Desde que el 17 de mayo de 1990 la Organización Mundial de la Salud borró a la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales, un número cada vez mayor de instituciones nacionales e internacionales están haciendo lo propio. El cambio de paradigma, que deja de considerar a la homosexualidad como un problema y señala a la homofobia como el verdadero peligro para la convivencia social, lo están protagonizando no sólo las instituciones académicas y científicas sino también las instituciones públicas y los organismos internacionales. Así, se ha comenzado a documentar el daño personal y social que provoca la discriminación, el estigma y el prejuicio que recae sobre las personas homosexuales, transexuales y bisexuales. La encuesta sobre discriminación realizada por la Sedesol y el Conapred, revela que son estos grupos de la sociedad los más discriminados y estigmatizados.

Por lo mismo, resulta lamentable que mientras numerosas organizaciones civiles e instituciones gubernamentales del país se aprestan a realizar la Jornada Mundial contra la Homofobia el próximo 17 de mayo, el secretario de Gobernación, Carlos Abascal, intentara cancelar la presentación del Programa Nacional para Prevenir y Eliminar la Discriminación por razones precisamente de homofobia. Al parecer, el señor secretario manifestó su desacuerdo por las líneas de acción propuestas para enfrentar la discriminación que padecen las personas por sus preferencias sexuales. En particular, las que hacen referencia a otorgar a las parejas del mismo sexo los mismos derechos que las parejas heterosexuales en lo que a seguridad social se refiere.

El fallido afán del secretario Abascal pretendió modificar un programa ampliamente consensuado por la sociedad civil, para presentar en su lugar la incongruencia de un programa discriminador.