Gays y trabajadores sexuales, fuera de la declaración
Condón, abstinencia y fidelidad enfrentan a EU con AL y Europa
Dentro de la Sesión Especial sobre Sida de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGASS, por sus siglas en inglés), que se llevó a cabo la semana pasada en Nueva York, las negociaciones que se dieron antes de la redacción de la declaración final confrontaron dos visiones contrapuestas en la prevención del sida; por un lado la moralista-religiosa, promovida y financiada ampliamente por el gobierno de George Bush, y por el otro lado la científica, respaldada por la Unión Europea y el Grupo de Río (Latinoamérica).
Las negociaciones, que duraron hasta altas horas de la madrugada los días previos a la declaración, no lograron que ninguno de los grupos cediera en sus puntos de vista. Mariangela Galvao, jefa del Centro Brasileño de Estudios del Sida, señaló que el modelo de abstinencia, fidelidad y condón (llamado ABC por sus siglas en inglés), que promueve y financia Estados Unidos en Centroamérica, el Caribe y Africa, normalmente le da un peso desproporcionado a la abstinencia y a la fidelidad, reduciendo el tema del condón a su mínima expresión, inclusive escondiendo la palabra tras la expresión "protégete", pero sin mencionar al condón por su nombre.
Pedro Chequer, anterior jefe del programa brasileño contra el sida, ya había mencionado en una ocasión que los llamados a la castidad y la abstinencia no funcionaban "ni siquiera dentro de la Iglesia católica".
Por su parte, Jorge Saavedra, director del mexicano Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH/Sida, señaló que desafortunadamente la mayoría de las mujeres que viven con el virus en América Latina lo han adquirido siendo fieles, por lo que resultaría por lo menos imprudente seguir pidiéndoles fidelidad en lugar de hablarles del uso del condón.
Discrepancias e insatisfacciones
Aun dentro de los mismos países latinoamericanos hubo algunas discrepancias, ya que El Salvador trató de convencer infructuosamente al grupo para que apoyara la estrategia "ABC" de Estados Unidos; mientras que Guatemala, sorpresivamente, bloqueó toda posibilidad de que en la Declaración del Grupo de Río se hiciera mención explícita de los términos "hombres que tienen sexo con hombres" y "trabajadoras sexuales", y sólo aceptó que se les mencionara como "grupos vulnerables" sin especificarlos.
Otro punto de discrepancia que se debatió fue la insistencia de Siria y Pakistán en condenar el abuso sexual comercial contra las mujeres, mientras el grupo latinoamericano pedía que se condenara todo abuso sexual y no sólo el comercial, a lo cual se oponían los dos países islámicos.
Al final, la Declaración de la ONU sobre sida, que sólo se emite por consenso, dejó insatisfechos a muchos: es una mezcla de todo, aparecen las palabras fidelidad y abstinencia, pero también se hace énfasis en la necesidad de tener acceso a condones; se condena toda forma de abuso sexual contra las mujeres, pero se enfatiza el abuso sexual comercial; se menciona a los "grupos vulnerables", pero definitivamente quedan de nuevo ausentes de ser mencionados en la declaración los homosexuales, las trabajadoras sexuales y los usuarios de drogas inyectadas, a pesar de que proporcionalmente siguen siendo los grupos más afectados por la epidemia.
La mención explícita de estos grupos desde el año 2001 ha estado vetada en las resoluciones de la Asamblea General de la ONU, tanto por Estados Unidos como por el Vaticano, los países árabes y ahora por Guatemala.