Usted está aquí: martes 6 de junio de 2006 Política En el país de no pasa nada

Luis Hernández Navarro

En el país de no pasa nada

Aquí no pasa nada, pero miles de maestros democráticos bloquearon los accesos del aeropuerto Benito Juárez en Oaxaca, el pasado 1º de junio. Los vuelos de llegada y salida en la terminal aeroportuaria se suspendieron. Mil 500 elementos de la Policía Federal Preventiva fueron trasladados a la entidad. Los presidentes municipales de extracción priísta exigieron desalojar las vías públicas.

Tan sólo un día después, 80 mil personas marcharon en el centro del estado. Exigieron la rezonificación por vida cara, es decir, una bonificación mensual de mil pesos. Demandaron, también, la anulación de la recientemente aprobada Reforma a la Educación Secundaria (RES). El gobernador de la entidad amenazó con sancionar administrativamente a los mentores.

Desde el pasado 15 de mayo, en Michoacán, Guerrero, el Distrito Federal, Chiapas, Tlaxcala y otros estados de la República, miles de profesores adscritos a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) han hecho paros, manifestaciones y plantones exigiendo que se destinen mayores recursos a la educación pública y se derogue la RES.

La reforma está llena de inconsistencias y crea más problemas de los que resuelve. Los contenidos de los programas no tienen continuidad y están saturados. Materias como geografía de México se eliminan sin argumentos pedagógicos. Los cambios pretenden hacerse al final del sexenio y en plenas vacaciones escolares. Y los maestros, que son los responsables de impartir los cursos, no son escuchados ni tomados en cuenta.

Aquí no pasa nada, pero los trabajadores minerometalúrgicos amenazan con hacer una huelga nacional por un conflicto creado por el gobierno federal. Ya están en paro en las plantas de Lázaro Cárdenas y Cananea. Durante semanas las autoridades los han entretenido con una negociación que no soluciona nada, mas crea la ilusión de que el problema está en camino de resolverse. Y, por si hiciera falta conocer cuál es la verdadera intención gubernamental, la Procuraduría General de la República (PGR) anuncia que solicitó la primera orden de aprehensión en el orden federal contra Napoleón Gómez Urrutia. O sea, quiere echarle más gasolina al fuego.

Aquí no pasa nada, pero el pasado 26 de mayo la policía de Cancún reprimió salvajemente a un grupo de colonos del municipio de Isla Mujeres. Las víctimas fueron un centenar de pobladores que bloquearon la carretera a Rancho Viejo para protestar por la construcción de un relleno sanitario altamente contaminante.

Aquí no pasa nada, pero el PRI reventó en la Comisión Permanente la propuesta presidencial para integrar la Cofetel. Así cobró a los grandes medios electrónicos y al Ejecutivo su alianza para favorecer la candidatura de Felipe Calderón.

Simultáneamente, Roberto Madrazo denunció la organización de una "elección de Estado" y jugó con la posibilidad de una alianza con Andrés Manuel López Obrador. No lo dice así, pero el mensaje que manda al Ejecutivo y al Instituto Federal Electoral (IFE) es claro: la impugnación conjunta de los resultados electorales del 2 de julio por parte del tricolor y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) prácticamente invalidaría los comicios.

Aquí no pasa nada, pero miles de personas en 64 ciudades y 27 países han realizado, hasta ahora, 149 movilizaciones al grito de "¡Todos somos Atenco!" En un mes se han desarrollado decenas de protestas en el territorio nacional, con bloqueos, festivales culturales, manifestaciones y una huelga de hambre incluidas. Pocas veces en la historia de las luchas sociales en México ha sucedido lo que estamos viendo con el caso de San Salvador Atenco. A una represión salvaje y desmovilizadora contra un movimiento, auspiciada y aplaudida por la mayoría de los medios de comunicación, se ha respondido con una iniciativa política que ha revertido la "legitimidad" represiva, ha construido una opinión pública favorable a su causa y ha movilizado sectores sociales significativos.

Lejos de debilitarse o desgastarse, la protesta contra la represión y la exigencia de liberar a los presos crece y suma fuerzas. Aunque se le haya tratado de utilizar con fines electorales para promover el voto del miedo, se desarrolla con autonomía de partidos y candidatos. Hoy posee enorme legitimidad. Cada día que pasa son más y más los intelectuales, artistas y académicos que expresan públicamente su indignación ante los abusos policiales en Atenco.

Las campañas electorales son un momento en el que la presencia de lo estatal sobre la sociedad alcanza sus niveles máximos. Se desenvuelven en un ruido ensordecedor que oculta los gritos de descontento de los sectores subalternos. Sin embargo, ese griterío no ha podido acallar a la otra campaña. El próximo 10 de junio quedará nuevamente demostrado.

La otra campaña atravesó de lleno la contienda presidencial y se colocó, sin invitación y sin pedir permiso, como un protagonista más en la mesa política nacional, al lado de candidatos y partidos. Se trata, sin embargo, de un actor distinto a los tradicionales, que no respeta las reglas del juego de la política institucional y que desafía la lógica de los comicios mismos. Un actor que no llama a abstenerse, sino a organizarse y luchar. Las jornadas de lucha a las que la otra campaña está convocando para el 2 de julio son un desafío a la idea de que estas elecciones se realizan en la normalidad democrática.

En este país no pasa nada. Sólo se reprime salvajemente a trabajadores y pobres urbanos, el descontento social se expresa de manera cada vez más explosiva y el destino de las elecciones se define más allá de los electores. Aquí no pasa nada... hasta que sucede.

 
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