Entre niños, papás y abuelos, reunieron a más de 2,500
¡Qué Payasos! arma gran fiesta al presentar disco en el Cenart
Ayer, domingo, en pleno sol de mediodía, los excéntricos personajes de ¡Qué Payasos! armaron una gran fiesta en una plaza a reventar.
Las señoras movieron el cuerpo como viboritas; los bebés aplaudieron; los niños brincaron; el público esquivó golpes propinados en el escenario y que volaban por los aires; en un duelo que salpicó de sangre a las primeras filas, El Rapidín se enfrentó a El Larga Distancia; e inclusive se hizo el intento de entrar en contacto con Enrique Salinas de Gortari, desde el más allá.
Todo esto ocurrió en la Plaza de las Artes del Centro Nacional de las Artes (Cenart), durante la presentación del primer disco en vivo (una producción independiente) de ¡Qué Payasos!, este popularísimo conjunto que lleva 24 años haciendo un irreverente rocanrol, compuesto por Germán Quintero en la batería, Miguel Hernández Bribiesca en el bajo, Ewell Borrero en la guitarra, Laura López en los coros, Alejandro Villanueva en las percusiones y Nacho Mostacho y Beto Batuca en las voces.
En el público, todos parecían haberse quitado, al menos por un rato, la careta de seriedad y decencia, para hacer, también ellos, las payasadas que les vinieran en gana.
En este primer fin de semana de vacaciones escolares, la plaza se atiborró con 2 mil 533 personas, según el conteo oficial.
¡Qué Payasos! tocó viejas clásicas como El abuso perjudica la salud y El camarón, que sabe inglés y "que por vivir en el agua, pasa siempre de mojao".
También interpretaron nuevas rolas, como La muerte, "son huasteco electrificado: 'Ay, la la, ay lala/ a mí no me llevas muerte/ tan sólo la vida me puede matar'", y Butterfly, rap de un gusano y sus desafortunadas aventuras por la ciudad.
El público también participa en la función
Entre canción y canción, los niños, los padres, los abuelos, los chavos, en fin, todos los presentes participaron en los sketches de Beto Batuca y Nacho Mostacho, fundadores de la agrupación: "A ver señoras, hagan como viboritas, que ningún trabajo les va a costar"; "señor, el balazo, que diga el golpe, va a ir volando por los aires y le va a tumbar el sombrero"; "que la sangre salga volando y le caiga a esa vieja que me cayó gorda", dicen, mientras rocía al público de agua.
Al final, anunciaron que el disco ("es redondo, con un agujerito en medio y aplastado") estaba a la venta, "a 500 dólares"; "tenemos un disco en vivo porque muertos no íbamos a tener", y es "el cuarto porque lo quisimos hacer antes del quinto".
"Gracias", se despiden, "cuiden a sus viejos; se pueden ir en paz, la misa ha terminado".
Y el público siguió pidiendo más, pero, como dijeron los muy payasos, "¿qué, acaso creen que somos sus mariachis?" "¡Sí!", exclama el público.