Cómo perder la ventaja
Sólo errores graves en la conducción de la campaña de López Obrador harían que el lo-pezobradorismo perdiera su ventaja de más de 10 millones de electores frente a Felipe Calderón y Roberto Madrazo.
La ventaja, sostenida a lo largo de los dos últimos años por el candidato de la coalición Por el Bien de Todos, ha sido puesta en riesgo por sus conductores a partir de que esa delantera no ha sido utilizada hasta hoy para hablar al país y consolidar una mayoría en torno al futuro con propuestas alternativas al modelo neoliberal y un ejercicio conceptual y discursivo diferente a lo que los mexicanos hemos padecido a lo largo del régimen priísta y del sexenio foxista.
Da la impresión de que el lopezobradorismo no puede con su propia ventaja y recurre a mantenerse en la confrontación, como si estuviese en las mismas condiciones de hace un año, en que se produjo el de-safuero, que le dieron gran ventaja. Esa circunstancia la han hecho regla táctica y estratégica.
Hoy, en un escenario previsible, dado que ya se veía que la oligarquía utilizaría medios y encuestas para reducir y revertir esa ventaja, el lopezobradorismo cae en la trampa y usa los medios no para desprenderse de la presión de Calderón y Madrazo, sino para enredarse con ellos en una lucha de espots y acusaciones mutuas.
La fuerza del lopezobradorismo en campaña no parece ser "cumplir es nuestra fuerza", sino que se basa en la poca inteligencia de Vicente Fox, quien se ha metido abiertamente en la elección, desesperado ante la pésima campaña de Calderón. Era de esperarse que el poder oligárquico respondiera con calumnias ante un eventual triunfo de López Obrador.
Recordemos que en 1988 el clima que precedió a los asesinatos de Ovando y Gil estaba peor: horas antes de la elección del 6 de julio por todas partes apareció propaganda apócrifa del PPS, supuestamente en apoyo de Cuauhtémoc Cárdenas.
Manuel Camacho y muchos de quienes conducen la campaña de López Obrador podrían ilustrar sobre este tipo de escenarios de guerra sucia contra la oposición cuando lleva ventaja.
Un espot como el de Elena Poniatowska, quien se refiere directamente al PAN (el adversario más cercano en la contienda), nos lleva a una reflexión: si alguien con la obra e historia de Elena en lo que sería la representación de la izquierda en la campaña lopezobradorista es puesta a enfrentar a la derecha, ¿por qué el desprecio de López Obrador hacia la izquierda a la hora de integrar su equipo y a los candidatos con los cuales gobernará desde el Poder Legislativo? ¿Por qué no unos espots contra Madrazo y Calderón usando el prestigio de Arturo Núñez, Manuel Camacho, Alfonso Durazo, Guadarrama, Víctor Anchondo o del que persiguieron con un ataúd en Sinaloa?
A la hora de las confrontaciones éticas, ahí sí: la izquierda, pero mientras el priísmo de Madrazo, como el que se ha volcado en el PRD, parece al acecho de cachar votos y para regresar, ya sea por la vía del PRI o de la coalición lopezobradorista.
Se pierde ventaja cuando el que va adelante no se ocupa de su propia fuerza ni de la pista y se ocupa de los adversarios que ya dejó atrás. ¿Cuáles son las posibilidades de perder luego de haber llevado una ventaja de varios años en las encuestas?
Para la calumnia y los golpes sí hay libertad en los medios de comunicación electrónicos. Es el triunfo de la oligarquía: desprestigiar la política llevando las campañas a nivel de nota roja, desatando una espiral de ataques directos, consumiendo tiempo-medios no para aclarar al país hacia dónde conducen, sino en la competencia que busca demostrar quién es peor.
La tónica de los espots panistas es del tamaño de la inteligencia y las obsesiones de los empresarios regiomontanos, expertos en linchar, como hicieron en 1968, cuando exigían muerte y desaparición de la guerrilla y los guerrilleros, o en 1988 contra el ascenso del movimiento social y democrático en defensa de la soberanía del país.
Hay contención cuando se pega una y otra vez al voto duro y se llenan con personajes del viejo régimen las listas de candidatos que serán los próximos gobernantes y legisladores, y también cuando los compromisos de gobierno se convierten en mensajes claros y fuertes para los sectores oligárquicos, a quienes se les ha anunciado que sus intereses serán preservados (puntos 42, 43, 44 y 45 de los 50 Compromisos), así como asegura la continuidad de la política económica neoliberal.
Se pierde ventaja cuando se va a un escenario de batalla que aleja de las urnas a los ciudadanos.
Cuando la izquierda existía como propuesta electoral, su fuerza era el debate de ideas, el proyecto de país. Una y otra vez se exigía en todas las tribunas políticas, periodísticas, legislativas y culturales el debate y el razonamiento.
Lo peor para perder la delantera es transmitir que ya se buscan culpables de lo que son errores propios, pues ello no construye la certidumbre ni el triunfo, sino sólo derrotas.