Terminó encuentro internacional de artistas que practican esa vertiente pictórica
El muralismo necesita aprovechar los cambios tecnológicos; ''en México pierde presencia''
Ampliar la imagen En la imagen, uno de los murales que el pintor mexicano Gustavo Chávez Pavón realizó a finales de 2004 en el muro que divide Israel de los territorios palestinos ocupados, una de las zonas más conflictivas de Medio Oriente Foto: Cortesía del artista
La reactivación de los movimientos políticos ha dado como resultado el resurgimiento de la pintura mural en todo el mundo; sin embargo, enfrenta nuevos retos como encontrar mecanismos para adaptar esta forma de arte a los cambios que ofrece la tecnología; medios de financiamiento que involucren a la iniciativa privada y al sector público que no representen limitaciones para el artista, y que los creadores tengan acceso a beneficios como un salario y a sistemas de salud, expresaron muralistas de varios países y especialistas que asistieron al encuentro Internacional Pintura Mural en el mundo del siglo XXI: raíces antiguas, nuevos senderos.
Este encuentro, que concluyó hace unos días, fue organizado por la Fundación Diego Rivera para hacer un balance de la situación de la pintura mural y también un primer paso para la convocatoria de un congreso internacional el próximo año. En esta ocasión participaron 120 artistas y expertos de Australia, Nueva Zelanda, Europa, América y Africa.
El financiamiento, un problema
El muralismo ''siempre se ha relacionado con los movimientos políticos y sociales; lo podemos ver en Chile, Portugal, Alemania, México, pero cuando los movimientos decaen el muralismo también. Actualmente tenemos un nuevo movimiento generado por la globalización, los problemas mundiales de la ecología, de la economía y también en el arte", señaló el muralista alemán Klaus Klinger.
''Durante muchos años -agregó- el muralismo no fue arte para los directores de museos o galerías; eso ocurrió también en Alemania, pero ha cambiado; así como también se ha modificado la idea de que los murales deben durar 500 años, ahora son más efímeros y me gusta eso, porque no tenemos que apropiarnos de todo el espacio, pues las próximas generaciones deben tener lugares dónde pintar".
La situación está muy dividida: ''por un lado tenemos grupos muy fuertes, bien financiados, educados e informados, muy incluyentes con la comunidad, que son los modelos a seguir, pero también la excepción, en la mayoría de los países hay muchos obstáculos: políticos, económicos", señaló a su vez el artista Henry A. J. Ramos, presidente y fundador de la organización filantrópica Mauer Kunst Consulting.
Ramos coincidió en señalar que sí ha habido cambios, y uno de los más visibles es que antes los murales se pintaban sobre paredes, ''pero ahora lo que vemos son diferentes formas de expresión, son móviles, se usan las tecnologías".
Sin embargo, pese a esos cambios la pintura mural enfrenta la amenaza de la comercialización, la economía global y la tendencia a homogeneizar culturas.
Para Brian Campbell, asistente ejecutivo del Programa de Arte Mural de Filadelfia, ''el muralismo está vivo y saludable en todo el mundo", y señaló como uno de los principales problemas el financiamiento, porque el arte mural muchas veces se ve como algo ajeno a la ''alta cultura".
Existe mucho camino por recorrer en cuanto al acceso a los recursos, y uno es la mezcla de inversión pública y privada, que funciona ya en Filadelfia. Otro de los aspectos pendientes es lograr que los artistas tengan buenos salarios y acceso a los sistemas de salud.
Uno de los puntos centrales que no debe soslayarse es que la situación de la pintura mural está completamente interconectada con la realidad mundial, manifestó Judith Baca, directora artística del Social and Public Art Resource Center.
En Los Angeles, por ejemplo, ''los artistas chicanos estamos muy conectados con la situación de la militarización de la frontera y la criminalización de los migrantes. No hay artista o mural que no intente dar voz a la comunidad. Como muralista no puedo separar la guerra en Irak, una guerra que no necesitamos, y los problemas de la frontera que nos están afectando". Advirtió sobre el riesgo del financiamiento público o privado, por la posibilidad de que dicte el contenido de la obra, ''si eso ocurre, habrá que preguntarse por qué son muralistas. Tenemos que buscar nuevas estrategias para hacer que esto funcione, más patrocinios y formas de hacerlo sin patrocinios, ser más inventivos, creativos y radicales para mantener esta tradición".
Esfuerzos aislados
Si bien en el mundo se desarrolla este arte, ''en nuestro país, aun cuando contamos con una tradición enorme de pintura mural, no hay ningún movimiento organizado, ni siquiera una práctica más o menos regular", manifestó Diego López Rivera, director de la Fundación Diego Rivera.
En México ''el muralismo se ha perdido en términos de un movimiento, de una presencia permanente, organizada, articulada, bajo un concepto determinado; hay muchos esfuerzos aislados, tenemos muralistas en Tlatelolco, o Antonio Ortiz, Gritón, en comunidades de Oaxaca, pero es una fragmentación, es una falta de valoración de esa pintura, porque hay como una idea muy encasillada de lo que fue el muralismo y cómo vino la ruptura, y ahora las manifestaciones más actuales dentro de las artes plásticas tienden a otros formatos y expresiones, la pintura mural está como relegada".