Médicos forenses le mostraron la ojiva que extrajeron del cuerpo
En el acta de defunción no se define el tipo de proyectil, afirma el padre
Ampliar la imagen Edgar Santiago Navarro, de 21 años de edad, convalece por una fractura en el brazo izquierdo en un hospital tras ser detenido el jueves en Atenco Foto: Agencia MVT/Mario Vázquez
RENE RAMON, JAVIER SALINAS; GUSTAVO CASTILLO, ROBERTO GARDUÑO CORRESPONSALES Y ENVIADOS
La causa de la muerte de Francisco Javier Cortés Santiago fue "un disparo de arma de fuego", aseguró Felipe Cortés Sánchez, padre del adolescente, quien atestiguó la necropsia. El jueves, a la una y media de la madrugada, los médicos forenses de la subprocuraduría regional de Justicia con sede en Texcoco lo llamaron para que presenciara la intervención al cadáver.
En el anfiteatro observó a su hijo tendido en una plancha, donde los médicos legistas le mostraron la ojiva que le había provocado la muerte. No obstante, no informaron el calibre de la pistola utilizada, lo cual tampoco se asentó en el acta de defunción.
"Falleció por disparo de arma de fuego, aunque en el acta de defunción no pusieron el tipo de proyectil; nada más me mandaron traer para que atestiguara lo que le iban a sacar al cuerpo, lo que había terminado con la vida del niño. Fue una bala la que le extrajeron", sostuvo Cortés Sánchez, un hombre diabético de 40 años de edad, quien enseñó a elaborar merengues a Francisco Javier, productos que luego vendía en mercados para ayudar al sustento familiar.
Ayer, el cadáver fue llevado a la capilla de San Francisco, en Acuexcomac, para celebrar una misa de cuerpo presente; más tarde fue sepultado en el panteón del pueblo.
El miércoles por la mañana, la madre de Francisco Javier, doña Juana, ordenó a éste que fuera a la casa de su abuela por un paquete de tamales de tripa de pollo. Le dijo que se fuera por "adentro" del pueblo porque la carretera estaba bloqueada.
Apenas 20 minutos después un amigo avisó a la familia que el adolescente estaba herido en la avenida Nacional. Francisco Javier siguió la instrucción. Caminó por la calle que le dijeron -distante a una cuadra de la carretera federal Texcoco-Lechería-, pero se encontró de frente con un contingente de policías estatales, proveniente del paraje La Pastoría, que disparaba con lanzagranadas de gas lacrimógeno y aventaba piedras contra quienes bloqueaban el paso.
Sus amigos le gritaron que corriera; lo jalaron, pero dijo "no, porque yo no estoy haciendo nada". Después de pocos minutos de refriega el joven cayó muerto.
Francisco Javier era el cuarto de cinco hermanos y suspendió sus estudios en segundo de secundaria por ayudar a su padre, luego de que éste enfermó de diabetes.