Lo que está en juego
Ampliar la imagen Felipe Calderón Hinojosa, candidato del Partido Acción Nacional, acudió a la sede central del blanquiazul para festejar con sus seguidores Foto: José Antonio López
Ampliar la imagen Roberto Madrazo Pintado, abanderado de la Alianza por México, celebró con cientos de priístas en un hotel cercano al sitio del debate Foto: José Carlo González
Ampliar la imagen Miles de simpatizantes festejaron con Andrés Manuel López Obrador, en el Zócalo de la ciudad de México, la participación del tabasqueño en el debate entre presidenciables Foto: Marco Peláez
A pesar de la futilidad y grosería de las campañas políticas, en unas cuantas semanas el pueblo de México deberá elegir a su nuevo presidente y a la Legislatura que lo acompañará. Al hacerlo deberá decidir entre la derecha neoliberal, elitista y extranjerizante, y la izquierda progresista, popular y nacionalista: dicho de manera concisa, entre PAN y PRD. También el PRI estará en el proceso, pero como repositorio de los votos "útiles" que se disputarán los dos primeros y los pequeños partidos que aspiran más a conseguir el registro que el poder; pero esto no modificará el conflicto de los opuestos en la dialéctica social.
Si en los comicios resultara favorecido el PAN, los 24 años de neoliberalismo habrán encontrado una solución de continuidad por un largo periodo. Quizá el gobierno podrá sacudirse la impericia e ineptitud de la actual administración, pero su éxito consistirá en profundizar las políticas de explotación del pueblo, de los recursos naturales y de la economía nacional. También se ocupará de apretar los lazos de dependencia y sometimiento de México a Estados Unidos.
Como el PAN es de derecha su gobierno favorecerá la desigualdad, los privilegios, la concentración del ingreso y la transferencia a los particulares y al extranjero de los recursos nacionales.
Como es neoliberal promoverá el comercio internacional y procurará la inversión extranjera. Para ello insistirá en mantener barata la mano de obra, lo que, por obra de la oferta y la demanda, conlleva un altísimo desempleo. Atribuyendo al comercio las propiedades de desarrollo que corresponden a la producción y adjudicando a la inversión extranjera un carácter magnánimo y generoso, continuará ofreciendo ventajas, prestaciones y garantías a quien esté dispuesto a comprar los restos de la industria, de los servicios y hasta los despojos de lo que otrora fue el patrimonio nacional. Así se conforma la producción de mercancías para el comercio internacional que, si bien cuenta en los números de la balanza comercial, es en realidad comercio intrafirmas. No le quitará el sueño que la enorme masa de desempleados siga teniendo como opción de vida sumarse al éxodo, incorporarse a la economía informal, optar por la delincuencia o simplemente ahogarse en el desempleo.
Como es elitista impedirá la movilidad social y profundizará la separación entre las clases sociales. El desempleo empuja a grandes sectores de la población fuera de la economía y a los más bajos niveles de la sociedad. Una vez en esos estratos, los servicios públicos, especialmente los de salud y educación, se reducen o se hacen nulos y la trampa se cierra. Ya no se puede salir de la miseria. La clase media se estrecha, se estratifica y sus integrantes más inestables son empujados a la escalera que permite bajar, pero no subir. Las elites van configurando un sistema de exclusión social donde al tiempo que preservan los privilegios propios se asegura la pasividad y el conformismo de las masas mediante la dosificación de fuerza pública, acceso al empleo y tutoría de la opinión.
Como es extranjerizante seguirá promoviendo la transferencia de los recursos económicos en todas sus formas, sociales, en forma de mano de obra barata local y de exportación, y aun la soberanía nacional, pues considera la alianza militar como una mercancía que puede ser puesta a la venta.
Si el ganador es el PRD, México podrá retomar el camino del desarrollo nacional que mantuvo hasta que los gobiernos del PRI dejaron de considerarse emanados de la Revolución Mexicana. La justicia social podrá encontrar un espacio en el léxico político, la democracia será nuevamente definida con la letra del texto constitucional, el progreso personal permitirá la movilidad social, la soberanía será nuevamente un valor político fundamental del Estado y un valor cívico sustancial de la sociedad.
Como el PRD es de izquierda, su gobierno promoverá, en lo interno, la sociedad incluyente, la justa distribución del ingreso y la paz social; y, en lo externo, la paz, la seguridad y la justicia social internacionales, así como la vigencia y progreso del derecho internacional.
Como es progresista, promoverá el mejoramiento de las personas y de la sociedad. En nuestra situación, empleo, educación y salud son los componentes del bienestar. Con empleo se contrarresta el éxodo, el crimen y la marginación. La educación es, a su vez, condición para el mejoramiento del empleo y la salud es el requisito de la vida.
Como es popular, combatirá la marginación, la pobreza y la injusticia. Con esos tres elementos se reactivará la movilidad social y México podrá avanzar en el ensanchamiento de sus clases medias.
Como es nacionalista, deberá contribuir a la reorganización de la comunidad internacional y a la recuperación de su régimen jurídico; deberá practicar la cooperación y la solidaridad; y deberá asumir una actitud positiva en las relaciones con los gobiernos de su entorno inmediato y con el resto de la comunidad internacional. Todo sin desdoro de su personalidad jurídica ni cultural, sin claudicar al mandato del pueblo que lo habrá llevado al poder, y determinado a preservar la soberanía nacional.
Así, lo que está en juego es que el gobierno de México siga siendo derechista, neoliberal, elitista y extranjerizante, o bien que sea izquierdista, progresista, popular y nacionalista. Usted dirá.