Un día con mexicanos en Cannes
Babel, de González Iñárritu, entra con el pie derecho; Drama/Mex cojea en el final
Cannes, 23 de mayo. Con un sonoro aplauso fue recibida la primera proyección de Babel, la coproducción internacional dirigida por Alejandro González Iñárritu que, tal vez, disputará la preferencia manifiesta hasta ahora por Volver, de Pedro Almodóvar. Fiel a su gusto por las narrativas múltiples, el cineasta mexicano hace una demostración del llamado efecto mariposa, según el cual un acto al parecer intrascendente puede desencadenar hechos trágicos en otras partes del mundo. En este caso, un rifle de cacería ocasiona que una turista gringa (Cate Blanchett) sea accidentalmente herida ante su esposo (Brad Pitt) por un par de niños, pastores marroquíes; los Jones son padres de otro par de niños que, en Los Angeles, son cuidados por la sirvienta mexicana (Adriana Barrozo), quien, al no tener con quién dejarlos, se los lleva a la boda de su hijo en Tijuana. Al mismo tiempo, una joven sordomuda (Rinko Kikuchi) de Tokio trata de compensar su aislamiento forzando su sexualidad en cuanto hombre le sale al paso.
Si algo es evidente en Babel es la destreza formal de González Iñárritu, sin duda un realizador de primera división. Hasta el momento esta ha sido la película en competencia que ha mostrado un mayor vigor narrativo, creando una tensión mantenida de episodio en episodio mediante una sabia alternancia de los momentos más intensos. González Iñárritu no sólo posee un ojo dotado, sino también un oído que le permite mezclar música, sonidos y el silencio de manera dramática. Además, con la colaboración del excelente fotógrafo Rodrigo Prieto, cada locación se distingue por una luz, colores y texturas diferentes. Por desgracia, ese trepidante ritmo fue saboteado por un imperdonable error de proyección: el orden de los rollos fue alterado y, para corregirlo, fue necesario un intermedio de varios minutos. Es lo peor que puede ocurrirle a una película en su estreno, sobre todo tratándose de un festival internacional; uno no recuerda otro incidente similar en la historia reciente de Cannes.
Por el contrario, si algo se echa de menos en la ambiciosa narrativa trazada por el director y su guionista, Guillermo Arriaga, es una reso- lución que esté a la altura de la premisa y su resonancia política. Es en los momentos finales cuando se confirma la tenue conexión del episodio japonés con las otras historias, y se le rehúye a la tragedia dejando algunos cabos sueltos, cosa que no ocurría en Amores perros. Pero también es cierto que, en este caso, la culpa y la sospecha de moralismo no pesan tanto en el desarrollo de las acciones.
En la posterior conferencia de prensa hubo dos ausencias notorias. Brad Pitt tuvo que cancelar su ansiada visita a Cannes por un motivo mayor: el nacimiento de su hijo con Angelina Jolie (noticia que hizo babear a los columnistas de chismes); mientras que la de Arriaga confirma la ruptura que se rumora ocurrió con González Iñárritu, aunque éste siempre se expresó de manera elogiosa de su colaborador.
Poco después, la película mexicana Drama/Mex, de Gerardo Naranjo, fue estrenada en la Semana de la Crítica con la asistencia de una numerosa porra nacional. Contra lo anunciado por el título se trata de una comedia, con momentos de melodrama -no drama- sobre unos niños bien y otros no-tan-bien que se entrecruzan a lo largo de un día en Acapulco. Naranjo fue presentado como "un hijo de González Iñárritu", pero no estoy seguro de que el parentesco sea tan cercano.
La única historia ajena a los personajes juveniles es la de un oficinista chilango en crisis suicida, y las contadas alteraciones del tiempo cronológico no influyen en la comprensión del relato. Eso sí, el final de Drama/Mex tampoco funciona, porque hasta sus últimos 15 minutos la película se había sostenido gracias a un dinámico trabajo de cámara en mano (con un buen sentido del encuadre en pantalla ancha), una graciosa verosimilitud de los personajes y su entorno, así como la fresca y llamativa introducción de nuevos rostros, entre los que sobresale Miriana Moro por su interpretación de una desparpajada aprendiz de piruja.
En la presentación del equipo se explicó que Drama/Mex fue escrita en una semana y filmada en tres con un equipo mínimo de 15 personas. Una economía encomiable, aunque no estaría mal que la próxima vez el promisorio Naranjo dedicara unos días más a escribir un final que no dé la impresión de agotamiento, sino de verdadera conclusión.
Al momento de escribir estas líneas todavía falta la proyección de prensa de El violín, opera prima de Francisco Vargas, en Una Cierta Mirada, las repeticiones nocturnas de Babel y Drama/Mex y una función especial de El topo, de Alexandro Jodorowsky. El cine mexicano ha sobresalido por hoy en La Croisette.