Las edades de Brecht
l.EL BUEN LADRÓN (EL JOVEN BRECHT)
Ese zapato con clavos
me lo voy a quitar.
Si me fueran ligeros los montes,
acogedoras las cuevas,
fáciles las cañadas y los ríos.
Puentes, casetas, intersecciones.
Robo y reparto. Y entre más robo,
más reparto.
La cosa es que las manos,
lo que se dice las manos, las traigo siempre vacías.
Si me agarran no tendrán más prueba
que mi mala fama que es poca y no prueba nada.
Ni sé por qué lo hago.
Es un hábito del movimiento y ocupa un lugar
en la respiración.
Robo y reparto. Y con sólo imaginar sus caras
tengo recompensa.
2.DEL CANTO
Hay cantos que hasta los que menos quisieran saber
de ellos no pueden sino escuchar con placer esa música.
Le pasó a Canetti, el testigo oidor.
No tenía por qué gustarle Brecht,
y menos como poeta.
Y sin embargo con envidia
y verdaderos celos
reconocía en ese canto
la naturaleza de la lengua
perfecta,
en resistencia.
3.SOBRE LA REPRESENTACIÓN
Mil rostros
y sus nombres.
La compasión es cínica
madre de todos los corajes.
4.LA REVOLUCIÓN ERA SU PATRIA
El exilio es mil exilios posibles.
Como la locura,
de muchas formas incompleto.
El que se va no sabe si volverá.
Pero algunos, los decididos,
al momento de partir ya están volviendo
pues nunca se van.
Primero muertos.
5.BERLÍN, 1956
Los cerebros en llamas
terminan por quemarse.
Unos se ennegrecen y enfrían
o establecen sinapsis
equivocadas y absurdas.
Otros estallan como castillo de feria,
echan luces, chispas, tronidos,
exquisitas figuras
que escurren el cielo
y en pocos segundos se desvanecen.
Luego los hay, escasamente,
que conservan la llama,
no dejan ganar al rescoldo
hasta que en el límite de su edad
sacan una chispa más,
ya inesperada y nada senil.
Donde hubo fuego
siempre habrá.