Rafael Ortega bañó nuevamente a Eulalio López El Zotoluco en el festejo del sábado
Herce obtuvo la oreja de oro en Texcoco: Jorge Gutiérrez, adiós al público local
Paul Cortés recibió la alternativa de Eloy; El Pana cortó un apéndice en Apiuzaco
Que la afición del altiplano ha dejado de ser torista lo prueba el desinterés que produjo el cartel del Jueves Santo en la feria de Texcoco. El atractivo principal no lo ofrecían los matadores -Alfredo Gutiérrez, Ignacio Garibay e Israel Téllez- sino el ganado de Parladé, que tenía presencia pero que no metió ni mil personas en la plaza Silverio Pérez. Mejor entrada suscitó el cartel del viernes compuesto por Eloy Cavazos, Jorge Gutiérrez y Paul Cortés, que recibió la alternativa del regiomontano.
En cambio, los que casi agotaron las 5 mil localidades del boletaje fueron los carteles del sábado -Eulalio López El Zotoluco, Rafael Ortega y José Luis Angelino- y del domingo, en que por primera vez en la historia de esa feria seis jóvenes matadores -Carlos Rondero, Antonio Urrutia, Marcial Herce, Jerónimo, Xavier Ocampo y Christian Aparicio- se disputaron la oreja de oro matando un encierro de Puerta Grande con sangre del encaste de don Mariano Ramírez.
Como no podía ser de otra manera, el tlaxcalteca Rafael Ortega realizó la faena más artística de la primera mitad de la feria, al cuajarle soberbios capotazos por ambos lados al primero de su lote, perteneciente a la ganadería de Vistahermosa, de Jorge Barbachano Ponce. Después de vigilar que el bicho, que no era bueno ni mucho menos, fuera adecuadamente castigado en el tercio de varas, Ortega lo banderilleó de poder a poder, poniendo el público de pie, antes de empuñar estoque y muleta y estructurar una sucesión de series en redondo, bajando la mano por ambos lados, pero sin exagerar porque el animal se estaba debilitando, y luego de algunos adornos mató bien y presenció la agonía del peludo bajo la danza de los pañuelos y los gritos de "¡torero, torero!".
El juez le otorgó un apéndice pese a que el respetable exigía el otro. Ante su segundo enemigo, Rafael volvió a estar muy bien pero pinchó en la suerte suprema y perdió la otra oreja que los pañuelos insistían de nuevo en concederle. El Zotoluco hizo lo que acostumbra, mezclando el tremendismo, el poderío y el oficio con los arrebatos típicamente ratoneros que no puede evitar, y después de repetir las dosis de quites por chicuelinas en los medios y trapazos bien ligados con la franela, falló con el acero en sendos turnos y se quedó con las ganas de dar la vuelta al ruedo paseando los trofeos que el buen juez, hierático y riguroso, atinadamente le negó.
El que pasó en blanco fue José Luis Angelino, máximo triunfador de la México en la temporada anterior pero todavía convaleciente de una cornada sufrida hace apenas un mes. No menos invisible estuvo, el viernes por la tarde, el mexiquense Paul Cortés, tanto con el toro de su graduación como con el sexto de la tarde, ambos de Montecristo como los cuatro restantes, que despacharon Eloy Cavazos y Jorge Gutiérrez.
Si el juez fue implacable -y el público indiferente- ante la inexperiencia de Cortés, que suele rezar una misa de tres padres antes de enfrentarse a cada número de su lote, la veteranía de Jorge Gutiérrez fue colmada de agazajos porque la del viernes 14 de abril de 2006, anote la fecha usted, fue la última tarde que el maestro de Tula actuó de luces en Texcoco. Y para marcar la jornada como efeméride localista, el juez le obsequió dos orejas en premio a su carrera artística tras la muerte de su segundo morito.
En declaraciones a los periodistas, Jorge confesó que se iba de Texcoco muy agradecido con el público por su entrega pero nada contento de su propia actuación, que se vio entorpecida por la ausencia de fuerza y raza de los toros de Germán Mercado Lamm. El que estuvo hecho un eficaz antídoto contra la desprevención de los villamelones fue Cavazos, que cortó su orejita de costumbre.
Valiente y pundonoroso, Marcial Herce resultó triunfador ayer al llevarse la oreja de oro después de un trasteo muy emocionante, que se prolongó hasta hacerle oír un aviso, lo que no impidió que la gente sacara los de sonarse la nariz para obligar al juez a entregarle un apéndice. De los demás competidores, Rondero, Ocampo y Aparicio escucharon palmas, Urrutia dio la vuelta al ruedo pero se llevó un susto al ser cogido y a Jerónimo le tocó un toro cornado que no dio juego en absoluto.
En Apizaco, entre tanto, reverdeciendo laureles, el legendario Rodolfo Rodríguez El Pana le hizo un faenón a un toro de La Trasquila, al que le cortó una oreja, hazaña que igualaría minutos más tarde la española Raquel Sánchez, en un festejo que no llegó a su fin debido a la presencia de la lluvia.