La caravana zapatista escucha denuncias de traiciones perpetradas por PAN y PRI
"Los indígenas ya no vamos a pedir perdón ni compermiso": mazahuas
El delegado Zero sostuvo reunión privada con vecinos de esta comunidad mexiquense
Ampliar la imagen El delegado Zero se reunió con indígenas mazahuas en la comunidad de San Antonio Pueblo Nuevo, barrio de Agua Zarca. En esta región comenzó el recorrido de la otra campaña por territorio mexiquense Foto: Víctor Camacho
Agua Zarca, Estado de México. 22 de abril. "Ora sí que como indígenas ya no vamos a pedir perdón ni compermiso. Pero no queremos levantar armas, sólo caminar derecho", dice esta mañana un habitante de esta comunidad al delegado Zero. "Después de vivir 21 años en el Distrito Federal llevo 25 que regresé a mi pueblo. Todavía tratamos de terminar algunos trabajos. No tengo ninguna autoridad, pero he tratado, señor Marcos, de apoyar a mi pueblo."
En tierra mazahua comenzó la otra campaña su etapa mexiquense. Y así se pudo ver que en San Antonio Pueblo Nuevo y en su importante barrio de Agua Zarca se cuecen la resistencia y la rebeldía, en regiones que PRI y PAN se disputan como definitivamente domesticadas y en interminables vías de "integración".
Buen cuidado han tenido el gobierno de Vicente Fox y la funcionaria "de lo indígena", Xóchitl Gálvez, en conseguirse una figura local y explotarla mediáticamente para que el público vea que hay indígenas panistas. Para eso está Marcelina Castillo de la Cruz, originaria de Pueblo Nuevo. "Esa gente es la que nos está traicionando", comenta un campesino de Agua Zarca. Durante la reunión de adherentes con el delegado Zero, otro campesino expresa que también fueron traicionados "por el Montiel" (el ex gobernador mexiquense de extracción priísta).
Y no es por puro decir. En octubre de 2001, sin consultarlo con los comuneros, "de arriba" se decidió cambiar de municipio a Pueblo Nuevo y sus barrios, que pertenecían a San Felipe del Progreso. Desde entonces pasaron al municipio panista de San José del Rincón, lo que es rechazado por los pobladores que resienten en ese hecho, y en otros, la falta de respeto que caracteriza a las relaciones del sistema con este pueblo de guerreros históricos, como los que dieron la batalla de Las Cruces.
El cambio de municipio es parte de la trama de lo que los comuneros llaman "traición", a la cual se agregan presiones y maniobras de comisariados de San Antonio Pueblo Nuevo para implantar el Procede aquí y transformar en ejido tierras que han sido comunales desde hace mucho. "Ya luego se pueden privatizar de vuelta, como eran antes de la Revolución Mexicana", dice otro indígena.
Estos campesinos del altiplano participan también en la trama poblacional de las ciudades de México, Toluca y sus municipios conurbados. A sus mujeres se les llama Marías; sus hombres, campesinos de nacimiento y albañiles por necesidad, han edificado -aún lo hacen- las casas de las urbes. Son, sin embargo, uno de los pueblos indígenas menos conocidos por la sociedad dominante.
Agua Zarca está rodeada por grandes valles, donde se prepara ya la milpa para el próximo ciclo agrícola. Por todos lados se ven parcelas listas, con los surcos trazados y las semillas recién sembradas. Los hombres y mujeres, abrigados y con sombreros de ranchero, dan la estampa típica del mazahua moderno. Aquí el trabajo es duro, y los precios de los productos sumamente ingratos. Los mazahuas son, pues, migrantes de tiempo atrás. Trabajadores del campo y de la ciudad. Las experiencias y testimonios que ofrecen a la otra campaña van en ese sentido. Y sus demandas apuntan a la liberación, y al fortalecimiento de su lengua y su cultura.
El profesor Antolín, del pueblo Emilio Portes Gil, cuenta su experiencia, pues ilustra cómo es la de sus hermanos. "Mi madre parió a seis personas, pero una murió porque no tenía de comer. Mi padre era campesino y tlachiquero, y a los niños entonces nos destetaban con pulque. Esas eran las condiciones de vida hace 47 años. A los siete años yo sólo hablaba mazahua y fui a la escuela. No aprendí nada. La maestra Gudelia nos castigaba.
"Luego fui al Centro de Integración Social para Indígenas. Nos querían hacer hombres de razón. De mis compañeros, más de 70 por ciento fueron cooptados por el señor gobierno para que vinieran a castellanizar a sus pueblos mazahuas."
El maestro Antolín juzga que "la educación indígena ha sido un fracaso. Está pensada para castellanizar y castigar. Muchos que se castellanizaron llegaron a funcionarios y están colonizados mentalmente. Sin embargo, muchos otros queremos vivir en la cultura mazahua, que también llaman 'la cultura del pulque'. De todas maneras, pasaron muchos años. Tuve que migrar a la ciudad de México".
Se pregunta qué es necesario para educar en lengua mazahua. "Me hicieron un sujeto 'de razón'. En el Distrito Federal tuve que decidir: '¿soy mazahua o citadino? Viví la discriminación. Tuvieron que pasar 25 años para tener mi conciencia. La educación tiene la finalidad de pasar a los indígenas al sueño del señor gobierno. Pero las lenguas de nuestros pueblos se deben estudiar, más en este momento, porque los amos del dinero nos desprecian. Ni siquiera tenemos derecho a un trabajo".
Se pronuncia por implantar el estudio de los idiomas indígenas en las universidades. "En la UNAM, que tiene autoridad ética, se estudia hebreo, griego, alemán, francés. Está obligada a enseñar la lengua mazahua, y las demás del país".
La notable participación del maestro Antolín, ante decenas de indígenas adherentes de la Sexta, también se refiere a la tierra: "Provengo de una comunidad en la zona baja de la región mazahua. El ejido Portes Gil formaba parte de la hacienda porfirista de Tepetitlán, que tenía más de 100 mil hectáreas e iba de Toluca a Michoacán. Después de la Revolución hubo una lucha por esas tierras. Muy violenta. Surgió el ejido, y con él los cacicazgos. La historia de nuestros pueblos está llena de asesinatos, y el Estado siempre ha sido cómplice".
Concluye lamentando que los campesinos están abandonando la tierra y los jóvenes emigrando. "Nuestros mantos freáticos y el río Tepetitlán están contaminados por los agroquímicos que siempre repartió o vendió el gobierno. Por otro lado, los precios de garantía para nuestros productos son una vergüenza".
"Nos hemos olvidado de nosotros mismos": mazahuas
Jonás García, joven estudiante de la Universidad Intercultural de San Felipe del Progreso, deplora que éste sea territorio olvidado, ignorado y subordinado. "Lo que se necesita es rebeldía para vencer la tristeza de estar siempre subordinados. Tomemos la epistemología de 1994, cuando surge este inquieto (y voltea hacia Marcos, acompañado de las mujeres del comisariado ejidal de Agua Zarca) y los pueblos que están en Chiapas". Señala que queda "la tarea de los padres de inculcar la educación digna. Esa transformación hay que destilarla. La educación de Estado ha sido de muchas mentiras".
En nombre del colectivo Sin Nombre, de Ixtlahuaca, compuesto por albañiles, amas de casa, sirvientas y pequeños comerciantes, habla Gloria. Procede de San Bartolo, "una zona árida donde nos tocó vivir". Describe las condiciones de desigualdad en que viven, los bajos sueldos, si los hay, y las presiones de los candidatos para votar por ellos.
Abunda: "Vemos la destrucción de nuestra cultura, y la sobrexplotación del capitalismo. Estamos cerca de las fábricas". Para muchos el comercio informal es la única salida, expone. "Perdemos nuestra dignidad y morimos de tristeza". Describe las condiciones de los albañiles, esos eternos "migrantes temporales" que dejan atrás tierra y familia. "La desesperación es nuestro pan de cada día. Vivimos mirando hacia arriba. Si somos profesionistas, somos intrusos de la subsistencia y el oportunismo. Terminamos de taxistas, ambulantes o al servicio de un partido político o de maestros suplentes.
"Nos volvemos conformistas y cínicos. Sólo esperamos la quincena. Esta es la realidad del mal gobierno y del sistema que nos oprime. Ya no nos reconocemos como mazahuas, pero debemos recuperar la visión. Nos debemos pensar capaces de la libertad y la autonomía. Los problemas no son sólo personales. El trabajo colectivo debe darnos una nueva visión. Intercambiar trabajos sin que medie el dinero". Esto es conocido entre estos pueblos como "faena".
Por último, Gloria ofrece a Marcos y los zapatistas una disculpa "por habernos dormido mientras ustedes luchaban".
Mario de Jesús Pascual, del Consejo Mazahua de la Región Almoloya de Juárez, formado por unas 15 comunidades, refiere el trayecto organizativo que los llevó al movimiento 500 Años de Resistencia, a intentos de diálogo con el Estado, a la demanda de paz tras el levantamiento zapatista y el intento de aniquilar al EZLN, la Convención Nacional Democrática, los dialogos de San Andrés y el Congreso Nacional Indígena.
Los mazahuas, dice, "siempre hemos sido botín electoral".
Al concluir las participaciones, de manera inusual, el subcomandante Marcos no habla en público, sino que, conducido por los mazahuas de la reunión, atraviesa un campo listo para la siembra y se reúne con ellos en privado, en una casa, sin la presencia de los medios de información ni de personas externas.