Editorial
Compra de armas, gasto excesivo del Estado mexicano
En la actualidad, México no registra problemas sociales graves que lo obliguen a adquirir armas, tampoco tiene enemigos y mucho menos piensa participar en guerra alguna a corto, mediano o largo plazos. Sin embargo, de acuerdo con un estudio del Banco Mundial (BM), en los pasados 10 años el Estado mexicano ha incrementado significativamente la importación de armamento y equipo bélico.
Las cifras reveladas por el BM son escandalosas. En la década reciente, por ejemplo, el valor de las importaciones de armamento se multiplicó por seis. El gasto en este rubro ha alcanzado un nivel explosivo durante el último año, cuando la adquisición de pertrechos militares fue 21 veces mayor que antes de la aparición de los zapatistas. En este periodo, cuando el conflicto en Chiapas no requiere de grandes esfuerzos bélicos, el Estado mexicano gastó 265 millones de dólares, monto superior en 516.27 por ciento al registrado en 1995, un año después del levantamiento en el sur del país, y 2 mil 108 por ciento más grande que en 1992, cuando la cifra alcanzaba 12 millones de dólares.
El organismo multilateral reveló, además, que el incremento en la compra de armas del Estado mexicano que comenzó en el gobierno de Ernesto Zedillo y prosiguió durante el actual sexenio va a contracorriente del promedio de gastos militares registrado en América Latina en la década pasada, que ha disminuido. En el año anterior, por ejemplo, la importación de armamento del gobierno mexicano equivale a 46.8 por ciento de la compras realizadas por todos los países latinoamericanos, que sumaron 566 millones de dólares.
Ante los datos proporcionados por el BM es pertinente preguntar, ¿para qué gastar tanto dinero en armas si el país no las necesita? Es un hecho que no existe razón para tal gasto, pues México no participará en los próximos años en algún conflicto. Por el contrario, el país sufre carencias en muchos rubros, como salud, educación, inversiones en infraestructura; la lista es larga, por lo que la prioridad no está en la renovación del equipo militar.
Debería ser más urgente, por ejemplo, estimular la productividad y fomentar inversiones en sectores clave para incrementar el nivel de vida de la población, estancado desde hace más de una década.
Ante este panorama, es injustificable que el Estado desperdicie recursos valiosos en armamento que no usará, dejando de lado las necesidades urgentes de la mayoría de la gente.