Pablo Vargaslugo en la OMR
Este artista plástico, quien muestra obra reciente hasta mediados de abril, en la galería OMR, se puso muy musical esta vez debido, quizá, a que trabajó sus piezas en la proximidad del Año Mozart, pues la mayoría de creaciones que presenta son partituras montadas en soportes grandes, las notas obedecen a su consabida pericia y bienhechura en el dibujo, a su elegante sentido del color y al arte del collage adherido a las hojas de papel pautado a partir de sus propias formas, cuidadosamente dibujadas, coloreadas y recortadas, de modo tal que se podría decir que el dibujo aquí adquiere su dimensión correcta recortándolo.
La muestra, en el recinto de Plaza Río de Janeiro 54, colonia Roma, se titula Ostinato & Cantabile, debido probablemente a la obstinación que puso en la realización de sus partituras, con la esperanza de que alguna vez sean virtualmente cantadas o tocadas por los espectadores, cosa que tal vez bien pudiera hacer Juan Arturo Brennan, por ejemplo.
Claro que también a los legos les es posible asociar el Ostinato con algunas composiciones musicales, el primer movimiento de la Quinta de Beethoven, o la Marcha fúnebre de Chopin, asociando los conglomerados de formas rocosas a estos sonidos que, por conocidos, se recuerdan con facilidad.
El primero de sus cuadros consiste en 21 hojas de papel pautado y va en sentido vertical. Los demás son apaisados y parecen asumir la estructura de las sonatas, en tanto ofrecen tres movimientos, con sus ligaduras, que sugieren la posibilidad de ser fraseadas con los ojos dentro de la misma intención melódica.
Son muchos los artistas que a lo largo del tiempo han procurado la realización de la analogía entre dos artes, una temporal (excepto si se la lee en las partituras) y otra fija, que es la propia de la pintura, el dibujo, etcétera, a la que es posible volver una y otra vez, igual que a las partituras. Esta opción es la dosis conceptual que Vargaslugo manejó en las composiciones que comento.
En el tablero que da cuenta de la exposición, se lee que las notas han sido expulsadas del papel, ahora ocupado por un sinfín de rocas de diferentes dimensiones; son dibujos de rocas algunas veces minúsculas y otras de dimensiones discretas a modo de que quepan, como arpegios, acordes, notas sueltas, en el papel pautado. El color da el matiz a las composiciones: hay matices tenues o cargados y graves. Hay tonos dominantes y tonos menores, eso además de la rememoración que puede producir el movimiento virtual de esas rocas dando cabida a scherzos, andantes o prestísimos, como también la puntuación que formula modos de pasar de un tono a otro a intervalos.
Esta es la parte musical de la muestra, pero hay otra, referida, hasta donde entendí a la cuestión ptolemaica de las manchas solares o al movimiento aristotélico de las esferas celestes (también analogía musical). La pieza con la que abre la exposición, me pareció algo burda. Son dos banquetas circulares de cemento, una pequeña sobre otra mucho mayor, que pueden accionarse como se acciona un volantín y uno se puede trepar a ellas, corriendo peligro de acabar en el suelo.
Se trata de una pieza ''solar" en contraposición a otra: un prisma vertical porcelanizado, de unos tres metros de alto, de base cuadrangular, que aloja en su parte superior una secadora de ropa, cosa que el espectador ve por medio de un ojo circular enmarcado de aluminio.
Esta pieza es ''lunar" y está en continuo movimiento gracias al motor inserto en las entrañas del prisma. La ropa tiene tonos neutros.
Casi paso por alto el guiño humorístico implícito en Bonampak News; la omisión no tuvo lugar gracias a que la directora de la galería, acompañada de la curadora Miriam Kaiser, me hizo ver unos cinco pliegos de periódico simulando estar aventados al final del corredor. La verdad, creí que eran parte de un empaque y que alguien vendría a recogerlos. Pero se trata de unos pliegos que imitan papel periódico, si bien al acercarme y tocarlos (cosa permitida) me percaté de que estaban solidificados como si fueran de cerámica -aunque pueden semiplegarse- e impresos no con caracteres latinos, sino dibujados con sellos o glifos prehispánicos.
El sentido, no radicalmente distinto a propuestas llevadas a cabo por Franco Aceves, indica que esos documentos están esperando o esperaron ya, por centurias, una posible interpretación. La pieza más atractiva es un ''vitral". Es decir, un objeto transparente, pero con espesor, iluminado por detrás, en forma de flor o de cerebro, firmemente surcado por sus emplomados ficticios.
El fue uno de los artistas conceptuales convocado por Manuel Marín para participar en su proyecto Metamorfosis (sobre las metamorfosis de Ovidio) exhibido en dos locaciones europeas y en el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca.
Nacido en 1968 y egresado de la Escuela Nacional de Artes Plásticas, Pablo Vargaslugo cuenta con 15 muestras individuales (incluyendo esta), varias de las cuales han sido presentadas en Estados Unidos y en Europa.