Insiste en que dará continuidad a los planes de Fox
Cadena perpetua a plagiarios de niños, propone Calderón
La Plaza México, el pasado domingo, estaba llena de panistas. El escenario, el ruedo, fastuoso. La difusión, en el Canal de las estrellas, garantizada previo pago de media hora de espacio. Sólo restaba el discurso del candidato Felipe Calderón, quien terminó con una arenga en torno del Día del Niño. Hizo una promesa inusitada en su campaña: dictar cadena perpetua a secuestradores de niños.
La expectativa previa sobrepasó lo que finalmente fueron sólo 19 minutos de discurso del único orador entre las 50 mil almas traídas desde diversos puntos del país: Chihuahua, Jalisco, Veracruz, Tlaxcala, estado de México, Puebla. Sin duda, la mayor operación de acarreo efectuada por los panistas en toda la campaña, el acto más importante realizado "para cerrar la primera etapa de la campaña", el escenario más desperdiciado por el candidato.
Diecinueve minutos del mismo ritornelo, pero con la novedad de que ahora utilizó 21 veces la palabra niños y 16 el vocablo hijos. Lejos quedaron, sin duda, los esfuerzos de las bases panistas movilizadas desde el interior del país.
Sobre el ruedo estaban los blanquiazules de elite, quienes contemplaban desde ese espacio privilegiado la plaza llena. "Es una acción energética del partido", decía un eufórico Juan Molinar antes de adelantar que ahora vendrá la hora de "echar el partido a tierra". El ex subsecretario no ocultaba su desbordado entusiasmo y portaba una banda que decía: "Chilango desobediente con Felipe Calderón".
Al acto llegaron dos secretarios de Estado: Rodolfo Elizondo, secretario de Turismo, y José Luis Luege, de Medio Ambiente. Junto a ellos estaba el gobernador de Jalisco, Francisco Ramírez Acuña, quien destapó hace meses a Calderón y ahora lo recuerda diciendo que "los jaliscienses sabíamos que era el mejor gallo".
También llegó el ex secretario de Gobernación Santiago Creel, quien habló del desplome del priísta Roberto Madrazo y la falta de estructura del perredismo en el norte, lo cual, afirmó, conforma un escenario de triunfo para el PAN.
Es el paso a lo que definen como la "etapa de la victoria". El líder del partido, Manuel Espino, habló de las descalificaciones a los sondeos, sustento del discurso triunfalista de los panistas:
"Lopez Obrador ha dicho muchas mentiras y lo sigo invitando a que lo demuestre. El problema es que cuando las encuestas lo favorecían, las reconocía. Pero ahora que no las desprecia, las califica de mentirosas. Cuando íbamos abajo en la intención del voto nunca descalificamos los sondeos, sino que afinamos las estrategias y ahora estamos en primer lugar."
Obviamente, Calderón abrió el evento reivindicando su participación en el debate: "En opinión, gracias a Dios, de la mayoría de los mexicanos, ganamos el debate".
"¿Qué es lo que está en juego el 2 de julio? Precisamente a quienes celebramos hoy. Lo que vamos a decidir es el México que vamos a dejar a nuestros hijos."
Poco a poco el entusiasmo de la militancia, alentado por la música grupera y los gritos de un animador, fue cayendo, mientras el candidato se paseaba sobre un cruz que atravesaba casi todo el ruedo.
El discurso no varió: que será el presidente del empleo y de la estabilidad económica, que es el candidato de las manos limpias, el hombre que pugna por la transparencia, el aspirante que no quiere a los ciudadanos tras las rejas, sino a los delincuentes. Además, su oferta de pagar el servicio médico a las familias de escasos recursos, el del México libre, el del México transparente.
Calderón habló de dar continuidad a los programas centrales del foxismo: Oportunidades, Seguro Popular y las becas. Igualmente, enfatizó su planteamiento de buscar capitales para reducir el flujo migratorio.