ENTORNO TECNOLOGICO
Cuando las tecnologías espaciales llegan a la Tierra
La fotografía satelital, el teflón, aparatos médicos o todo tipo de pinturas y materiales anticorrosivos son resultado de la investigación espacial
Ampliar la imagen Foto: Cortesía de la NASA
Una y otra vez, cuando por alguna razón gran parte de la humanidad dirige los ojos a las cuestiones de la tecnología espacial, como ha sido el caso de los problemas recientes del transbordador Discovery, muchos repiten las mismas preguntas: ¿cuánto cuesta? ¿En qué beneficia? ¿Por qué no se gasta ese dinero en otras cosas?
Por supuesto, para los aficionados a la ciencia y al conocimiento basta la respuesta que George Leigh Mallory dio en marzo de 1923, cuando un periodista del New York Times con tintes intelectualoides le preguntó la razón por la cual deseaba escalar el monte Everest. La respuesta simple, genial, pasó a la historia: "Porque está allí".
Algunos creemos que es la mejor definición del espíritu de la humanidad. Sin embargo, a veces otras personas necesitan algunos datos aclaratorios.
Pero en realidad, son sobre todo los beneficios tecnológicos lo que hace que la exploración espacial sea relevante.
Cada vez que uno piensa en los beneficios que nos han dejado los viajes a la Luna o al espacio, se viene a la mente el teflón, este maravilloso material que evita que la comida se pegue en el fondo de sartenes y ollas. Sin embargo, el espectro es mucho más amplio. La NASA por sí sola tiene una lista de más de 700 ejemplos de aplicaciones en la vida diaria que se han dado como resultado de la investigación espacial, conocidos como colaterales o subproductos.
Los más impresionantes son los utilizados en el área de la medicina moderna: la angioplastia láser, marcapasos cardiacos de última generación, termómetros infrarrojos, el video termosensible -que puede determinar anomalías en el cuerpo humano sin necesidad de operar-, el sistema de mapeo ocular, las sillas de ruedas accionadas por electricidad, los analizadores de sangre, que pueden rastrear proteínas en cantidades mínimas de sangre y son utilizados en las mayorías de hospitales y clínicas.
Asimismo, sistemas para lucha contra incendios, estudios sobre el daño que pueden tener los rayos ultravioletas en el ser humano, los rayos láser, la fotografía satelital, el monitoreo climático, todo tipo de pinturas y materiales anticorrosivos, el concepto de la energía solar y sus usos, todos los artefactos inalámbricos, los filtros de agua, la realidad virtual y las computadoras portátiles, entre otros cientos de aplicaciones de uso diario.
En el tema médico, las unidades de cuidado intensivo, presentes en todos los hospitales del mundo, son uno de los legados más determinantes. Estos equipos fueron diseñados especialmente para monitorear el estado de salud de los astronautas que iban a la Luna durante los años sesentas.
Sin embargo, aquello sin lo que ahora no se podría vivir es la revolución tecnológica, las computadoras portátiles principalmente: Estados Unidos necesitaba sistemas portátiles compactos y cada vez más pequeños para monitorear sus viajes al espacio, sobre todo durante las primeras misiones a la Luna.
Pero, ¿era necesario ir a la Luna? La respuesta paradójica es que no. Probablemente se hubiera llegado a desarrollar todo este tipo de tecnología, incluso en computación e informática, sin necesidad de hacer tanto viaje a la estratósfera, pero se habría demorado mucho más.
El simple hecho de que la computación se haya adelantado tanto, a pesar de la enorme inversión que representó tanto para Estados Unidos como para todos los países que participaron en el desarrollo de esta tecnología, ha pagado con creces su costo.
El costo del proyecto del trasbordador espacial Discovery para Estados Unidos es mínimo, comparado con su presupuesto anual, pero los conocimientos que ha proporcionado sobre la tierra son inmensos y de amplia repercusión.
Claro que fue caro, si lo comparamos con nuestras compras comunes. Pero no lo es si reconocemos que en 10 o 15 años la tecnología desarrollada para el trasbordador estará en nuestros autos, computadoras, televisores, relojes, etcétera.
La carrera espacial no se limita a poner máquinas en órbita o a lanzar sondas para explorar mundos lejanos. Infinidad de ramas de la ciencia están interrelacionadas íntimamente con el espacio. La necesidad de descubrir o inventar nuevos materiales, desarrollar nuevos componentes para las misiones, estudiar cómo reacciona el cuerpo humano a la microgravedad, a las radiaciones o a las brutales aceleraciones, son sólo unos pocos ejemplos de lo que conlleva la investigación espacial. Aunque en un principio no están pensados para su aplicación en la Tierra, muchos de estos avances acaban finalmente redundando en beneficio de la humanidad, y en la mayoría de los casos en productos totalmente cotidianos.
Uno de estos ejemplos es el de los circuitos integrados bacteriales. Conectando bacterias a chips de silicio se ha creado un dispositivo que puede "sentir". Gary Sayler, microbiólogo de la Universidad de Tennessee, y sus colegas han desarrollado un dispositivo que emplea chips para recoger las señales emitidas por ciertas bacterias especialmente alteradas. Los investigadores ya habían usado estos dispositivos, conocidos por CIBB o circuitos integrados bioinformadores bioluminiscentes, para localizar la polución en tierra. Ahora, con el apoyo de la Oficina para la Investigación Biológica y Física de la NASA, se está diseñando una versión para naves espaciales.
La investigación con células madres adultas (no confundir con las tan controvertidas embrionarias) es otro de los ejemplos de lo que aquí se expone.
El estudio de las consecuencias por la exposición a las radiaciones, y de la forma de evitar o curar posibles secuelas perjudiciales en la sangre de los astronautas, ha encontrado una rápida aplicación en la curación de enfermedades de la sangre, como la leucemia o la anemia plástica.
Una nueva muestra de aplicación a la medicina son los avances que se realizan en el campo de la nanotecnología biológica. La idea es situar nanopartículas dentro de las células para que funcionen como sensores del tamaño de una molécula. Siempre que estos sensores encontraran rastros de un problema, quizás un fragmento de un virus invasor, empezarían a brillar, señalando al mundo exterior que algo va mal.
Es una tecnología sofisticada, y como puede personalizarse para ajustarse a muchas combinaciones de tipos de células y problemas específicos, es también una tecnología muy potente.
Podemos aprender mucho de un microbio. En estos momentos, un diminuto animal del mar Muerto le está enseñando a los científicos nuevas cosas sobre la biotecnología, el cáncer y la posible vida en otros mundos. Y eso es sólo para empezar: este microbio, llamado Halobacterium, parece ser un maestro en el complejo arte de la reparación del ADN. Esta maestría es lo que los científicos desean aprender. En años recientes, una serie de experimentos realizados por investigadores auspiciados por la NASA en la Universidad de Maryland han sondeado los límites de los poderes de autorreparación del Halobacterium utilizando las más recientes técnicas sobre genética, para ver exactamente la clase de trucos que utiliza para conservar su ADN intacto.
Por ejemplo, se está desarrollando un nuevo sistema no invasivo para el tratamiento del cáncer mediante el uso de tecnologías procedentes de la industria espacial europea. El objetivo principal de este nuevo tratamiento, que podría estar completamente desarrollado este año, es el cáncer de mama.
El empresario holandés Hugo Brunsveld van Hulten ha dado con una solución para ayudar a los médicos en su lucha contra el cáncer de mama. Se trata de un sistema que combina dos técnicas: la de obtención de imágenes por resonancia magnética (IRM), para localizar y diagnosticar los tejidos cancerosos, y la de ultrasonidos focalizados de alta intensidad (HIFU), para "quemar" las células malignas.
Brunsveld van Hulten está desarrollando este nuevo sistema, conocido como ActiveFU, en la nueva instalación Incubadora Espacial Europea del Centro Europeo de Tecnología Espacial, situada en Holanda. El uso de las tecnologías espaciales y los profundos conocimientos de los equipos de investigación espacial de la ESA ya han permitido superar varios retos.
Las tecnologías espaciales pueden ofrecer, de manera creciente, oportunidades de usos múltiples, que permitan elaborar soluciones en respuesta a las diversas necesidades de los ciudadanos del mundo. Pero para ello también deben responder más a las expectativas de los usuarios en materia de costo, adecuación a las necesidades reales y continuidad en los servicios ofrecidos.
Más allá de la amplia utilización de los satélites de telecomunicaciones para el intercambio de información (telefonía, televisión y transmisión de datos digitales), se ha desarrollado estos años recientes una serie de aplicaciones que demuestran la aportación de las infraestructuras espaciales, que están en su mayor parte en el origen de servicios de interés general para los ciudadanos.
La seguridad de los ciudadanos se beneficia también de la utilización de la tecnología espacial (seguimiento del transporte de materiales peligrosos, vigilancia de fronteras, intercambio de información sensible entre administraciones).
Transferir las tecnologías espaciales de la investigación a la industria y pasar de la investigación a sus aplicaciones comerciales y del sector específicamente espacial a otros sectores debe ser una prioridad de primer orden.
Una verdadera visión audaz del futuro de la exploración espacial para Estados Unidos ubicaría a los emprendedores espaciales privados a la vanguardia. Como en otras industrias (ejemplo: la de los semiconductores, la de la biotecnología, y la de Internet), el gobierno federal jugó un significativo rol inicial al probar tecnologías fundamentales. Pero estas industrias florecieron cuando los emprendedores ingresaron y tomaron las riendas.