Usted está aquí: martes 6 de junio de 2006 Sociedad y Justicia Playa del Carmen: submundo de miseria entre el lujo

Playa del Carmen: submundo de miseria entre el lujo

Cientos de albañiles viven en paupérrimas barracas y explotados por grandes hoteles

HUGO MARTOCCIA CORRESPONSAL

Ampliar la imagen Decenas de trabajadores regresan agotados a sus barracas, tras 12 horas de labor casi continua en el hotel San Valentín Playa del Secreto, entre Playa del Carmen y Cancún Foto: José Luis López Soto

Playa del Cármen, QR, 5 de junio. Son las 6 de la tarde. Cientos de albañiles caminan desde la construcción donde laboran -un hotel que será uno de los más lujosos de Latinoamérica- hacia el campamento en el cual se albergan. Usan un camino lateral a la carretera, en una verdadera marea humana. Otros, peligrosamente, prefieren el borde de la vía.

Forman parte de los cientos de albañiles que construyen aquí hoteles cuyas tarifas rebasan 200 dólares la noche. A unos 20 kilómetros de Playa del Carmen y 40 de Cancún está la Playa del Secreto. Ahí, junto a lo que será el hotel San Valentín Playa del Secreto, se ubica uno de los campamentos. Allá se dirigen. Caminan agotados. Algunos van sonrientes, otros, recelosos, miran la cámara fotográfica y alzan piedras. Ninguno arremete.

El albergue es una enorme nave donde duermen hacinados, en hamacas, sin agua corriente ni luz eléctrica. No cuentan con seguro médico que los proteja en caso de accidente en la obra.

"Hay muchos accidentes, eso deberían sacar en el periódico", dice Antonio, quien llegó de Tabasco hace poco más de una semana. Muestra una herida profunda en un dedo, apenas cicatrizándose.

Hablan con temor mirando a los lados. Niegan el apellido. Cuentan que los albañiles ganan mil 800 pesos semanales y los jardineros mil, sueldos muy superiores a los que podrían obtener en sus lugares de origen, donde la mayoría de las veces ni siquiera hay trabajo.

"Pero no hay seguro y los que se lastiman no pueden curarse", interviene Martín; "la comida es muy mala y no permiten que otros, que la ofrecen más barata, nos vendan." Están obligados a comprarla a 25 pesos en el campamento.

Los entre 500 y mil albañiles salen al trabajo a las 6 de la mañana; regresan casi 12 horas más tarde, agotados, para bañarse en un cenote cercano, y luego a esperar la comida que les da la empresa. Un brazalete de plástico azul los identifica como empleados de San Valentín Playa del Secreto.

Mario Enrique Sánchez, chiapaneco, está aquí desde hace una semana. "Antes todos iban a bañarse al cenote, pero les salían ronchas", cuenta; "esta semana han traído agua, pero no alcanza". Otro trabajador explica: "yo tengo cinco tinacos y el agua no da para todos... tengo a mi cargo 370 personas. Pero esta semana vamos a hacer el pozo y a lo mejor lo solucionamos".

El narra otra versión de por qué los trabajadores deben caminar hacia la construcción. "Antes tenían un autobús, les cobraban tres pesos diarios por llevarlos y traerlos de la obra, pero rompían los asientos y se lo quitaron", comenta.

Es viernes al mediodía. Un muchacho apenas mayor de edad está parado a la puerta del campamento, bajo el sol inclemente. El guardia no le permite entrar. "Tienes que esperar que venga el ingeniero a autorizarte", le dice.

"Me duele mucho la cabeza, sólo déjenme entrar a dormir", insiste el joven. Le cuenta al guardia que sufrió un accidente y desde el martes no trabaja. El centinela responde que antes de la hora estipulada para la apertura de puertas nadie puede pasar.

Antonio interviene para concluir la escena: "No se puede entrar hasta que volvemos de trabajar, pero así es mejor, si no se roban muchas cosas".

Autoridades municipales de Solidaridad estiman que al menos 10 mil albañiles llegados de todo el país, principalmente de los estados del sureste, trabajan en la cons- trucción de alrededor de 4 mil cuartos de hotel en este destino, la Riviera Maya, que se convertirá a fin de año en el centro turístico más grande de Latinoamérica y el Caribe.

 
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