Pese a las sospechas de corrupción, Gómez Urrutia goza del apoyo obrero
Diez pesos y un llavero, reparto de utilidades en Sicartsa durante 2004
Lázaro Cárdenas, Mich., 25 de abril. En 2004 los obreros de la Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas (Sicartsa) recibieron, por concepto de reparto de utilidades, 10 pesos y un llavero.
Bravos como son, los mineros hicieron una fila a la salida de cada turno y fueron depositando uno a uno en el bote de la basura el generoso regalo de esta acerera, en paro desde el 2 de abril pasado.
Los integrantes de la sección 271 del sindicato minero, a quienes se les endilgan en este municipio un montón de adjetivos, todos relacionados con su forma de rebelarse, no olvidan la afrenta del llavero.
Sicartsa, propiedad del Grupo Villacero, reporta que tiene en su planta maquinaria con valor superior a 250 millones de dólares. Según las cuentas empresariales, con el paro (declarado ilegal por la autoridad laboral) acumularía ya una pérdida de por lo menos 690 millones de pesos desde el inicio del conflicto, si se considera el cálculo de 30 millones que ha dejado de percibir en cada jornada.
El año pasado, dos meses después de la entrega del famoso llavero, los 3 mil 200 sindicalizados encabezaron una huelga de 46 días para exigir mejoras en sus ingresos y condiciones laborales.
Después de 15 años sin pago de utilidades, en el jaloneo obrero-patronal lograron que la empresa firmara un convenio para que, aun cuando Villacero se declare en ceros ante la Secretaría de Hacienday Crédito Público, les garantizara a los trabajadores un pago equivalente a 15 días de salario, es decir, los 10 pesos y el llavero ahora tendrán que convertirse en un pago de por lo menos 2 mil pesos.
Además, con sus salarios base de entre 127.94 y 230.42 pesos al día, según la categoría de cada uno, pueden obtener hasta 70 por ciento adicional por concepto de productividad. "Ya recuperamos el bono que nos habían chingado", explican.
Los obreros afirman que continuarán en este camino, en especial en defensa de su contrato colectivo de trabajo, y que no permitirán que les impongan a ningún dirigente que ponga en riesgo lo que han ido obteniendo paulatinamente.
Al dirigente nacional del sindicato minero, Napoleón Gómez Urrutia, la Procuraduría General de la República (PGR) lo investiga por "miles de denuncias" de fraude.
El sector opositor en el sindicato, encabezado por Elías Morales, a quien la autoridad federal avaló, afirma que Gómez Urrutia retuvo en sus cuentas personales 55 millones de dólares, producto de un pago que se adeudaba a los trabajadores del Grupo México.
El depuesto líder (luego de que el gobierno foxista dio su reconocimiento a Elías Morales como cabeza del gremio) no ha aparecido en público desde la tragedia de Pasta de Conchos, en Coahuila, ocurrida en febrero pasado.
Por ello, los miembros de la sección 271 se declararon en huelga el 2 de abril, en repudio a lo que denominan "violación a la autonomía sindical", porque no admiten como su nuevo líder al que avala el gobierno.
Luego del frustrado operativo de desalojo a cargo de fuerzas policiales que dejó como saldo dos obreros muertos y decenas de heridos, los obreros continúan al pie de fábrica. Adentro de la planta están también miembros de la Policía Federal Preventiva. Los trabajadores no se amedrentan. Cuando los reporteros les preguntan sobre los motivos de su lucha, son cuidadosos de no defender -como tal- la persona de Gómez Urrutia.
Saben que "el licenciado" (como le dicen aquí al depuesto líder) no tiene buena fama pública, pero le reconocen que "como él sabe, como él está a otro nivel", ha podido ponerse al tú por tú con los dueños de las empresas y obtener mejoras contractuales de las que no habían tenido noticias desde hace muchos años.
En efecto, desde que Gómez Urrutia llegó a la secretaría general del sindicato minero ha dirigido múltiples paros y huelgas en casi todas las secciones que integran esta organización. Tal vez porque quería legitimar el cargo que le transmitió su padre, Napoleón Gómez Sada, quien en su poder el gremio más de cuatro décadas.
Los mineros de Sicartsa saben todo. Lo cuentan a veces en serio y otras tantas en broma. Y es que la mayoría de los paristas son jóvenes, quizá en edad promedio de entre 30 y 40 años. Unos, con todo y que no rebasan ese rango, recuerdan a la perfección las asambleas que encabezaba el viejo líder: "Cuando venía aquí, la asamblea era bien aburrida, ni se entendían sus dichos". Otros insisten en que su lucha no es por el "licenciado", a quien -afirman- "si le encuentran algo, que lo pague".
Pero todos, sin excepción, valoran los avances contractuales de las gestiones encabezadas por Gómez Urrutia, el "doctorado" en Oxford.
"Dicen que nos robó, ¿pero a mí qué me va a robar si no tengo nada? Si se quiere hacer rico, pues allá él, pero a nosotros nos ha alivianado. El nos ha dado algo", dice un obrero del área de laminado.
A su lado, su compañero de baraja en la guardia del paro saca esa bravura que los mineros traen a flor de piel y lanza: "¡Yaaaaa, pues si ellos tienen a sus corruptos en el gobierno. Si queremos que el licenciado nos siga robando, como dicen, pues es nuestro gusto, pues!"