Los compositores contemporáneos no destacan elementos de su cultura, considera
Difícil encontrar en la música actual rasgos de nacionalismo: José Luis Turina
Me considero mucho más pintor que otro tipo de artista, afirma el creador español
Ampliar la imagen El músico y pintor, durante la entrevista Foto: María Luisa Severiano
Aunque es nieto de Joaquín Turina, una de las máximas figuras del nacionalismo musical español, e incluso decidió ejercer también la profesión de compositor, José Luis Turina considera que en él hay mucho más de pintor que de otro tipo de artista.
Ello, porque la pintura es un factor fundamental tanto en su herencia sanguínea como en la temática y los procedimientos de su ejercicio creativo, según explica el músico ibérico, quien formó parte del jurado del segundo Premio Iberoamericano Rodolfo Halffter de Composición, cuyo fallo fue dado a conocer la noche de este miércoles.
"Se pensará que desciendo de una familia de músicos, por ser nieto de Joaquín Turina; pero no, provengo de una familia de pintores. Mi bisabuelo era pintor, uno muy importante de la escuela sevillana del siglo XIX y engendró a mi abuelo, que fue un gran compositor; pero mi abuelo engendró a mi padre, que es pintor, y él a su vez a mí", aclara en entrevista con La Jornada.
"No sé qué es lo que pesa más en mi sangre: si la pintura o la música; incluso tengo un hermano pintor. Tenemos, pues, en la familia un componente de pintura y otro de música. Para mí son dos formas distintas de abordar lo mismo, no las veo tan inseparables; son formas de expresión artística y cada una de ellas es perfecta per se, pero son perfectamente compatibles."
-No obstante la globalización, ¿puede distinguirse todavía sellos culturales o nacionales en la música?
-Es muy difícil hoy día, por no decir imposible, encontrar rasgos estilísticos, estéticos o giros que tengan un componente nacionalista. A la vista de las partituras que vemos aquí, en el Premio Halffter, todas podrían ser de un compositor madrileño, mexicano u oriental
"Creo que los compositores contemporáneos, no sé si es tanto por una idea de homogenización global o por el producto de que esa etapa nacionalista ya se cerró, no se detienen ni preocupan por resaltar en su trabajo elementos que identifiquen a su cultura.
"La estética en la que se mueve hoy día la totalidad de los compositores jóvenes nada tiene que ver con los nacionalismos; es, efectivamente, una estética muy global. Lo que se busca en todas partes es muy similar; lo que es muy distinto son las formas de realizarlo."
- ¿En qué podrán encontrarse entonces los rasgos que hacen diferente a una cultura a otra, musicalmente hablando?
-Acaso en las referencias. Varios compositores utilizan algunas citas o referencias del repertorio tradicional culto; es como un deseo de adscribirse a un tronco cultural muy concreto, el del pensamiento occidental, que es muy macizo, muy definido, y una voluntad muy clara a todo lo que provenga de allí.
"Ese es un rasgo muy occidental, aunque ahora estamos en un momento muy complicado, desde el punto de vista del lenguaje en el que los compositores orientales también desean adscribirse a este tronco. Sin embargo, es notorio, asimismo, que los occidentales comienzan a interesarse en el tronco oriental.
"De lo que se trata es de enriquecer el vocabulario, la materia prima que utiliza cada uno, los procedimientos morfológicos y sintácticos a la hora de componer; enriquecerlos con todo aquello que sea útil o interesante de insertar. Lo que proviene de ese tronco común occidental es el contexto, luego los elementos pueden ser de origen diverso."
-¿Cuál es su opinión sobre la idea de que el compositor contemporáneo privilegia el aspecto intelectual por encima del emocional?
-Esto ocurrió hace varios años y por lo tanto no creo exacto definir en esos términos el pensamiento musical actual. Ahora hay mucha emoción en la música, por lo menos mucha más de la que había hace 30 años, cuando incluso era mal vista la palabra emoción aplicada a la música. Era un componente del cual se tenía que huir y la música era mucho más racional, mucho más matemática, abstracta en ese sentido.
"Pienso que la emoción se ha ido recuperando poco a poco, y ahora hay bastante equilibrio. Hablo por mi propia música. Me considero un compositor en el que hay mucho corazón. Considero a la música como el mejor vehículo para transmitir emociones. Por eso es que soy músico; no tengo interés en rehuir de algo que pueda emocionar.
"A lo mejor no es una emoción como puede ser la romántica, que va más a un tipo de sentimiento. Se puede conseguir emoción también por vías mucho más intelectuales, por la vía de la reflexión de igual manera; y eso es mucho más útil, más positivo.
"Otra cosa de la que estamos pagando las consecuencias es que durante mucho tiempo la música fue estrictamente abstracta; se centró mucho en un pensamiento muy concreto y alejado de contentar al público. En ese sentido, se ha vivido un poco de espaldas a la gente, pero se está haciendo lo posible para reorientar el camino.
"La eterna pregunta del millón de dólares es en quién piensa el compositor cuando escribe: en sí mismo o en el público. Debería preguntarse uno también si es por allí la pregunta o debe ser solamente la educación del publico la que cuente.
"Hay también una parte muy importante que casi no se toma en cuenta, que es la educación del propio músico, no la del compositor, sino la del intérprete. Para mí, el eslabón que falta en la cadena entre el compositor y el público es que el intérprete acepte la nueva música.
"Es decir, el intérprete es siempre el punto de contacto entre el compositor y el público. Entonces, es a él a quien el compositor debe convencer primero, pero eso tiene que hacerlo merced una música bien hecha, que se pueda tocar bien, que el intérprete disfrute al ejecutarla, para que pueda transmitirla y el público pueda gozarla también, si no, la cadena no tiene sentido."