La doctora insistía en que se le diera mantenimiento al equipo a su cargo
El cese de jefa de terapia respiratoria, otra anomalía en el hospital infantil
Ampliar la imagen Instalaciones del Hospital Infantil de México Federico Gómez Foto: Guillermo Sologuren
Durante varios meses, la jefa de terapia respiratoria del Hospital Infantil de México Federico Gómez solicitó a las autoridades dar mantenimiento y reacondicionar la red de gases medicinales. No obtuvo respuesta hasta que un día, en el área de urgencias, un equipo de nebulización se desprendió de la pared y cayó sobre la cabeza de un paciente. Esto fue lo último que vio la doctora Olga Verónica Flores Sánchez, antes de que la despidieran el 30 de septiembre de 2005.
Ya antes había informado y comprobado que por las tuberías de oxígeno y aire también circulaban partículas de carbón, las cuales ya estaban ocasionando la descompostura de los ventiladores del hospital y en un momento dado también podrían afectar la salud de los enfermos. Así ocurrió en agosto de 2005, en el área de terapia médica, donde uno de estos equipos de soporte de vida se detuvo y el paciente que en ese momento necesitaba de ayuda para respirar, dejó de recibirla. La doctora Flores Sánchez cambió el ventilador y a los pocos minutos también se detuvo.
Las denuncias de empleados y ex trabajadores del Hospital Infantil de México siguen llegando, sin que hasta ahora la Secretaría de Salud responda a las peticiones de información que se le han planteado.
De hecho, el viernes pasado, el director del nosocomio, José Ignacio Santos Preciado, canceló una entrevista que él mismo había agendado con este diario.
En cambio, en el hospital y por instrucciones del director, los jefes de servicio se han dado a la tarea de recabar firmas de apoyo a la gestión de Santos Preciado. Algunos de los empleados comentaron que ni siquiera se les ha permitido leer el texto que son forzados a suscribir.
Por lo menos cada año se debería dar mantenimiento a la red de gases del hospital. Así se hacía hasta antes de la llegada de Santos Preciado, quien no obstante que a su llegada, en enero de 2004, solicitó a los jefes de servicio información sobre sus actividades y los asuntos pendientes, omitió responder a las necesidades de la terapia respiratoria a cargo de Flores Sánchez.
El servicio de mantenimiento a la red de gases es indispensable. Fue hasta octubre de 2004, 10 meses después de haber asumido la dirección del hospital, cuando Santos Preciado le informó a la jefa de terapia respiratoria que se efectuaría la licitación para contratar los servicios de mantenimiento de la red de gases. El proceso, con número HIMFG-MT-I3-03/04-04, se realizó pero las autoridades declararon desierto el concurso.
Los equipos mecánicos de ventilación son indispensables en el hospital infantil para auxiliar a los pacientes que han sido sometidos a un trasplante, a una neurocirugía y a los bebés prematuros con y sin patología adicional, entre otros.
A decir de expertos en el manejo de esta infraestructura, existen variedad de equipos que responden a las necesidades de cada paciente. Aparentemente, esto era desconocido para las autoridades del hospital, quienes asignaron a Héctor Carrillo López la coordinación de medicina crítica para que se hiciera cargo de supervisar en las áreas de urgencias, terapia intensiva médica, quirúrgica, intermedia y neonatal, las necesidades y desperfectos de los equipos.
De acuerdo con el oficio 1200/220/04 del 18 de mayo de 2004, firmado por la directora médica, Vesta Richardson, la responsabilidad asignada a Carrillo López tenía la finalidad de evitar el desabasto y las pérdidas, así como "mantener el equipo médico en el mejor estado posible".
Ya con este nombramiento, Carrillo López asumió la negociación que, por instrucciones de Santos Preciado, el hospital había iniciado con la compañía Tyco Healthcare, filial de Mallinckrodt Medical SA de CV, con la cual se pretendía establecer un convenio de arrendamiento de los equipos de ventilación.
El proyecto no prosperó debido a que Sánchez Flores puso en evidencia las desventajas del contrato que ofrecía dicha empresa, la cual iba a cobrar 13 mil pesos diarios por cada ventilador y el hospital tendría que sufragar los gastos (12 mil pesos cada día) de los aditamentos necesarios para proporcionar el servicio.
Otra anomalía ocurrió entre agosto y noviembre de 2004, cuando la responsable de terapia respiratoria fue informada que el hospital recibiría un donativo de la fundación Gonzalo Río Arronte para la adquisición de material para esta área. Aunque Sánchez Flores presentó su propuesta de compra, ésta nunca se realizó y tampoco supo si el dinero donado se utilizó o no.
Lo anterior, sumado al interés del director del hospital por incrementar la productividad de los servicios, llevó a que se aumentara la capacidad de atención del área de urgencias. Se duplicó el número de camas en un espacio diseñado para albergar a 11 pacientes, por lo que se necesitaban nuevas conexiones de oxígeno y aire.
Fue en una de esas maniobras para lograr dos salidas de aire y oxígeno de una sola toma, que se cayó un frasco con agua para nebulización sobre la cabeza de un paciente. Un par de meses después, el contrato de Sánchez Flores fue rescindido por "pérdida de la confianza".