Editorial
La Coparmex, ajena a la suerte de los migrantes
Las organizaciones de las comunidades de origen latino en Estados Unidos, como la Hermandad Mexicana Nacional, entre otras, convocaron para el próximo primero de mayo, Día Internacional del Trabajo, a una protesta de 24 horas en contra de los proyectos de ley en materia migratoria que atentan contra los derechos de los trabajadores indocumentados. La manifestación consiste en que ningún latino acuda a laborar o a la escuela, así como en un boicot contra los productos y servicios brindados por empresas estadunidenses, movimiento que ha recibido la solidaridad y el respaldo de sindicatos, organizaciones políticas y no gubernamentales (ONG), artistas y autoridades, entre otros actores. Sin embargo, la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) optó por deslindarse de la protesta para no afectar sus intereses y a sus socios al otro lado de la frontera, a pesar de que este sector tiene mucho que ver con la emigración.
Hasta el momento, la protesta, conocida como "Un día sin latinos", ha sido respaldada por todo un crisol de organizaciones y entidades. Entre ellas figuran ONG nacionales como el Movimiento Territorial, integrado por 18 colonias de escasos recursos de Ciudad Juárez; comerciantes y empresarios de la zona fronteriza con Estados Unidos; gobernadores de varios estados de la República, como los de Chihuahua, Baja California, Coahuila y Sonora; por los senadores de los partidos Revolucionario Institucional y de la Revolución Democrática; por sindicatos y organizaciones gremiales como la Unión Nacional de Trabajadores y la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos; los obispos y sacerdotes de Ciudad Juárez, Tijuana, Mexicali, Nogales, Piedras Negras, Nuevo Laredo y Reynosa; por artistas como los integrantes del grupo musical Elefante, y hasta por organizaciones y gobiernos extranjeros, como el de Marruecos y el Partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, de El Salvador. Inclusive este masivo apoyo se ha traducido en las semanas recientes en un auge de 300 por ciento en la demanda de la película Un día sin mexicanos, del cineasta Sergio Arau.
No obstante, el presidente de la Coparmex, Alberto Núñez Esteva, sostuvo ayer sábado que el organismo a su cargo no podía tomar una postura definida respecto de esa protesta para no afectar los flujos de inversión extranjera y para no "violentar situaciones con nuestros propios socios", ya que muchos de sus afiliados hacen negocios con compañías de Estados Unidos: "Nosotros como Coparmex no tomaremos posición alguna en lo que toca al paro, sino que dejaremos que cada uno de nuestros afiliados tome la decisión correspondiente porque hay factores en pro y en contra, así que preferimos abstenernos y que cada uno tome la decisión de acuerdo a su conciencia".
Esta actitud refleja que la Coparmex, como representante del sector patronal, no siente ninguna responsabilidad sobre el tema de la migración, a pesar de que este fenómeno se debe, en buena parte, al fracaso de este sector a la hora de alentar la creación de nuevas empresas que permitan absorber el excedente de mano de obra. Y es que a final de cuentas se trata de una ecuación simple: a mayor creación de fuentes de trabajo, menor flujo migratorio.
De hecho, los patrones y empresarios deberían de ser los primeros en apoyar la protesta, ya que si la presión de los manifestantes consigue una ley migratoria justa e integral, ello redundaría en beneficios, tanto sociales como económicos, a ambos lados de la línea divisoria. Pero tal parece que la Coparmex está más interesada en proteger las empresas e intereses estadunidenses en lugar de velar por las necesidades de los migrantes, abandono que explica porqué México expulsa cada año a unas 400 mil personas, quienes buscan en otras latitudes el nivel de vida digno que los empresarios nacionales no han podido crear.