LOS SIETE PECADOS CAPITALES: LA PEREZA
La fiaca, poderosa pasión entre una vastedad de sinónimos
Algunas empresas de EU y Gran Bretaña la aceptan como justificante para dejar de laborar
Woody Allen y Walt Disney han llevado al cine el tema de ''la madre de todos los vicios''
Ampliar la imagen Las mujeres de Amphissa, 1877, obra del artista holandés Lawrence Alma-Tadema (1836-1912)
Cuán profundo será el sentido de la pereza que hasta en sus definiciones parece dejar sentir el poder de su acción. El Diccionario de la Lengua Española, de la Real Academia, recoge de ella en sentido estricto sólo dos acepciones.
La primera se refiere a la ''negligencia, tedio o descuido en las cosas a que estamos obligados"; mientras la segunda la describe como ''flojedad, descuido o tardanza en las acciones o movimientos".
Sin embargo, en lo que no hay empacho y, por el contrario, sí abundancia, es en la vasta serie de sinónimos con los que está emparentado ése, el considerado por la filosofía, ''el más metafísico" de los siete pecados capitales.
Holgazanería, fiaca, tiricia, ocio, acidia, flojera, desidia, apatía, pigricia y güeva o güevonada, términos estos últimos coloquiales y de uso muy común y extendido en México, son algunos ejemplos de ellos.
Hasta dónde serán sus alcances que, desde hace más de un lustro, en algunas empresas estadunidenses e inglesas es ya un justificante válido para dejar de laborar, en vez de tener que mentir sobre enfermedades o accidentes o aludir al fallecimiento de algún familiar.
Prestación denominada, según informa el rotativo italiano La Repubblica, como: ''El día de la fiaca", que en los contratos de trabajo en Estados Unidos se estipula como un derecho a ser gozado durante cuatro días al año, a cambio de ser descontados de las vacaciones; y en los de Inglaterra contempla únicamente dos jornadas, aunque no se descuentan del periodo vacacional.
De Esopo a Hormiguitaz
Advierte la sabiduría popular que ''la pereza es la madre de todos los vicios", mientras que Samuel Beckett, escritor y dramaturgo irlandés, de quien el pasado jueves se cumplió el centenario de su natalicio, consideró que ''no existe pasión más poderosa que la de la pereza". Desde épocas ancestrales, filósofos, escritores y pintores reflexionan, hacen mofa o han buscado alertar sobre las repercusiones negativas que ésta pueda acarrear para la vida cotidiana.
Uno de los ejemplos más antiguos es el que describe Esopo en su conocida fábula de La cigarra y la hormiga, que versa sobre cómo esta última trabaja arduamente durante todo el año para tener provisiones en el invierno, mientras la otra, en tanto, holgazanea y se divierte, y cuando llegan los fríos, hallándose totalmente desprotegida y sin alimentos, se ve en la necesidad de recurrir al auxilio de tan trabajador insecto.
Son varias las versiones que se han realizado sobre esa historia a lo largo del tiempo. Algunas de las más recientes se han erigido entre los filmes de animación más taquilleros de la industria dirigida al público infantil: Hormiguitaz (Antz) y Bichos, de Dreamworks y Disney, respectivamente.
La industria creada por el llamado Mago de los sueños, Walt Disney, explotó asimismo la imagen prototípica del holgazán- dormilón en su animación de Soñador, uno de los siete enanos que adoptaron a Blanca Nieves en lo que es ya un clásico del género.
Dentro de la pantalla grande también cabe recordar la hilarante cinta Sleeper (traducida al español con el título de El dormilón), rodada en 1973 por Woody Allen, en la que el genial director y actor encarna a Miles Monroe, el encargado de un restaurante macrobiótico que hibernó durante 200 años y que al despertar se encuentra con un mundo bastante diferente al de su época.
Es una realidad tiránica en la que el personaje interpretado por Allen se ve obligado a disfrazarse de robot doméstico y entrar al servicio de la poeta Luna, de la que se enamora; juntos se convierten en rebeldes contra el régimen.
Una forma diferente de abordar el pecado capital de la pereza, junto con los otros seis, es la que se plasmó en Seven, realizada en 1996 por David Fincher y estelarizada por Morgan Freeman, Brad Pitt y Kevin Spacey.
Dos detectives -uno a punto de jubilarse y otro novato- investigan una misteriosa serie de asesinatos que tienen como motivo los siete pecados capitales: gula, pereza, avaricia, soberbia, lujuria, envidia e ira.
Además de involucrarse en las pesquisas, los investigadores descubrirán que ellos también son víctimas de ese misterioso e inteligente asesino serial.
Las hipérboles de Gogol
Ya en terrenos de la literatura, el decimonónico escritor alemán Joseph Eichendorff (1788-1857) cantó las virtudes de la pereza en su obra en prosa Aus dem Leben eines Taugenichts (La vida de un vagabundo tunante, 1826) y el autor de Moby Dick, Herman Melville (1819-1891), hace el retrato del que podría ser el perfecto perezoso en Bartleby, el escribiente, que versa sobre un tipo abúlico cuya frase favorita es: ''Preferiría no hacerlo..."
Figura que destaca por su ''mesiánica apelación a la mejora de la condición moral de su pueblo", es el escritor y dramaturgo ruso Nikolai Vasilievich Gogol (1809-1852), quien expresó el sentido de su misión mediante un tipo de cómicas y extrañas hipérboles, según la enciclopedia Encarta.
El modo grotesco y detallado en que describió la pereza, la corrupción y la miseria moral de sus compatriotas alcanzó la máxima expresión en su relato El capote (1842) y en la obra teatral El inspector (1836).
La abeja haragana
Asimismo, el escritor uruguayo Horacio Quiroga (1878-1937) es autor del cuento La abeja haragana, en el que describe las vicisitudes de quien no quería trabajar, pero sí vivir a expensas de sus semejantes.
Una óptica ligera sobre el divino placer de la holgazanería -echar la güeva, dicho coloquialmente- puede encontrarse en el libro Pereza, de Wendy Wasserstein, publicado dentro de la serie Los siete pecados capitales, de la editorial Paidós.
Se trata de una divertida parodia de los libros de autoayuda, según se le describe, en el que la autora sostiene un apasionado alegato en favor de hacer absolutamente nada y llegar a ser el perezoso perfecto.
Benjamín Franklin (1706-1790) sostenía que ''la pereza viaja tan despacio que la pobreza no tarda en alcanzarla", en tanto que Pitágoras consideraba que la ignorante cuna de ella germina toda preocupación.
De ello se habla sesgadamente en la ópera Los siete pecados capitales, la última colaboración entre Kurt Weill (1900-1950) y Bertolt Brech (1898-1956), estrenada en 1933; y también se le alude directamente en un divertido tango de Eladia Blázquez, intitulado La fiaca.
''La fiaca no es pereza, no es descanso,/ es una sutileza de algo más./ Un melange de todo a nuestro modo,/ un rasgo del folclore nacional/. La fiaca es una filosofía de la antigana/ de no hacer, del no querer,/ la diosa del desgano y de la cama/ y la madam de la comodité..."
Ante la pereza, diligencia, según reza la virtud, aunque bien podría seguirse el consejo que nos legó el escritor alemán Gotthold Ephrain Lessing (1729-1781): ''Seamos perezosos en todo, excepto en amar y beber, excepto en ser perezosos".