Usted está aquí: martes 9 de mayo de 2006 Política Migración, en el tablero electoral de EU

Migración, en el tablero electoral de EU

Republicanos y demócratas miden sus pasos para sacar ganancias políticas de la reforma

DAVID BROOKS CORRESPONSAL

Nueva York, 8 de mayo. La reforma migratoria se convirtió en pieza de ajedrez en el tablero electoral de Estados Unidos -algunos señalan que también en el de México- y los estrategas de los partidos Republicano y Demócratas ahora miden sus acciones, ya no para resolver el problema fundamental, sino para beneficiar sus intereses políticos.

Karl Rove, el estratega político-electoral del presidente George W. Bush, considera que una reforma migratoria limitada es clave para mantener el dominio republicano en el Congreso este año. Las mayorías republicanas en la Cámara de Representantes y el Senado están amenazadas ante las elecciones legislativas en noviembre -en gran medida por el desplome de aprobación de Bush en las encuestas, la guerra, el precio de la gasolina y los escándalos que rodean a ese partido- y Rove, encargado de diseñar la estrategia electoral nacional para enfrentar esta situación, concluyó que una reforma migratoria es un punto central en ese contexto, reporta hoy el New York Times.

Para lograrlo, Rove y el presidente tienen que superar las profundas divisiones dentro de sus propias filas, y eso podría ser, en un año electoral, una misión imposible.

"Estamos en una coyuntura clave", afirma Demetrios Papademetriou, director del Instituto sobre Políticas Migratorias en Washington. En entrevista con La Jornada, el experto apunta que "ahora todos los políticos tienen la espalda contra la pared" por la presión sobre el tema migratorio. En el Senado "las cartas están sobre la mesa", sin embargo aún no está claro si se podrá lograr un consenso. "Todos cuentan los votos y si se tienen entre 65 y 70 (o sea, más de los necesarios) para aprobar algo", indica Papademetriou. Pero la pugna continúa en torno al proceso, sobre cuántas enmiendas se podrán considerar y qué acuerdos se pueden lograr en la defensa de los principios básicos de negociación con la Cámara.

Mucho dependerá del cálculo político-electoral. Organizaciones que respaldan una reforma migratoria integral -y algunos legisladores- desean postergar toda acción en el Congreso hasta después de las elecciones de noviembre. Argumentan que la posibilidad de que por lo menos una de las dos cámaras caiga en manos demócratas cambiaría la dinámica legislativa para promover una reforma migratoria más amplia y generosa, particularmente si pasara a una mayoría demócrata.

Otra posibilidad es que se apruebe un proyecto en el Senado, pero quedaría con tantas enmiendas que resultaría casi imposible su aplicación.

Otros insisten en que inclusive un proyecto de ley complejo y limitado es mejor que nada en esta coyuntura. Sí es posible un proyecto que ponga a unos nueve millones de migrantes en camino hacia la legalización, opina Papademetriou, y tal vez ésta será la única oportunidad en este periodo para lograrlo.

El New York Times opinó hace unos días que "el proyecto de ley más reciente del Senado es una componenda poco atractiva que cerraría la puerta a muchos inmigrantes más recientes e impondría impresionantes obstáculos burocráticos sobre el resto. Pero por lo menos permanece envuelta sobre un principio vital: la opción de ciudadanía para aquellos pobladores en las sombras que desean y merecen ser estadunidenses".

Para el Foro Nacional sobre Inmigración -pro reforma migratoria en Washington-, éste es "un momento para tomar temperaturas" y evaluar qué es posible y si vale la pena apoyarlo en esta coyuntura, declaró su vocero Doug Rivlin hoy a La Jornada. Señaló que aún no se sabe si los legisladores están dispuestos a proceder o sólo están preparando un "juego de culpabilidad" entre ellos. Para avanzar, se tendría que evaluar qué forma tendría un acuerdo final, qué tanto se tendría que conceder por cada lado y si el resultado sería aceptable para ellos y sus coaliciones.

Los senadores han indicado que desean retomar el debate ante el pleno este mes, y algunos creen que si no lo logran hacer para fines de mayo, quedará anulado para este año. El presidente Bush ha dicho repetidamente que desea algún acuerdo este año, pero mucho depende de qué tanto se atreva a promoverlo y cuánto capital político esté dispuesto a invertir en ello.

Sin embargo, la debilidad del presidente -con un nivel de aprobación bajísimo, el peor registrado hoy al caer a 31 por ciento en una encuesta de USA Today/Gallup-- ha deteriorado su influencia entre sus propias filas republicanas. Los legisladores están evaluando si apoyar a su presidente en este tema es más costoso que pronunciarse contra una reforma migratoria y sólo enfatizar la seguridad fronteriza, o simplemente no actuar en torno al tema.

Por otro lado, el surgimiento del movimiento migrante ha generado reacciones por todas partes. La clase política fue tomada por sorpresa, y ahora evalúa si este movimiento ha tenido efectos positivos o negativos en el proceso legislativo y el debate nacional sobre la reforma migratoria.

La revista The Economist señaló que "el éxito de las protestas fue suficientemente real, tanto en el número de manifestantes como el boicot de la economía... Pero, ¿qué tal si el éxito resulta en una autoderrota, al provocar no sólo simpatía para inmigrantes ilegales, sino un revire en su contra?", pregunta en su editorial.

Señala que, cuando los inmigrantes latinos estaban dispuestos a trabajar de manera invisible, los estadunidenses podían simplemente ignorarlos, pero ahora, después de las protestas, "ya no pueden". Por tanto, hay un nuevo problema político: "ahora que la hipocresía de la política migratoria congénitamente disfuncional de Estados Unidos ha sido revelada, ¿cómo se puede reformar esa política?"

Y ésa es la pregunta que cada vez se complica más por la coyuntura electoral. Las encuestas ofrecen resultados contradictorios, con mayorías que apoyan mayor seguridad fronteriza y control de migración y también simpatía para el trabajo y los valores de los inmigrantes y su derecho a permanecer aquí bajo ciertas condiciones. Para los políticos de ambos partidos, esto sólo nutre su nerviosismo.

A la vez, ambos partidos entienden que a largo plazo cada vez más su futuro será condicionado por el voto latino, y que el movimiento migrante que estalló en los últimos meses podría estar no sólo cambiando la dinámica del voto latino actual, sino que de aquí están naciendo generaciones que determinarán esa fuerza político-electoral. Analistas como Rove, junto con otros estrategas políticos y analistas republicanos, han alertado que habrá consecuencias severas para su partido si de repente éste es tachado de antimigrante. Algunos demócratas, por su lado, entienden que aquí hay una gran oportunidad para su futuro, aunque aún se muestran muy cautelosos sobre el tema.

Algunos estrategas y analistas han intentado señalar los altos costos políticos en Estados Unidos de no lograr una reforma migratoria -aun una muy limitada- este año.

Por un lado, el electorado tendría una prueba más de la falta de respuesta por Washington a un problema que todos señalan como uno de los prioritarios a escala nacional. Por otro, sería una derrota más de Bush, quien ha insistido en una reforma desde su relección.

Mensajes casi gemelos

Para otros, las consecuencias van más allá de este país. El estratega y asesor político Dick Morris y un ex canciller mexicano han alertado -con un mensaje casi gemelo en sus respectivos artículos de opinión en medios estadunidenses- que si Washington no logra impulsar una reforma migratoria, eso tendría la consecuencia "indeseable" de asegurar un triunfo de la izquierda en México, para el caso, Andrés Manuel López Obrador. Eso, afirman, sería un triunfo de esa corriente de izquierda anti-Washington que ahora ocupa el gobierno en varios países sudamericanos.

Los migrantes, así, se vuelven una pieza en el gran juego político-electoral de Estados Unidos. Pero esta vez, los políticos se encuentran jugando cada vez más sobre otro tablero, recién hecho por manos migrantes.

 
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