Usted está aquí: domingo 28 de mayo de 2006 Cultura Estremece estreno de ópera de Mozart la sala Nezahualcóyotl

Primera puesta en escena de Ascanio in Alba

Estremece estreno de ópera de Mozart la sala Nezahualcóyotl

PABLO ESPINOSA

Ampliar la imagen La soprano canadiense Siphiwie McKenzie se llevó la velada Foto: Pablo Espinosa

Ampliar la imagen El contratenor Brian Asawa, en un momento de su actuación. De espaldas, el director John DeMain Foto: Pablo Espinosa

El estreno en México de Ascanio in Alba, la ópera que escribió Mozart cuando tenía 15 años de edad, hace 235 años, cimbró durante dos horas y media la Sala de Conciertos Nezahualcóyotl, en uno de los puntos culminantes de la celebración de los 250 años del nacimiento del compositor cuyas obras resuenan en todo el planeta durante todo 2006. Una constelación de astros y de nubes sonando en toda su frescura inundó el recinto y lo colmó de belleza y asombro. Encendió una sonrisa gigantesca en todos los rostros, músicos y público, como una manifestación espléndida de la felicidad.

Lo mejor de la noche, preñada de luces tenues y brillantes por el esplendor de la partitura entera, ocurrió durante los 12 minutos en que la soprano canadiense Siphiwie McKenzie entonó el aria Dal tuo gentil semblante con potencia, calidez, verosimilitud y belleza tales que hizo sacudir la sala entera y todos los cuerpos circunstantes vibraron con una conmoción estremecedora.

Eso ocurrió durante el segundo de los dos actos, el primero de los cuales, por las características técnicas de la partitura, está dedicado al lucimiento del cantante que lleva el papel protagonista, Ascanio, interpretado con limpieza deslumbrante por el contratenor estadunidense-japonés Brian Asawa, quien a pesar de su desempeño fabuloso fue superado con creces por Siphiwie McKenzie, quien prácticamente lo borró del mapa en el citado acto segundo.

La mezzosoprano Priti Gandhi, originaria de Bombay, interpretó el papel de Silvia, en tanto Aceste fue encarnado por el tenor Charles Reid, también especialista en el repertorio mozartiano, y la mexicana Irasema Terrazas personificó con creces a Venus, con una presencia física, vocal y técnica excepcionales completando un elenco internacional de primerísimo nivel que se conjuntó con la batuta del estadunidense John DeMain al frente de la Sinfónica de Minería y del Ars Cantorum Camerata Vocale dirigido por Aurelio Tello. Una noche de música grandiosa.

Desde la mismísima obertura, consistente en un allegro assai y un andante graciozo y el primer coro, una pastoral en voces mixtas, el caudal de alegorías transportadas en las eras desde la Grecia olímpica hasta el rococó dieciochesco y una atemporalidad estupefaciente, el escucha pasa de asombro en asombro merced a un desplante de pureza y transparencia musicales que puso a gravitar en lo alto de la sala un estrépito de alas de ángel que tomaron cuerpo en cuanto el coro femenino entonó las voces de esos ángeles.

De ahí a la sucesión de las tres arias esplendorosas, una cavatina, los 15 coros y un terceto, las dos horas y media de esta preciosa serenata sinfónico-coral pusieron al punto de estallido los sonidos asombrosamente cristalinos que inundaron ese gran instrumento musical que es la Sala Nezahualcóyotl depositando brillos como rocío del alba en cada uno de los poros y terminaciones agudas de las epidermis.

Además del hecho histórico que significa el estreno de una ópera de Mozart, un autor insospechadamente desconocido en sus partes más íntimas, que fueron mostradas de cuerpo entero en esta representación concertística, la puesta en vida de Ascanio in Alba constituye un acontecimiento musical sumamente gozoso que el público puede disfrutar por última vez a las 18 horas de este domingo, en la Sala de Conciertos Nezahualcóyotl. Una ocasión que nadie debe perderse.

Gloria in excelsis.

 
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