Usted está aquí: sábado 20 de mayo de 2006 Opinión 59 Festival de Cannes El regreso de Almodóvar y el despiste de Linklater

Leonardo García Tsao

59 Festival de Cannes El regreso de Almodóvar y el despiste de Linklater

Ampliar la imagen La actriz española Penélope Cruz, durante la promoción de la cinta Volver, en el 59 Festival Internacional de Cine, en Cannes, Francia Foto: Ap

Cannes, 19 de mayo. Precedida por una recepción favorable de la crítica y el público españoles, la más reciente realización de Pedro Almodóvar ha sido también el título más fuerte en lo que va de la competencia de Cannes. Volver no sólo marca -según las propias palabras del director- su regreso a su natal La Mancha, al mundo femenino y a la colaboración con la actriz Carmen Maura, sino también a su mejor forma. En esa mezcla de su propia patente entre el melodrama desaforado y la comedia excéntrica, Almodóvar narra los cambios en la vida pueblerina de Raimunda (Penélope Cruz), su hija Paula (Yohana Cobo) y su solitaria hermana Sole (Lola Dueñas); ambas perdieron a su madre (Maura) en un incendio, sin embargo, ésta reaparece en forma aparentemente fantasmal.

Es imposible resumir la película en una cuantas líneas. Baste decir que Almodóvar lleva las diversas subtramas con la ligereza de antaño, es decir, libre del rebuscamiento pretencioso de su anterior La mala educación. En ese universo poblado exclusivamente por mujeres -los hombres son seres abusivos a los que se les menciona o despacha rápidamente- el cineasta se muestra emotivo con el regreso insospechado de una madre y una de esas confesiones finales que sólo funcionan en los buenos melodramas. En esos terrenos, Almodóvar se confirma como un experto director de actrices; hasta el tono impostado de Cruz consigue aquí su tono justo, y es la primera vez que uno la encuentra convincente y hasta simpática. Maura cumple, como era de esperarse, y siempre se agradece la extraña presencia de Chus Lampreave, aunque sea breve.

Si bien casi ningún director apreciable se ha salvado de dejar registro de altibajos en su carrera, nadie de reciente memoria ha dado bandazos tan extremos como el texano Richard Linklater. Su filmografía abarca desde logradas películas independientes -subUrbia- hasta divertidos éxitos comerciales -Escuela del rock- y remakes fracasados -Los Osos de la mala suerte- pasando por ñoñas comedias románticas -Antes del amanecer- que tuvieron muy maduras secuelas -Antes del atardecer. En Cannes, Linklater concursa por vez primera con Fast food nation (algo así como Nación de comida chatarra), adaptación del libro homónimo de Eric Schlosser, que intenta pintar un mosaico sobre el actual malestar de la sociedad estadunidense. La película se sitúa en el ficticio pueblo de Cody, Colorado, donde una procesadora de carne es sospechosa de malos manejos y de contaminar su producto -vendido a la franquicia de hamburguesas Mickey's- con materia fecal; en la procesadora trabajan varios mexicanos que han cruzado ilegalmente la frontera.

Con la pertinencia de los encabezados, Fast food nation ensaya la sátira coral al estilo Robert Altman, pero Linklater no posee aún la capacidad de darle cohesión a sus múltiples personajes emblemáticos en una estructura bien organizada. La película se dispersa en su parte final y acaba pareciendo una radiografía borrosa de contadas partes de un cuerpo. Las partes más fallidas son las referidas a los mexicanos, precisamente, entre otras razones, porque se ha recurrido al lugar común (una historia inclusive coincide con el reciente churro nacional Mujer alabastrina) y a una mayoría de actores no mexicanos que hablan con diferentes acentos: el cubano Bobby Cannavale, el puertorriqueño Luis Guzmán, la colombiana Catalina Sandino Moreno y el venezolano Wilmer Valderrama. La única mexicana real, Ana Claudia Talancón, no es lo que pudiéramos llamar una excelsa actriz, y hasta ella se ve fuera de lugar.

Fast food nation concluye con imágenes repugnantes del sacrificio y destace de reses, una metáfora visual sobre la explotación de la clase trabajadora que ya había usado Eisenstein en La huelga, hace unos 80 años nomás. Por cierto, hoy se inauguró en el vestíbulo de la sala Debussy una exposición de dibujos eróticos del gran cineasta ruso, presentada por el festival de Cannes y el Estudio Hermitage, de San Petersburgo.

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