Cientos de miles de inmigrantes reivindicaron sus derechos
Avalancha humana hizo aparecer lo invisible en EU
Una ola pacífica y festiva surgió de los cuatro puntos cardinales del país
Ampliar la imagen La imagen de la virgen de Guadalupe, símbolo presente en la marcha realizada en Chicago Foto: Ap
En un día para recordar, Estados Unidos vivió este lunes un movimiento reivindicatorio protagonizado por centenares de miles de migrantes, sobre todo latinos, que se volcaron a las calles para reclamar su legalización. La avalancha humana, pacífica y festiva surgió en los cuatro puntos cardinales del vecino país. Así, el primero de mayo que recuerda a los mártires de Chicago fue la plataforma para que Estados Unidos viviera uno de los días de protesta nacional más grandes de su historia.
El boicot, las manifestaciones y marchas se extendieron por decenas de ciudades y pueblos de todo el país, con los migrantes como actores centrales de sus demandas: respeto a su dignidad, defensa de sus derechos civiles y el repudio a las medidas antimigrantes del gobierno federal que preside George W. Bush.
Este lunes, Día del Trabajo, ''lo invisible apareció, tanto en los centros de las grandes ciudades como en las plazas de los pueblos. Cientos de miles, posiblemente millones de inmigrantes, no acudieron a sus trabajos en fábricas, granjas, restaurantes, hoteles y otros comercios desde Los Angeles a Nueva York, de Nueva Orleáns a Seattle, entre más de 50 ciudades que celebraron Un día sin inmigrantes para demostrar su presencia y contribución a este país'', relatan David Brooks y Arturo Cano en su crónica a cuatro manos.
Carlos Villanueva, presidente de la Asociación Mundial de Mexicanos en el Exterior, dijo que las movilizaciones son un claro mensaje a Estados Unidos y a su Congreso de que se necesita regularizar la situación de los cerca de siete millones de connacionales que viven en ese país. En declaraciones radiofónicas, dirigentes de organizaciones migrantes de Los Angeles, Chicago, San Antonio, Emocalli y Phoenix, coincidieron en que el movimiento de latinos en Estados Unidos tiende a consolidarse como una fuerza cada vez más visible e influyente, que tratará no sólo de impedir la aprobación de una ley que criminaliza la migración, sino buscará otra legislación que reconozca plenamente las aportaciones que los migrantes hacen a la economía y a la sociedad estadunidenses.
Como cuentan en estas páginas Brooks y Cano, ''las cebollas de Georgia y las lechugas de California dejaron de ser cosechadas, y los clientes de los restaurantes a lo largo del país dejaron de ser atendidos. Miles de obras en construcción fueron suspendidas, las oficinas se quedaron sin ser aseadas y en los jardines se amontonaron las hojas de los árboles sin que nadie las recogiera''.
En Nueva York, por ejemplo, ''banderas de decenas de países bailaban con la estadunidense y a cada momento, y por algo misterioso, se contagiaba la alegría provocando olas de gritos de triunfo, de regocijo, de orgullo que se transmitían en español, inglés, creole, francés, coreano, chino, en miles de acentos que gritaban 'somos América', 'sí se puede', 'ningún ser humano es ilegal''', según relato del corresponsal David Brooks.
Desde Los Angeles, Arturo Cano escribe que fue una ''pachanga en grande en la segunda ciudad mexicana del continente. Familias enteras, abuelas, carreolas incluidas, avanzaban con sus carteles hechos a mano o entregados por una de las muchas organizaciones promotoras de las movilizaciones''.
Mientras el día sin latinos se llevaba a cabo en Estados Unidos, los negocios de ese país en el Distrito Federal vivían una jornada como otra cualquiera. La crónica de Alfredo Méndez registra en estas páginas que ''el común denominador en la ciudad de México fue la indiferencia que imperó en decenas de consumidores que acudieron a las filiales de tiendas de autoservicio de capital estadunidense''. La excepción fueron unos 40 estudiantes de preparatoria que durante cerca de una hora bloquearon un Wal-Mart en Buenavista. A la entrada del establecimiento colocaron unas mantas en las que se leía: ''Son trabajadores, no criminales'' , ''fuera la Sensenbrenner'', ''indocumentados, estamos con ustedes''.
Hubo gente como Roberto Martínez, quien dijo que no es mala idea dejar de consumir productos estadunidenses, pero ''es una hipocresía hacerlo sólo un día, una mañana. Nuestros paisanos se la pasan desayunando en los McDonald's''.
De visita oficial en Washington, el canciller Luis Ernesto Derbez declaró que las movilizaciones de los migrantes ''son un derecho de la libertad de expresión que debe ser respetado por cualquier democracia''. El funcionario estimó que esa situación compete solamente a las autoridades del vecino país. Derbez se reunirá entre mañana y pasado con legisladores federales y locales, a fin de entregarles documentación que muestra la positiva contribución que aportan los migrantes a Estados Unidos.
Pero el primero de mayo, cuando menos en México, tuvo mucho que ver con las movilizaciones de los migrantes en Estados Unidos. Al filo del mediodía, el subcomandante Marcos realizó un mitin ante la embajada estadunidense en solidaridad con los mexicanos indocumentados . El reportero Hermann Bellinghausen reporta que, en su discurso, Marcos dijo: ''Estamos luchando porque en nuestro suelo y bajo nuestros cielos haya para todos vivienda, tierra, trabajo, alimentación, salud, educación, justicia, democracia, independencia, información, cultura, libertad y paz. Estamos luchando por otro México, uno que no obligue a sus trabajadores y trabajadoras a dejar todo para ir al extranjero en busca de la vida que acá es ahora imposible''.
Después de acusar al gobierno mexicano de contribuir a la codicia estadunidense, y de ser vasallo de los intereses de ese país, el delegado Zero afirmó que los inversionistas extranjeros, principalmente los estadunidenses, ''han convertido en mercancías no sólo a las personas, sino también nuestras tierras, nuestra naturaleza, nuestras aguas, nuestros bosques, nuestra biodiversidad, nuestra historia y cultura''. En consecuencia, los invitó a ''ir haciendo sus maletas porque se van a ir de México. El pueblo organizado los va a expulsar. En nuestros cielos no ondeará la bandera de las barras y las turbias estrellas. Habrá de ondear de nuevo con dignidad el pendón tricolor con el águila posada en un nopal y luchando contra una serpiente. Ni modo. Hay que empezar a empacar''.