CIUDAD PERDIDA
¿Cuánto tiempo durará el gas con el que inflan a Felipe?
Crónica de un debate entre jóvenes en un café de la Condesa
FUE DIFICIL, para ser precisos, imposible, sustraerse del debate que un trío de jóvenes, de entre 19 y 22 años, protagonizaba en un cafetín de los rumbos de la Condesa. El tema: la sucesión presidencial y su proceso.
LAS POSTURAS parecían bien definidas. La única mujer sostenía que no existían, por el momento, razones, proyectos bien definidos de los candidatos, como para que se pudiera tomar desde ya una decisión inamovible.
ENTRE LOS otros dos la situación era diferente: uno era abiertamente panista y el otro defendía la idea de que serían ellos, los jóvenes, quienes entrarían al mercado laboral durante el próximo sexenio, y que no podían arriesgarse a mantener los niveles de desempleo, el futuro diseñado con base en la destrucción de la llamada clase media y, por tanto, la polarización de la sociedad. "Porque en un país de ricos y pobres, como quiere Felipe Calderón, nuestro lugar siempre estará entre los jodidos".
MIENTRAS LA muchacha disfrutaba de un capuchino bien copeteado de espuma, sus compañeros discutían. El panista atacaba con argumentos de televisión la posibilidad de que López Obrador llegara a la Presidencia de México; el otro, cuando menos más leído, contratacaba con datos precisos -sorprendente, si se toma en cuenta el poco interés que se dice tienen los jóvenes por la prensa escrita, donde apareció esa información-, y ponía énfasis en los logros del candidato del PRD cuando gobernó en esta ciudad.
CASI SIN escuchar, el panista repetía una y otra vez los espots azules que inundan las pantallas de televisión, pero llegó un momento en que su terquedad quedó derrotada con la intervención de la muchacha, que sin miramientos le lanzó un: "¡estás mal, güey!, no dices más que mentiras".
ENTONCES VINO el ataque final. Con el fanatismo herido, pero con un interés obvio en tratar de ganar la razón de la joven, el chamaco panista lanzó: "¿Y de las ligas, güey?, ¿nos vas a decir que los dólares no eran para El Peje?" La muchacha abrió los ojos como queriendo exclamar un touché, que declaraba derrotado al defensor de López Obrador.
SIN EMBARGO, con un dejo de fastidio, como si tuviera que echar mano de un instrumento viejo, muy usado, el estudiante fue sobre la respuesta y dijo, más o menos, que él creía que el tema ya había sido rebasado por la misma verdad que mostraban los videos: "Hasta mi hermana que va en secundaria sabe que si El Peje hubiera sido cómplice de Bejarano y Ahumada, los videos nunca hubieran salido.
"AHUMADA SACO los videos porque El Peje lo cortó de los negocios del gobierno, si no hubiera sido así, ahora tendríamos a otro millonario en Forbes, y nadie se hubiera enterado de nada. Ah, y claro, eso sí, Rosario Robles sería, cuando menos, candidata al Senado".
SU INTERLOCUTOR le dijo rápido: "Así como lo dices nunca se dijo, es otra cosa", y la respuesta fue contundente: "Pues quién sabe, yo sí lo entendí, y creía que la gente lo había entendido. Ni modo".
LA MUCHACHA cerró la discusión. Ella no se pronunció a favor de quien defendía a López Obrador, pero al panista, cuando estaba a punto de volver a la discusión le impidió el paso con un "mira, mejor ya no hables, no sabes ni qué estás diciendo"; después vino un silencio que los que estábamos en las mesas contiguas, atentos a la plática, aprovechamos para volver a lo que hacíamos antes de meter la nariz en la tertulia de los jóvenes.
PERO ESO no es tan cierto, cuando menos de nuestro lado, porque después de aquello, uno se pregunta: ¿Por cuánto tiempo seguirán inflando a Felipe Calderón?, ¿cuánto le durará el gas?