Usted está aquí: miércoles 10 de mayo de 2006 Capital 10 de mayo en un crucero citadino

10 de mayo en un crucero citadino

Nayeli tiene 19 años, es madre soltera y desde los 2 vive y trabaja entre vehículos

MIRNA SERVIN

Ampliar la imagen En el camellón de Circuito Interior y avenida Revolución, Nayeli Velázquez (al centro) vende tarjetas telefónicas mientras su madre ofrece dulces. En un corral permanecen su hijo y un sobrino Foto: Marco Peláez

¿Cuántos años tienes, Nayeli? Diecinueve, contesta al lado del corral en el que está su hija de dos años de edad, en el camellón de una vía rápida que le sirve de guardería.

-¿Y cuánto tiempo llevas aquí trabajando?

-Como 17 -dice.

-¡Pero si apenas tienes 19!

-Mi mamá me traía a este mismo lugar mientras ella vendía dulces cuando yo tenía más o menos la edad de mi hija -explica.

Nayeli mide menos de 1.50 metros y es tan menuda que en ocasiones se mete al corral de su hija para recostarse con ella. Las dos quedan como atrapadas en medio del paso de miles de automovilistas que cruzan el Circuito Interior y el inicio de la avenida Revolución.

A veces recibe miradas instantáneas e impasibles, o reclamos airados: "Algunas señoras en su cochesote pasan y me dicen que me van a echar al DIF, pero este trabajo en la calle es el único donde puedo cuidar a mi hija. Si yo gano 600 pesos a la semana y la guardería me cobra 400, cómo le voy a hacer".

Vestida con un overol amarillo, vende tarjetas de teléfono ocho horas diarias, mientras la pequeña Ximena espera dentro del corral que alguien les regaló. Antes, durante los primeros meses de vida de la niña, peinada de coletas y de mirada seria, su lugar de resguardo fue una carriola, que también alguna persona les obsequió.

La luz roja del semáforo abre pequeños espacios en su historia. Nayeli Velázquez vive en un cuarto situado en Cuautepec, delegación Gustavo A. Madero. Quería estudiar trabajo social o algo que tuviera que ver con los derechos humanos, cuenta. Sin embargo, la realidad la ahogó en sus últimos años de primaria, donde, con varios hermanos, el dinero no alcanzó para que ella siguiera en la escuela.

"Me junté chica y me embaracé. Tenía miedo. Una siente que el mundo se le cae encima. Todo es más difícil, pero aun así creo que ella es una bendición."

Con una hoja de servicios de gratuidad donde constaba que era madre soltera, dio a luz en el Hospital Regional de Ticomán. Para solventar sus primeros gastos trabajó cantando en el Metro y con eso compraba paletas que también vendía ahí, "o a veces también pedía: 'con lo que gusten cooperar'".

Pero no fue una buena opción, porque la detenían en las revisiones por varias horas, así que decidió vender tarjetas telefónicas "por ofrecimiento de un señor".

Ahora tiene un trabajo más estable, pero con comisiones variables por el número de tarjetas vendidas, así que, reconoce, aún le hace falta de todo.

"Uno busca apoyos, pero no es cierto que a todas nos dan. Una vez fui a unas oficinas por La Villa, porque me dijeron que había ayuda para las madres solteras. Eran como 260 pesos mensuales y para mí era un gran apoyo, pero no me dieron nada, porque mi hija todavía no estudiaba..." Toma un poco de aire y reclama sin sobrepasar su voz bajita: "pero si yo lo necesito desde ahora".

La sonrisa de Ximena se ilumina en medio del humo de los autos, que para ese momento ya es resguardada por su abuela junto a un cajón de dulces. Cuando su abuelo y su tío, de 11 años, se aproximan por el camellón, la niña corre con los brazos abiertos para alcanzarlos.

Nayeli dice que es muy afortunada porque cuenta con el apoyo de sus padres, quienes la ayudan a cuidar a la niña, pero la situación de ellos no es mejor. La abuela vende dulces en la misma esquina y una de las hermanas de Nayeli lo hace una esquina adelante.

Justo esta semana, la joven enfermó unos días, tuvo calentura y dejó de asistir al crucero para vender sus tarjetas. "Lo que más me cuesta son los pañales de la niña, me gasto más de un paquete de cien pesos a la semana."

La comida es una batalla aparte. Le lleva arroz, sopas o huevos duros, pero si no puede tiene que comprar, lo que disminuye otro tanto su único ingreso familiar.

-¿Cómo ves la vida con tu hija en el futuro?

-Yo quiero que estudie, que vaya a la escuela y que esté bien, que sea feliz. Uno siempre quiere que sean un poquito más que uno, ¿no?

Nayeli se sorprende un poco con otra pregunta. ¿Festejo del Día de la Madre?

-No, pues más bien no. Cuando era chica me acuerdo que a veces le podíamos comprar un obsequio a mi mamá, pero hoy, pues no. Nos la pasamos aquí trabajando.

 
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