Usted está aquí: lunes 10 de abril de 2006 Deportes Protagonizan toreros tlaxcaltecas vibrante homenaje a Jorge El Ranchero Aguilar

En la plaza que lleva su nombre y "a los 25 años de su nacimiento a la inmortalidad"

Protagonizan toreros tlaxcaltecas vibrante homenaje a Jorge El Ranchero Aguilar

Reveladora exposición, coloquio, una placa e interesantes videos completan los festejos

LEONARDO PAEZ

Ampliar la imagen El inolvidable Jorge El Ranchero Aguilar, inmortalizado en una tinta del maestro Pancho Flores Foto: Colección particular de la familia Aguilar

Después de muertos, los toreros con sello siguen sumando victorias, conmoviendo corazones y añadiendo seguidores, en tanto que en el inconsciente colectivo su trayectoria se agiganta. Tal es el caso del inolvidable Jorge El Ranchero Aguilar, que hace un cuarto de siglo cayera fulminado por un infarto en la plaza de tienta de la ganadería de Coaxamaluca, toreando por naturales a una becerra.

Tan privilegiada muerte -irse de este planeta mientras hacía lo que más disfrutaba en la vida: torear- poco antes de cumplir 54 años, fue la culminación de una existencia caracterizada por la serena autoestima, el carisma y el sello de su origen campirano, pues había nacido precisamente en la afamada ganadería de Piedras Negras, donde su padre tenía la tienda de la hacienda.

A iniciativa del Instituto Tlaxcalteca de Desarrollo Taurino, que dirige el ganadero Javier Yturbe; con el apoyo del gobernador del estado, Héctor Ortiz Ortiz, y del secretario de Turismo, Daniel Herrera Murga, así como con la colaboración del Instituto Tlaxcalteca de Cultura, del Colegio de Historia de Tlaxcala y del Museo de la Memoria, en la bella capital de ese estado, se realizó un variado e intenso homenaje póstumo al Ranchero.

El jueves 6 de abril fue inaugurada una reveladora exposición fotográfica, pictórica e iconográfica en el Museo de la Memoria, donde por su belleza destaca el óleo de un forzado de pecho de Jorge, debido al pincel del ganadero y matador en retiro Gonzalo Yturbe, así como un retrato del Ranchero en traje de faena, del maestro Reveles.

Pero quizá lo más interesante de esta breve y sustanciosa exposición-homenaje al diestro tlaxcalteca es comprobar que en los años 50 el país mantenía rumbo, autovaloración y dignidad ante el mundo. Los globalizonzos aún no irrumpían con su estrecha visión de globalidad -desaprovechar lo propio y privilegiar lo extranjero-; los toros de entonces, con menos kilos pero más cara, embestían codiciosos incluso en fotografía, y los coletas mexicanos superaban a diestros como Dominguín y Ordóñez, mientras que la Plaza México se llenaba varias veces en el año.

Por cierto, una de las fotos contradice la idea de que el muletazo del desdén fue inventado por Manolo Martínez, pues El Ranchero realizó esa suerte con Bogoteño, de La Laguna, en el 58. O las insólitas imágenes de Jorge saludando al líder indio Nehru en un festival taurino o regalándole su sombrero de charro al papa Juan Pablo II.

El viernes 7, en el bello Teatro Xicoténcatl, se efectuó un coloquio sobre la personalidad, tauromaquia y aportaciones del espigado torero y fueron exhibidas películas de algunas de sus inolvidables faenas.

Y el sábado 8, a las 12 horas, en la entrada principal del incopiable coso que lleva el nombre del homenajeado, el gobernador del estado develó una placa con un sobrerrelieve del Ranchero, obra del escultor y ganadero de Zacatepec Juan Pablo Muñoz ,y esta leyenda: "Porque el arte del toreo no es ligar pases sino someter el corazón de quien torea y del público a nuevas e inimaginadas emociones, la afición taurina de México recuerda al extraordinario matador Jorge El Ranchero Aguilar, a los 25 años de que nació a la inmortalidad".

Enseguida dio principio un festival taurino en el que fungió como alguacilillo Gabriel, nieto del torero de Piedras Negras, y se dieron un agarrón como pocas veces se ve los matadores tlaxcaltecas Gabino Aguilar, que con uno fuerte y con sentido de El Batán, su ganadería, salió como novillero a jugarse la piel alegremente. Raúl Ponce de León, emocionado, derrochó el sentimiento y la intensidad de sus grandes tardes.

Mario del Olmo, toreando mejor que nunca, si eso es posible, hizo llorar con su arte a los fresnos y a la torre del ex convento. Jerónimo brindó al cielo e inundó la plaza de tlaxcalidad torera y aromas intemporales. Lalo Azcué, el aficionado práctico más pundonoroso del mundo, impresionó por su quietud y verticalidad.

El joven ganadero Sergio Hernández Weber aguantó con torerismo las fuertes y descompuestas embestidas. El fino muletero Miguel Villanueva no tuvo tela de dónde cortar y Manolo García Méndez, mantuvo intacta la afición de siempre. Sucesión de artísticos o meritorios trasteos que vaya si honraron la memoria del Ranchero.

 
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