Usted está aquí: jueves 8 de junio de 2006 Política Alexis va a pasar a la historia: Samuel Ruiz

Cientos de personas claman justicia; atenquenses ofrecen recibirlo en su cementerio

Alexis va a pasar a la historia: Samuel Ruiz

BLANCHE PETRICH

El martes por la mañana, el obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz, se inclinó sobre la cama hospitalaria donde yacía, en estado de coma desde hace más de un mes, el estudiante Ollín Alexis Benhumea y le dijo al oído: "Yo soy Samuel, he venido a verte. Quiero que te lleves algo, quiero que sepas que Dios no se lleva la fruta verde, que lleva siempre los frutos maduros, los más ricos de la vid".

Dice Tania, hermana de Alexis, que después de esas palabras el rostro del joven se distendió. "Como que sonreía dentro de su inmovilidad". Pasó una tarde tranquila. El último parte médico en la hospital Adolfo López Mateos reportó cierta mejoría de sus signos vitales. Pasada la medianoche la familia se despegó lentamente de su cama. Le tocaba al tío Oscar quedarse esa noche a su lado. Bajaron sus padres y hermanos, Tania y Miguel, estaban por partir cuando Oscar habló desde el cuarto del paciente. Que subieran, que algo grave pasaba. La vida de Alexis se apagaba. Un par de horas después cesaron sus latidos. Había finalizado la larga agonía en la que entró desde el 4 de mayo, cuando un proyectil no identificado aún le impactó de lleno en la cabeza y le provocó una fractura craneal múltiple.

Sumaron así dos las víctimas fatales del operativo policiaco en San Salvador Atenco, Julio Cortés, de 14 años y Alexis, de 20. Muertes que tendrán que esclarecerse.

El tatik Ruiz García había acudido el martes por la mañana al hospital a reconfortar a la familia. Ahí, a petición del padre del joven, Angel Benhumea, sindicalista forjado en ideas de izquierda y décadas de lucha. El obispo bautizó al agonizante y dejó en manos de la familia una hermosa fe de bautizo manuscrita. Ofició una misa ante el círculo íntimo de amigos y familiares.

Al día siguiente la mamá de Alexis, Graciela Hernández, seguía repitiendo las palabras de don Sam como un bálsamo para el corazón: "Fue reconfortante que el obispo de los pobres evocara el nombre de mi hijo de esa manera, diciendo que él era un ejemplo para todo el pueblo de México, que su sufrimiento y el nuestro debe dar frutos en la sociedad". Graciela es una mujer espigada, maestra de danza, que transmitió a sus hijos la vocación de bailar. Con sólo cerrar los ojos repetía las palabras del obispo, quien evocó los sufrimientos, la persecución, las ejecuciones y torturas de los primeros cristianos y los comparó con la resistencia perseguida de los atenquenses. "Nos dijo que Alexis va a pasar a la historia. Yo así lo creo". Tania, su hermana, expresó: "Esta visita fue su último gran regalo".

Lector voraz, de la generación post huelga

Alexis murió antes del amanecer. A lo largo de la mañana del miércoles la cafetería del hospital del ISSSTE Adolfo López Mateos estuvo llena, un hervidero de jóvenes universitarios que acudieron apenas conocieron la noticia de su muerte. Lentas pasaban las horas para concluir el trámite del acta de defunción, la entrega del cuerpo, su traslado al Servicio Médico Forense.

En cada corrillo, en cada mesa, se evocaba a Alexis. Miguel, su hermano, recordaba las últimas palabras que pronunció, ya herido y muy grave, mientras que, refugiados en una casa en el centro de Atenco, esperaban inútilmente que los granaderos permitieran el paso de una ambulancia que nunca llegó: "Lo tratábamos de mantener despierto. Pero su cansancio era muy grande. Solo pedía: déjenme dormir".

Violeta Huitrón, su compañera del CCH, lo definía: "Sobre todo, muy inteligente", el amigo que devoraba libros, que se apasionaba con la historia, que en los movimientos estudiantiles prefería pensar y analizar, antes que tomar la palabra y hablar. Aquel necio que disfrutaba corrigiendo a una no muy brillante maestra de historia, que ofendida por sus observaciones lo mandó a exámenes extraordinarios. Unas chavitas con el uniforme de la Academia de la Danza hacían memoria del momento en el que Alexis optó por la carrera de danza integral, que incluía clásica, contemporánea y folclórica. Memorias de un joven de su generación que es todo menos equis.

Chavos de Antropología, de Ciencias Políticas, de Filos, Economía, Ciencias, del Poli, Chapingo, la UAM, las prepas, los CCH, adherentes de la otra, jóvenes que se incorporaron, como Alexis, a distintas expresiones de la lucha popular posterior a la huelga del CGH, que hacen y dicen las cosas a su manera.

En otra mesa, Angel Benhumea, el padre, recibía un mensaje del dirigente del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, subcomandante Marcos, por conducto de Sergio Rodríguez Lazcano y Priscila Pacheco, de la revista Rebeldía. Le mandaba decir que, al igual que cuando falleció la comandante Ramona, los zapatistas se declaraban en "luto de la palabra". Benhumea agradecía: "Gracias, compañero, compañera".

Velorio, mitin, protesta: "¡Alexis vive!"

Por la tarde, de pie a la entrada de la sala que les fue asignada en la funeraria, Angel seguía estrechando manos, cientos, miles. "Soy el primer sorprendido. Nunca pensé que mi hijo tuviera este magnetismo, esta capacidad de convocar". Sonriente, agradecido, sin dejar paso a las lágrimas, era él quien reconfortaba a los que empezaban a quebrarse. Muchos estudiantes, trabajadores, muchos de los que fueron detenidos en Atenco, presos en Santiaguito y posteriormente liberados.

Entre ellos, con un cabestrillo en un brazo y el otro enyesado, apareció Jorge Salinas, el telefonista que el 4 de mayo, ante las cámaras de la televisión, fue molido a golpes, toletazos y patadas en una calle de Atenco. "Este acompañamiento que estamos viendo con la familia Benhumea -interpretó Salinas- es apenas una pequeña muestra de lo que el gobierno va a seguir viendo. Aquí hay mucha rabia, indignación pero, sobre todo, una decisión indeclinable de seguir luchando, porque los golpes, las torturas, las violaciones y los dos asesinatos en Atenco nos van a seguir movilizando, no vamos a parar hasta que se haga justicia".

Por lo pronto, Angel Benhumea ya presentó una demanda penal por homicidio. Señala como responsables de la muerte de su hijo al presidente Vicente Fox, al gobernador del estado de México y a quienes resulten responsables. Señala también a los mandos policiacos, como al jefe de la agencia de seguridad pública mexiquense Wilfrido Robledo y a los propios miembros de la corporación, que fueron quienes atacaron con armas las vallas de ciudadanos que acudieron a Atenco cuando inició el operativo de descabezamiento contra el Frente de Pueblos de Defensa de la Tierra. "Pero ellos sólo son instrumentos del poder. No hay que perder de vista que el último responsable es Fox".

El féretro se cubrió con un paliacate rojo, un machete atenquense y la bandera de cinco puntas del EZLN, que se hizo presente con una corona que decía: "Seguirás, seguiremos".

El desfile de solidarios, las guardias de honor y los abrazos continuaron por horas, hasta bien entrada la noche. La esquina de Tonalá y Guanajuato, en la colonia Roma, pronto fue el escenario de un mitin, una protesta, un encuentro lleno de coraje, solidaridad y clamor de justicia, de pocos discursos y mucho sentimiento. Pasadas las 10 de la noche llegó un autobús procedente de San Salvador Atenco. Los macheteros del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra traían un mensaje para la familia Benhumea: Atenco está de luto. Y un ofrecimiento: un pedazo de tierra en su cementerio para que ahí descansen los restos de Alexis.

Con información de Emir Olivares

 
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