La elección de gobierno del PAN
De las cada vez más extendidas sospechas de una intentona abusiva y hasta ilegal, diseñada por las cúpulas panistas para llevar al triunfo a Felipe Calderón, se ha pasado, sin duda alguna, a todo un plan de acción para descarrilar a López Obrador del sitio preferido por el electorado. El PAN, y sus múltiples aliados, se han lanzado por la malsana y arriesgada senda de confeccionar toda una conjura para permanecer en el poder. No reparan en disponer de los vastos recursos del Ejecutivo, en especial aquellos que deberían destinarse, de manera estricta, a los programas de corte social. Poco se han cuidado de mostrar, a cielo abierto, sus maniobras o de caer en descarados manipuleos. Aunque usan subterfugios varios e intentan disfraces para sus movimientos ilegales, las huellas van quedando a la intemperie. Sus errores, excesos y trampas han dado el suficiente contenido para integrar sendas denuncias penales. Y, aunque la subprocuraduría para investigar y perseguir delitos electorales navega con lentitud sospechosa, las pruebas se le irán acumulando con el paso de los días. Asesorados por oscuros expertos extranjeros, los panistas insisten en oscurecer la contienda con lodalazales de mala propaganda, dirigida, en exclusiva y a raudales, contra su odiado y temido rival: AMLO.
Sin embargo, la pieza fundamental, la que sostiene y orienta el propósito de situar a Felipe en Los Pinos para el sexenio venidero se descubre con toda precisión en la misma Presidencia de la República. En esas altas esferas se autorizaron los multimillonarios recursos para financiar la campaña que publicitó, hasta la enajenación del auditorio, méritos cuestionables de la actual administración. Etéreos logros y objetivos sublimes que sólo encuentran referentes en la fantasmagoría a que es tan afecta la gestión de los gerentes foxianos, pero que, cierto y medible, algo de ello se ha trasladado para decorar la imagen de Felipe, el continuador fiel. No se puede seguir ocultando la procedencia de instrucciones para insuflar la burbuja que empuja a Calderón para disputar la primacía de la competencia. Por más que se cuestione a la realidad de apoyo a tan veloz remonte de Felipe no hay asideros que lo justifiquen. Sólo encuestadores a modo, algunos financiados con magnos contratos de la Presidencia lo explican a cabalidad, aun cuando dichos trabajos demoscópicos se hagan desde empresas emparentadas.
De ahí mero, de Los Pinos, emanan las directrices que luego tocan los resortes de su yunquero entorno y se extienden hasta llegar a los sótanos del quehacer encubierto para hostigar los hogares de los mexicanos y forzarlos a reprimir sus opiniones. Ahí, en Los Pinos, se redactaron las críticas al populismo repetidas hasta el cansancio en los discursos para cualquier ocasión. Ahí se aconsejaron usar los dichos contra aquellos que ofrecen el oro y el moro por sus descabellados afanes de ganar la Presidencia. Ahí, en Los Pinos, se regodearon en prevenir un cambio de caballo a mitad del río (a pesar de 25 años del fracasado modelo).
Por las calles de centro se alegó, con fingido desparpajo por el mismo Fox, que no era decente, de buen gusto, convertir en tendedero al Palacio Nacional. Y ahí fue, también, donde se incubó la que, al final, resultó frustrada alianza del PAN con el Verde Ecologista. Alianza planteada, con desaliño y en el lugar equivocado: la misma oficina presidencial. Buscada con afán enfermizo, torpe, caro, frívolo, ahora, se ha trasmutado en una denuncia hecha pública por el líder de los verdes. Un penoso, detallado reclamo que Fox se muestra incapaz de contestar, de darle curso debido por más ayudantes y voceros que intenten ocultar tan aciago episodio.
El famoso niño verde sostiene, aduciendo pruebas contundentes, que Fox lo quiso sobornar con puestos de gabinete para que no se aliara con el PRI. El joven González aduce, con la firmeza suficiente, que Fox dijo que Madrazo era un hombre indigno de confianza y que López Obrador era un peligro para México y para él. Alegatos que, luego, se trasmutaron en consignas, lugares comunes en el ámbito colectivo a través de los publicistas del oficialismo. El chamaqueado senador ecologista resultó, en esta ocasión, hábil negociador que no se arredró ante la voluntad presidencial de ir, como insinúa que Fox sostuvo, con todo el poder del Ejecutivo para detener a él, o a los, rivales de Calderón, su preferido sucesor.
Y, también, desde los meros Pinos se autorizan los trasiegos que hermanan al equipo de campaña con la Sedeso y sus clientelares programas sociales (Oportunidades) tal como han descubierto diversas publicaciones de prestigio (El Universal y Proceso). Ya más profundidad o difusión de la tentativa de llevar a cabo una elección de gobierno no es necesaria. Pero los panistas y sus aliados no cejarán. Están dispuestos a llegar hasta el oprobio, el cinismo y, en tal cometido, arriesgan hasta la estabilidad del país y el encono extremo de la sociedad. Asuntos trágicos de las buenas conciencias panistas.