Sólo dos comandantes de policía fueron condenados pero ninguno está en prisión
Se cumplen 10 años de la matanza de campesinos en Eldorado dos Carajás
El gobierno de Pará, entre los encubridores del crimen: abogado de los Sin Tierra de Brasil
"¿Justicia? Los que murieron están bajo tierra y la justicia pasa encima de ellos", dice un testigo
Ampliar la imagen Una brasileña, que pertenece al MST, visitó ayer en compañía de su hija el sitio de la matanza de campesinos perpetrada en Eldorado dos Carajás hace diez años Foto: Reuters
Brasilia, 16 de abril. Diez años después de la matanza campesina de Eldorado dos Carajás, en el norte de Brasil, sólo dos comandantes de la policía militar, responsable del asesinato de 19 campesinos, han recibido condenas de las autoridades judiciales del estado de Pará, pero ninguno de ellos está en prisión y los 142 uniformados bajo su mando quedaron absueltos de todo cargo.
Decenas de sobrevivientes del ataque sufren también las secuelas. El 17 de abril de 1996, 69 campesinos del Movimiento de Trabajadores Rurales sin Tierra (MST) fueron también heridos con balas y desde entonces, muchos de ellos padecen dolores causados por proyectiles alojados ya sea en la cabeza, el cuello, el pecho o las piernas, indicó la Agencia de Noticias de Planalto.
En Pará, en otros estados del país y en la capital federal, Brasilia, el MST ha organizado varias actividades para conmemorar el hecho.
El más significativo de los actos de este domingo fue realizado en la madrugada, cuando unos tres mil integrantes de la organización campesina invadieron una hacienda que pertenece a la empresa Suzano Papel y Celulosa, en Teixeira de Freitas, estado de Bahía, según informó la versión en Internet del diario Folha.
El principal acto conmemorativo de este lunes se llevará a cabo en el sitio de la matanza y el MST espera que miles de campesinos acudan a la ceremonia. En la Cámara de Diputados de Brasil habrá un acto solemne y en varias ciudades se llevarán a cabo manifestaciones. En Sao Paulo, grupos de derechos humanos, sindicatos y comunidades eclesiales de base protestarán frente a oficinas del Poder Judicial.
Hace diez años el conflicto entre los campesinos y la policía militar comenzó cuando los uniformados intentaron abrir paso en la carretera PA-150, que comunica a la capital de Pará, Belem, con la zona sur del estado.
Alrededor de mil 500 personas habían obstruido el paso sobre el camino, a la altura de la localidad Eldorado dos Carajás, en protesta por el retraso en la delimitación de tierras susceptibles de ser repartidas a los trabajadores del campo.
Al frente de los dos pelotones formados por 142 militares estaban el coronel Mario Colares Pantoja y el mayor José María Pereira de Oliveira.
Localizada en la región amazónica de Brasil, con un área equivalente a 16 por ciento del territorio del país, Pará es el estado con la mayor cantidad de casos de violencia en el campo, según informes de la Comisión Pastoral de la Tierra de Brasil.
En los últimos 30 años, más de 700 trabajadores rurales fueron asesinados por conflictos derivados de la disputa de tierras, generalmente en manos de grandes terratenientes. Las autoridades, sin embargo, han investigado sólo 11 de los casos, incluido el asesinato de Eldorado dos Carajás.
Comandantes militares y miembros de los dos pelotones estuvieron involucrados en una serie de actos ilegales, premeditados, según un recuento histórico elaborado por la Agencia de Noticias Planalto, que puede consultarse en www.noticiasdoplanalto.net.
Los policías militares llegaron al punto del bloqueo sin insignias de identificación y, después de perpetrar la matanza retiraron los cuerpos de la escena del crimen.
Todos los esfuerzos de los elementos de seguridad estuvieron encaminados desde el principio a lograr la eliminación de "pruebas técnicas" sobre los responsables del delito, según relató a la agencia Planalto Carlos Guedes, uno de los abogados del MST involucrado en el caso judicial.
Con base en testimonios, Guedes asegura que en el encubrimiento de los hechos también estuvieron involucrados el gobierno de Pará y los aparatos de seguridad pública del estado y de la federación brasileña, ambos gobernados entonces por el Partido Socialdemócrata de Brasil (PSDB) del entonces presidente Fernando Henrique Cardoso.
En agosto de 1999, el juez estatal Roberto Valle tomó el asunto, pero en poco tiempo decidió absolver a Colares Pantoja y a Pereira de Oliveira, así como al capitán Raimundo José Almendra Lameira.
El Tribunal de Justicia de Pará decidió posteriormente anular ese juicio por sospecha de parcialidad del jurado, pero después la resolución del asunto se complicó más, cuando 17 de los 18 jueces de la jurisdicción de Belem se negaron a asumir el caso, con el alegato abierto de que tenían "simpatía" por los policías militares y aversión hacia el MST.
Un nuevo juicio fue abierto en junio de 2001 bajo la responsabilidad de la juez Eva do Amaral. Como resultado, el mayor Pereira Oliveira fue condenado a 154 años de prisión y el coronel Colares Pantoja recibió como castigo 228 años de cárcel.
Sin embargo, desde 2005, los dos comandantes fueron beneficiados por las autoridades judiciales de Pará con "sentencias en libertad" y los otros policías militares involucrados fueron absueltos.
"¿Justicia? ¿Para quién se hizo justicia? Quien murió está debajo de la tierra y la justicia pasa por encima de ellos", dijo Dalgisa Dias de Souza, testigo de los hechos en 1996.
Para los sobrevivientes de la matanza y el abogado Guedes, lo peor del caso es que los dos principales responsables de la matanza nunca fueron llevados al banquillo de los acusados: el gobernador Almir Gabriel y el secretario de Seguridad Pública, Paulo Sette Cámara.
Secuelas en sobrevivientes
Muchos de quienes resultaron heridos durante la agresión de los policías militares, tienen ahora que hacer viajes continuos a los hospitales para recibir tratamientos médicos por las balas que se alojaron en sus cuerpos. Algunos han quedado incapacitados.
"No puedo trabajar. Me duele el cuello", dijo Rubenita Justiniano da Silva, de 36 años, una de las sobrevivientes con una bala alojada en el cuerpo, que vive en la periferia de Belem.
"Fue terrible", afirmó la campesina al diario Folha. "No sé cómo describirlo. Después de que recibí el disparo, pude apoyarme en un compañero, pero no podía respirar, hasta que después de dos días me llevaron a Belem". Rubenita, como otros 75 sobrevivientes, han reunido sus testimonios en un libro que recientemente salió a la venta en Brasil para que la matanza de Eldorado dos Carajás no quede en el olvido. El texto se titula: Los sobrevivientes de la matanza: un caso de violación de los principios de dignidad de la persona.