Usted está aquí: sábado 15 de abril de 2006 Política DESFILADERO

DESFILADERO

Jaime Avilés

¿Quién es el señor López?

Estrenan video que documenta el fenómeno social de la pejemanía

Para contrarrestarlo, el PAN consulta a expertos en riñas callejeras

Al descalificar a Poniatowska, Calderón insultó a todas las mujeres

Ampliar la imagen La pejemanía, en la recta final por la Presidencia FOTOCarlosRamosMamahua

H ará más o menos 10 años, el actor Daniel Jiménez Cacho organizó una cena en su departamento de la colonia Condesa, a la que asistieron tres reporteros que en esos momentos cubríamos la rebelión zapatista en Chiapas y el cineasta Luis Mandoki. El realizador mexicano emigrado a Hollywood por falta de apoyo y oportunidades de trabajo en su propio país, quería acercarse, mediante nuestros testimonios, al espíritu del alzamiento para ver si encontraba la fórmula narrativa que le permitiera rodar una película sobre el EZLN y el México de los 90.

Aquella noche Mandoki se hizo acompañar de un guionista estadunidense que no hablaba español ni logró comunicar su entusiasmo por el proyecto, si acaso lo tenía. En una de las tantas rondas de intervenciones, aproveché para recordar que el actor chicano Edward James Olmos, después de entrevistarse con el vocero de los insurgentes en La Realidad, había salido y dicho a los periodistas: "Para que Hollywood haga una película sobre Marcos, lo primero que se necesita es que Marcos se muera. Yo no quiero una película sobre Marcos."

En la casa de Jiménez Cacho, de acuerdo con la opinión de Mandoki, su guionista y los tres reporteros deponentes, la dificultad principal que enfrentaría cualquier tentativa de guión sobre la insurrección del 1º de enero de 1994 era que la historia no estaba terminada ni mucho menos. Y recuerdo que al final del encuentro, con algunos tragos encima y en franco estado de animadversión hacia el guionista estadunidense, dije que ésa, la de escribir películas para Hollywood, debía de ser una tarea muy ingrata. "Nada más hay que ver cómo acabó el pobre Scott Fitzgerald", añadí venenosamente, a lo que el guionista respondió muy molesto: "A Scott no lo mató Hollywood sino la bebida."

Luis Mandoki regresó a California sin una película sobre el EZLN, y varios años después filmó y logró estrenar, con relativo éxito de taquilla y crítica, una cinta sobre los horrores de la guerra civil en El Salvador, contada desde el punto de vista de los niños campesinos. Ahora, fiel a su interés por la realidad mexicana, el cineasta presentará al público el martes próximo una colección de videos sobre el fenómeno social en que se ha transformado la campaña electoral de Andrés Manuel López Obrador.

Confieso que no he visto una sola imagen de ¿Quién es el señor López?, como se llama el trabajo de Mandoki, pero conservo en la memoria reciente algunos episodios registrados por las crónicas de este diario que se suscitaron desde los inicios de la gira. Entre ellos resalto, en particular, el caso de una mujer en Ixmiquilpan, corazón de la región del Mezquital, que se acercó al candidato de la coalición Por el Bien de Todos sosteniendo una urna que atesoraba las cenizas de su padre. Y le dijo: "El lo estaba esperando con mucha esperanza para verlo, pero su cuerpo ya no aguantó; por eso lo traje al mitin aunque sea de esta forma."

Recuerdo también el caso de no pocas personas en el estado de México, aferradas a las vallas ante las cuales pasaba el Peje, que lo abrazaron bañadas en lágrimas y diciéndole que se estaban muriendo de hambre. O para qué evocar ya las reiterativas chachalacas que en diversos estados del país la gente le ha regalado en jaulas, celebrando la certera comparación de Vicente Fox con ese pájaro estentóreo, o la reciente manifestación de apoyo al futbolista Cuauhtémoc Blanco, en la que (muy pocos) seguidores del pateador de balones y mujeres llamaron "chachalaca" al director técnico de la selección nacional, Ricardo La Volpe, por no incluir al ex novio de Galilea Montijo en el cuadro que nos representará en Alemania, o la audacia del señor que hace apenas unos días huyó del hospital geriátrico donde estaba internado para pedirle a López Obrador que le consiguiera una casita.

No he visto, reitero, ¿Quién es el señor López?, que Luis Mandoki estrenará el martes en el teatro Metropólitan de la ciudad de México, pero me siento en condiciones de asegurar que el estado de ánimo de las masas provocado por la candidatura presidencial de López Obrador es algo que no han conseguido, ni de lejos, Roberto Madrazo y Felipe Calderón. Una fotógrafa amiga me ha contado que, más de una vez, Madrazo ha recibido pataditas subrepticias de la gente a la que saluda cuando se mete entre las multitudes alquiladas en los pueblos por el PRI, mientras de Calderón no se dice ni siquiera eso, pues como parafrasea el refrán: "el que es mediocre donde quiera pasa desapercibido".

Esa cosa llamada mujer

A Elena Poniatowska, relató hace dos días una articulista en El Universal, un partidario de Calderón la llamó por teléfono y le dijo: "Vamos por ti, puta". En la contratapa de uno de los pasquines más decadentes que circulan en el Distrito Federal por las tardes, un vetusto energúmeno aseguró que Poniatowska pertenece al grupo de los "intelectuales mamilas que publican más libros de los que venden", y añadió que si "la ñora se metió entre las patas de los caballos, que se aguante". Lo increíble fue que una hora más tarde esa pavorosa demostración de brutalidad fue circulada en Internet por el grupúsculo de jóvenes yunquistas que apoyan a Calderón en la red. ¡Esa sí que es altura!

A Manuel Espino, el presidente fascista del PAN, quien dijo que Poniatowska es "una pobre señora" que le da "pena", sólo le falta ponerse las botas federicas y el brazalete con la cruz gamada para salir a la calle como el nazi que es. Su "pensamiento" político quedó nítidamente reflejado cuando, entrevistado por Claudia Herrera Beltrán, reveló: "Especialistas en pleitos callejeros dicen que cuando el peleador que va ganando se mete al terreno del que iba perdiendo hay señal de que ya te ganó la corona" (?).

De acuerdo con estas palabras, hasta ahora no desmentidas, Espino consulta a "especialistas en pleitos callejeros" para llevar a Calderón a la Presidencia de la República y, fiel a los consejos que de éstos recibe seguirá, como anunció en la citada entrevista, dándole "carambazos" a López Obrador "para que no se vuelva a poner tan gallón". En otras palabras, al candidato de la inmensa mayoría del pueblo los del PAN lo van a derrotar, si la traducción de los eufemismos de Espino es correcta, a "chingadazo limpio". En consecuencia exclamemos de nuevo: ¡esa sí que es altura!

Para no quedarse atrás, Calderón descalificó el mensaje de la autora de La noche de Tlatelolco con este lugar común que lo pinta de cuerpo entero: "Que (López Obrador) no se esconda tras las faldas de la Poniatowska". Y semejante exhibición de brutalidad sin duda habrá sido aplaudida, y acompañada de las carcajadas cómplices de un coro de machos integrado por Espino, Fox, Abascal, Creel, Döring y Fernández de Cevallos, para quienes las mujeres, ya se sabe, son inferiores porque carecen de pene, un defecto que les atrofia el cerebro y las descalifica para intervenir en actividades exclusivas de los hombres, tales como violar, asesinar y descuartizar muchachas en las maquiladoras, proteger a los autores de esos crímenes, abusar sexualmente de niñas menores de edad y encogerse de hombros diciendo "y yo por qué" cuando la sociedad exige que las autoridades reaccionen frente a esas atrocidades.

"Cuidenme porque me pueden matar", decía Vicente Fox cuando era candidato hace un sexenio y su habilidoso manejo publicitario estaba enfocado sobre la cultura machista del país. Haciéndose pasar por "valiente", "justiciero" y "dispuesto a morir" por el bien del pueblo obtuvo el voto de los más pobres y los más ignorantes tan sólo para defraudarlos y hacer un gobierno esquizofrénico, irresponsable y calamitoso.

Hoy, con su lenguaje de pelea callejera, sus desplantes patanescos -"¿no tienes lana para seguir estudiando?, vota por mí y yo te pago la escuela"-, sus mentiras sobre el endeudamiento del Distrito Federal -"cada familia debe 23 mil pesos"-, sus delirios sobre las inexistentes reformas legales realizadas por Hugo Chávez -"en Venezuela los médicos particulares ya no pueden cobrar por dar consulta"-, sus posturas retrógradas contra el condón, el aborto y la píldora, Calderón también está tratando de ganarse el apoyo de los machos, pero insultando a todas las mujeres inteligentes del país, que son abrumadoramente mayoritarias y votarán airadamente contra él porque nunca podrán perdonarle el haberse referido a Elena Poniatowska en los términos misóginos y despreciables en que lo hizo.

A la recta final

Pasado mañana terminan las vacaciones. La elección del 2 de julio está decidida por la mayoría del electorado. El próximo presidente de la República se apellida López Obrador. Su victoria es ya un hecho social pero necesita adquirir la legitimidad jurídica de las urnas. Después de intentarlo absolutamente todo para impedir que llegara a las boletas, al salinismo no le resta sino el recurso del fraude. Cada día es mayor el número de personas que cobra conciencia de ello.

Vendrán nuevos espots cargados de odio y sedientos de sangre, la televisión cumplirá su papel, el Instituto Federal Electoral (FELIFE) permanecerá con los ojos cerrados cuando el PAN aseste los "carambazos" prometidos por Espino, Madrazo continuará comprando credenciales y votantes a granel, pero el 2 de julio habrá millones de boletas cruzadas sobre el nombre de López Obrador, en una cantidad que no será superada por ninguno de sus contendientes.

Para ello hay que salir a las calles desde ahora, a construir con los vecinos las redes de barrio que preparen la defensa de la soberana voluntad popular. Contra los fascistas, contra los misóginos y contra los rateros, el pueblo estará organizado para responder a lo que sus verdugos manden y gusten. Ofrecer de puerta en puerta el video de Luis Mandoki puede ser una agradable manera de sumar fuerzas.

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