El gabinete, gobernadores, burócratas y pocos artistas independientes
Más de 2 mil invitados en la apertura del ''majestuoso recinto del saber y el leer''
La ceremonia, con sabor a triunfo, luego de haber enfrentado múltiples críticas
Ampliar la imagen Un aspecto de la Biblioteca Vasconcelos, ayer, en la inauguración del inmueble Foto: Cristina Rodríguez
A las prisas y entre sofocones, contra viento y marea, a pesar de las críticas y la controversia, al fin se inauguró la megabiblioteca, el proyecto cultural más ambicioso del sexenio. A la una en punto de la tarde el presidente Vicente Fox hizo la declaratoria inaugural del recinto al que llamó sucesivamente ''palacio", ''catedral" de la lectura y ''majestuoso recinto del saber y del leer".
Poco después vino el sofocón: entre los 2 mil invitados que presenciaban el solemne acto, una mujer se puso de pie sobre una silla y gritó con voz destemplada: ''¡Fox, tienes las manos llenas de sangre de Atenco! ¡Fueron 17 las mujeres violadas! ¡Libertad a los presos de Atenco!"
No pasó a mayores. En segundos la mujer fue rodeada por elementos del Estado Mayor Presidencial y conminada pacíficamente a retirarse. Camino a la salida dijo llamarse Lidia Escamilla, ''Premio Andrés Henestrosa 2003 y adherente de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona".
Una improvisada y tibia ovación quiso minimizar el incidente, y una elegante mujer del área de invitados especiales identificó a la activista simplemente como ''una naca".
Pasado el sofocón, vino el recorrido del mandatario por los distintos niveles y pasillos del edificio. Lo acompañaba su esposa, Marta Sahagún, cuya sonrisa inmutable quizá se hubiera desdibujado de haber sabido que entre el acervo de la megabiblioteca figura el libro La jefa, en el que la periodista argentina Olga Wolnart revela aspectos que en su momento molestaron a la llamada pareja presidencial.
Muy contenta -y con toda razón- lucía la presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Sari Bermúdez, que veía cumplirse uno de los principales proyectos de su gestión.
La inauguración del recinto tenía para ella un sabor a triunfo, luego de haber sorteado todo tipo de críticas y cuestionamientos, algunos de los cuales, al parecer, aún están por esclarecerse.
Todavía tres horas antes de la ceremonia inaugural, el escultor Gabriel Orozco estaba terminando de armar la escultura-esqueleto de ballena gris que pende al centro del edificio y que está llamada a convertirse en símbolo del lugar. Y los trabajadores se apresuraban a barrer el polvo y retirar los últimos escombros resultantes de la obra.
Polvo necio y restos de casacajo
A la hora de los discursos, en apariencia ya todo estaba en su sitio. En apariencia. Era cosa de poner un poco de atención y ver el polvo necio por todas partes, restos de cascajo en algunos rincones, y uno de los patios que presumiblemente será jardín aún lleno de montículos de tierra y fierros viejos. Serán detalles, pero lo cierto es que el recinto no estaba por completo terminado.
En algunos puntos presenta inclusive goteras, varias provenientes de los ductos de cableado. Cuando se le cuestionó sobre el punto, el arquitecto responsable de la obra, Alberto Kalach, explicó que se de-bían al ''baldeo con agua y algunos solventes" llevado a cabo con fines de limpieza. No parecía estar bromeando.
Fue broma su respuesta a la pregunta de en qué se había inspirado su proyecto: ''en Monster Inc.", respondió Kalach aludiendo a aquella película de dibujos animados en la cual de una línea de producción cuelgan miles de puertas que conectan con otros tantos lugares del mundo. Broma o no, el símil es de lo más afortunado.
Entre los asistentes a la ceremonia se hicieron notar varios integrantes del gabinete presidencial: la titular de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, Xóchitl Gálvez; el secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz; el de Relaciones Exteriores, Ernesto Derbez. También hubo gobernadores: Pablo Salazar Mendiguchía, de Chiapas; Enrique Peña Nieto, del estado de México; Natividad Gozález Parás, de Nuevo León.
Y fue notoria la predominante presencia de lo que algunos suelen llamar ''la casta dorada de la burocracia cultural", es decir, funcionarios de mediano y alto rango en las distintas instituciones culturales.
Se extrañó, en cambio, a la comunidad artística e intelectual independiente: aquellos creadores e intelectuales sin cargos públicos que, pese a su actitud crítica, en otros tiempos eran convocados a participar en este tipo de actos.
Mientras tanto, al margen del fasto y la euforia oficiales del momento, en la calle se expresaba parte del México real y convulso.
La comitiva presidencial y sus invitados fueron recibidos por una manta a la entrada del recinto en que se reclamaba el proceder del gobierno en Atenco. En tanto, trabajadores de distintas instituciones culturales, adscritos al Colectivo Sindicatos Sector Cultura de la Secretaría de Educación Pública, repartían volantes que en varios casos fueron decomisados por elementos del Estado Mayor Presidencial.
El volante criticaba y manifestaba su ''repudio" a la megabiblioteca, la cual, advertían, ''pronto estará inmersa en una serie de irregularidades financieras y laborales por la concepción 'neoliberal' con que se le pretende echar andar; con enormes boquetes financieros".