Un día sin mexicanos
Pues resulta que a la fecha el debate sobre la reforma migratoria ha logrado beneficiar, al menos, a un mexicano, el cineasta Sergio Arau, quien realizó una película en 2004, por la que entonces obtuvo magras ganancias, pero que hoy, en medio de la crisis que se desarrolla en el vecino país del norte, por la movilización convocada por nuestros paisanos allá instalados para el próximo primero de mayo, se ha puesto de moda, recaudando 13 millones de dólares en sólo seis semanas por la renta en el formato dvd. El satírico filme reseña lo que significaría para Estados Unidos carecer de la fuerza de trabajo latina, excepto uno de los migrantes, seguramente indocumentado, en las tareas para ellos reservadas: la recolección de frutas y verduras, de la basura, del cuidado de los jardines y de quienes ayudan a limpiar las casas y a cuidar de los niños. Ignoro si se aborda o no la mágica desaparición de aquellos que en la misma condición, realizan trabajos de carpintería, fontanería, mecánica y otros oficios.
El ahora famoso dvd -que ya se ha de haber reproducido por millares en copias piratas- ha logrado que empiecen a aparecer paisanos en las calles de aquellas ciudades, vestidos con camisetas con el logo del filme, según lo narra un conocido diario de esta, nuestra ciudad capital: la silueta de un hombre humilde con una bolsa al hombro. No he tenido la oportunidad de ver la sátira en cuestión, pero usted y yo tenemos sobrada imaginación para suponer que todos pelean por lograr que ese único migrante, ese, el de la triste figura, sirva a las necesidades de fuerza laboral en cada rincón de Estados Unidos. Ha de ser un verdadero infierno para los güeros quedarse sin quién realice las tareas que permiten que ellos gocen de una vida más relajada y más redituable en diversos negocios y en sus casas, a bajo costo.
Pero también observemos lo que sucede con los dos socios comerciales de Estados Unidos, en el marco del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Canadá, que se ha distinguido por poseer un programa de migrantes mexicanos documentados desde hace muchos años, que entran y salen de aquel país, después de haber laborado en diversas temporadas anuales, pero tienen su trabajo asegurado, hoy, precisamente hoy, ha anunciado su estrategia en contra de los trabajadores indocumentados que allá residen, procedentes de diversos puntos del orbe, que consistirá en repatriar a 11 mil de ellos. No les quedó más alternativa a los canadienses que solidarizarse con la estrategia de Estados Unidos; así han de estar las presiones.
Del gobierno de México es obvio que no se podía esperar otra cosa que una nueva claudicación de Fox, quien a la menor provocación ordenó a nuestros consulados en Estados Unidos no intervenir en las manifestaciones. Es en verdad reprobable que cuando más solidaridad requieren nuestros paisanos inmigrantes allá radicados, por falta de oportunidades acá en su tierra y que ahora se han organizado para dar la pelea con una magna manifestación el próximo primero de mayo, el Presidente de la República, que debería estar apoyándolos al límite de sus fuerzas, se esconda atrás del sillón que lleva el águila azteca, en lugar de, al menos, intentar negociar con las fuerzas políticas estadunideses para que frenen la brutal acometida de los grupos más radicales. ¡Caray, Presidente, saque usted la cara al menos por los 20 mil millones de dólares que en remesas alivian al país en su pobreza infernal y superiores a los 12 mil millones dólares recibidos por inversión extranjera!
La contraofensiva empresarial en Estados Unidos está que arde. Mire usted si no: los locutores de las estaciones de radio, que en diversos lugares de Estados Unidos en su momento impulsaron las manifestaciones, han sido silenciados con la amenaza de retirar los patrocinios si difunden cualquier tipo de apoyo al boicot promovido por el movimiento inmigrante para el primero de mayo. En algunas áreas de aquel país, en las que el número de migrantes ilegales es menor, han promulgado leyes con las que se les niega el acceso a los servicios sociales, y seguramente sufrirán mayores muestras de discriminación. La excepción han sido la gobernadora de Arizona, Janet Napolitano, quien de inmediato vetó las leyes antes aludidas, y nuestro consulado en el Paso, Texas. En Arizona, los Minuteman se alzan amenazantes y anuncian una marcha en autos -como los mítines del PAN- a Washington luego del primero de mayo, y Michael Chertoff, secretario del Departamento de Seguridad de la Patria, anunció e inició duras estrategias de deportación de indocumentados, aduciendo que no es nada nuevo.
Y donde existen grandes concentraciones de inmigrantes, como en California, Texas e Illinois, han resistido con fortaleza a las amenazas y actos consumados por las autoridades; pero en los lugares con grupos menores, como es el caso de Washington, les han hecho mella, y ahí los nuestros empiezan a pensar, con razón, que quizá con una manifestación vespertina sea suficiente.
Ante este panorama, el 18 de abril en el Senado de la República las diferentes fuerzas políticas aprobamos por unanimidad un punto de acuerdo solidarizándonos con nuestros compatriotas, al tiempo que manifestamos la preocupación por las amenazas que contra ellos se ciernen, y llamando al gobierno federal a defenderlos. Sí, lo sé: es poco lo que desde el Senado podemos hacer, pero unidos lo hicimos. Y sumo un sentido: Dios los proteja.