La congregación que creó considera que el fallo la beneficiará
El ex sacerdote alega inocencia, pero acata el castigo "con tranquilidad"
En respuesta a la sanción ordenada por el Vaticano tras "previa investigación a un estudio atento", en el que se le acusa de delitos sexuales contra menores de edad, el fundador de la congregación Legionarios de Cristo, Marcial Maciel Degollado, informó ayer que acatará la decisión "con fe, con total serenidad y con tranquilidad de conciencia".
En un comunicado fechado en la ciudad de Roma, Italia, la congregación católica expone en cinco puntos que la decisión aprobada por el papa Benedicto XVI "se trata de una nueva cruz que Dios, el padre de Misericordia, ha permitido que sufra (Marcial Maciel) y de la que obtendrá muchas gracias para la Legión de Cristo y para el movimiento Regnum Christi", que él fundó el siglo pasado.
El documento agrega que los legionarios y miembros del movimiento Regnum Christi, "a ejemplo del padre Maciel y unidos a él, acogemos y acogeremos siempre todas las disposiciones de la Santa Sede con profundo espíritu de obediencia y fe, y renovamos nuestro compromiso de trabajar con toda intensidad para realizar nuestro carisma de la caridad y extender el Reino de Cristo sirviendo a la Iglesia".
Los seguidores del clérigo octogenario -del que el año pasado se recabaron en México por lo menos 30 expedientes con relatos de personas que padecieron abuso sexual por parte de Maciel, los cuales significaron cuatro veces más denuncias que las presentadas hasta entonces de manera formal ante el Vaticano- expusieron en su texto que su líder ha recibido a lo largo de su vida "un sinnúmero de acusaciones", algunas de ellas, reconocen, fueron presentadas ante Roma para que se abriera un proceso canónico.
En todo momento, continúan, "ante las acusaciones hechas en su contra, él afirmó su inocencia y, siguiendo el ejemplo de Jesucristo, optó siempre por no defenderse de ninguna manera".
El comunicado de los legionarios resalta finalmente las consideraciones que el Vaticano tuvo con el prelado acusado de pederastia, como su edad avanzada y su precario estado de salud, para "no realizar el proceso canónico e invitar al padre a una vida reservada de oración y penitencia, renunciando a todo ministerio público".
Se trata de la sentencia a divinis del Código de Derecho Canónico, que en términos eclesiásticos es la pena máxima que un sacerdote puede recibir y de la cual, en la historia de la Iglesia católica, no se tiene antecedente de que a otro fundador de una orden del Vaticano se le haya impuesto en vida.