidencias de corrupción personal, Calderón habría tenido que renunciar para no seguir perjudicando a su partido, a la campaña electoral, al gobierno foxista y a su país, pero en México el aún candidato de El Yunque, del PAN, del salinismo y de un sector de la derecha empresarial, se aferra a su postulación y pretende defenderse desesperadamende mediante gritoneos y calumnias ante los medios de comunicación e intensificando la costosísima guerra sucia para ocultar su verdadero programa, la naturaleza de los intereses corruptos que representa y la corrupción de él y de su familia, presuntos y evidentes traficantes de influencias.

3. La denuncia hecha a principios de año por la prensa de que el candidato que pretendía tener "las manos limpias" utilizaba recursos públicos para su campaña, constituyó el primer escándalo al que no pudo responder Calderón. Ante los señalamientos de que en 2006 se pretendía llevar a cabo una elección de Estado como en los tiempos priístas, los panistas calificaron en marzo como una "estrategia de sinergia" entre el gobierno federal y el PAN la utilización del programa Oportunidades y el Seguro Popular del gobierno foxista y buscaron capotear los señalamientos sin responderlos, a pesar de que venían desde la campaña interna panista cuando se señaló la operación cochinita en Yucatán para comprar votos e imponer a Calderón de candidato (Proceso, 1535). Josefina Vázquez Mota (ex titular de la Sedeso y coordinadora de la campaña de Felipe), señalada como delincuente electoral, no pudo aclarar por qué en connivencia con Ana Teresa Aranda (nueva titular de esa secretaría) y con la tolerancia cómplice del IFE y de la PGR, utilizaba en abierta ilegalidad los padrones gubernamentales para comprar votos.

4. El otorgamiento a la empresa privada de software Hildebrando, propiedad de los Calderón, tanto de un contrato para elaborar la base de datos del padrón de electores y del Programa de Resultados Electorales Preliminares del IFE (La Jornada, 20/4), como de cuatro contratos entre 2003 y 2005 para elaborar el mecanismo por el cual la Sedeso maneja los padrones con la información detallada de 41.9 millones de mexicanos incluidos en los programas de combate a la pobreza y de Liconsa (La Jornada, 13/5) fue el segundo escándalo que tampoco pudo responder el candidato del PAN, a pesar de que entrañaba un tráfico de influencias de miembros de su familia y graves delitos electorales y que confirmaba la manipulación que hacía el gobierno de Fox del proceso electoral.

5 . Los señalamientos de que Calderón aprobó y defendió el Fobaproa negociándolo con el PRI en 1998 mientras en la campaña de 2000 pretendía mentirosamente haberse opuesto, constituyeron un tercer escándalo al que tampoco pudo responder más que con burda propaganda en los medios. El mismo día en que Alvaro Delgado publicaba en Proceso (1544) un detallado estudio en el que se transcribió entrevistas en las cuales el propio Calderón reconocía que siendo presidente del PAN negoció con el gobierno de Zedillo, y pactó personalmente con él, la aprobación en la Cámara de Diputados del traspaso criminal del enorme endeudamiento privado a los mexicanos, Calderón siguió alegremente mintiendo en mítines, entrevistas y espots televisivos.

6. El cuarto gran escándalo de la campaña, y el mayor, lo constituye ahora la difusión de los expedientes que prueban que como titular de Energía, y en abierto tráfico de influencias, violando la ley Calderón favoreció de manera ilegítima a la empresa familiar que encabeza su cuñado Diego, fundada, entre otros, por su propia esposa Margarita Zavala y sus demás cuñados, y a la que turbiamente se le otorgaron contratos en entidades estatales y se le toleró evadir el pago de impuestos, como señaló Andrés Manuel López Obrador en el debate del día 6, todo lo cual le permitió pasar de 23 millones de pesos de ventas en 1996 a 683 millones en 2005 y convertirse, según la revista Expansión, en una de las 500 empresas más importantes de México.

7. La familia de Calderón aparece así inmersa en las mismas prácticas de corrupción y de tráfico de influencias que caracterizaron a Vicente Fox, y a su familia y amigos, o al senador panista Diego Fernández de Cevallos, que tanto daño han hecho al país, y que hacen ver que el leitmotiv del quehacer político de los panistas es enriquecerse a costa del pueblo y que buscan el poder no para servir, sino para hacer negocios.

8. Las evidencias de los actos de corrupción de Calderón ponen en un brete a quienes lo han apoyado: no a Salinas y a Fox, de quienes ha sido simple instrumento, sino a los grupos privados, a empresarios y académicos que respaldaron a quien aparece ya como delincuente de Estado. Televisa, por ejemplo, y con ésta sus locutores, que en virtud de sus arreglos con el foxismo siguen protegiéndolo, pretendiendo que "ganó" el debate, a pesar de que lo vieron millones de mexicanos, o minimizando el asunto del "cuñado incómodo" que ya todo el país conoce, están adentrándose en un escenario de graves responsabilidades.

9. La situación crítica en la que se hallan el PAN y su candidato, y junto con ellos el gobierno de Fox, se podría resolver por la decisión de Calderón de declinar su candidatura, pedir perdón al pueblo por sus actos de corrupción y sus mentiras, y ponerse él y sus familiares en manos de la justicia, como muchos le sugieren por el bien de México. Las primeras señales de su reacción son, como era de esperarse, que en plena desesperación va a responder con una nueva campaña de demagogia y de mentiras, buscando acallar el escándalo, que ya es imparable, sin argumento alguno y con andanadas de vociferaciones, como están haciendo ya muchos panistas en los medios y, lo que es más peligroso, intensificando a la vez la guerra sucia: deteriorando aún más el proceso electoral.

10. El pueblo mexicano, que está hastiado de tener gobiernos de traficantes de influencias, tiene ya, sin embargo, claridad de lo que está aconteciendo, y por eso las denuncias ciudadanas sobre este caso crítico están dando un nuevo sesgo a la campaña.

 
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