Sin respaldo de Chirac, el premier francés se enfrenta con el ministro del Interior
Se manifiestan al menos 3 millones contra el Contrato del Primer Empleo
Una de cada dos personas exige la renuncia de De Villepin, creador de la legislación: sondeo
Sarkozy, su rival en la nominación presidencial derechista, encabeza pláticas con los opositores
Ampliar la imagen Cientos de miles de trabajadores y estudiantes se manifiestan en París contra la ley impulsada por el gobierno Foto: Ap
París, 4 de abril. Al menos 3 millones de personas salieron hoy a las calles de Francia para exigir al gobierno que retire la ley del Contrato del Primer Empleo (CPE), promulgada el viernes por el presidente Jacques Chirac, quien en un revés para su primer ministro Dominique de Villepin ordenó que no se implemente hasta que se reformen los más polémicos puntos que han generado multitudinarias protestas desde febrero pasado.
Un sondeo de opinión de la empresa BVA reveló una polarización en torno al también conservador De Villepin. Cuarenta y cinco por ciento de los franceses opina que el primer ministro, que aspira a contender a la presidencia en 2007, debe renunciar, mientras 49 por ciento al frentede la jefatura de gobierno, pese a las protestas y huelgas.
En los últimos días, el gobierno dio por fin su brazo a torcer y Chirac, pese a haber promulgado la ley del CPE, que establece que los menores de 26 años pueden ser despedidos sin justificación en los dos primeros años, suspendió su aplicación y pidió que se elabore un texto más conciliador en unión con los actores sociales, y reducir un año el periodo en que un joven puede ser despedido, siempre que medie una justificación.
La decisión de Chirac, según observadores, provocó un absurdo de legal, pues el presidente dio el visto bueno a una ley que, al mismo tiempo, prohibió aplicarla.
Pese a que las pláticas están a punto de comenzar, los sindicatos, ignorados durante meses por el gobierno, desean la derogación de la medida, que según ellos aumentará la precariedad de los recién llegados al mercado de trabajo.
"La prioridad es salir de la crisis actual", reiteró hoy De Villepin, quien impulsó el CPE, con el argumento de que sería un arma para luchar contra el desempleo juvenil, que llega a 25 por ciento.
Al considerar el despido injustificado en los primeros años, según De Villepin las empresas estarán menos reticentes a contratar a jóvenes sin experiencia.
El jefe de gobierno es blanco de todas las críticas, ha perdido la confianza ciudadana y se ve aislado en el seno del gobierno, donde su rival para la candidatura presidencial de la oficialista Unión por un Movimiento Popular, el ministro del Interior Nicolas Sarkozy, ha manifestado su apoyo a las reivindicaciones de estudiantes y sindicatos, lo que lo ha reposicionado.
Según encuesta dada a conocer este martes, uno de cada dos franceses (45 por ciento) desea la dimisión del primer ministro, que sólo merece actualmente 28 por ciento de opiniones favorables, es decir, 14 puntos porcentuales menos que a finales de febrero.
Esta pérdida de popularidad es especialmente notoria dada la credibilidad de que alguna vez gozó De Villepin, quien en sus tiempos de canciller, en 2003, encabezó la oposición europea a la invasión de Irak, defendida por Estados Unidos y Gran Bretaña.
Cuando falta un año para las presidenciales, De Villepin, considerado por muchos el heredero político de Chirac, confió hoy en que las pláticas con los sindicatos puedan poner fin a las huelgas en universidades e institutos, que ya duran más de dos meses.
"Deseo que se abra realmente este diálogo para poder llegar a buenas soluciones", declaró el primer ministro, al que adversarios dan por políticamente muerto.
A diferencia de Villepin, Sarkozy ha mejorado su imagen ante la opinión pública tras su apoyo a los opositores al CPE, no obstante que el año pasado fue considerado responsable de la represión a jóvenes de los suburbios de París que durante semanas protagonizaron disturbios, a finales de 2005, los que estallaron tras la muerte de dos muchachos pobres que resultaron electrocutados en una torre generadora al huir de la policía, y que se extendieron a diversas ciudades. Sarkozy impuso el estado de emergencia en esa ocasión.
Según el diario británico The Independent, Sarkozy fue encargado por el gobierno para encabezar las pláticas con los líderes de la protesta, quienes por otro lado han rechazado llamados al diálogo de Chirac e insisten en que negociarán sólo la abolición del CPE, no sus posibles enmiendas.
Sarkozy ha afirmado que las pláticas se llevarán a cabo "sin precondiciones", empezando de cero. Fuentes oficiales insisten en que algo del CPE debe sobrevivir a la negociación, también según The Independent.
Como ocurrió en anteriores jornadas, la protesta en París terminó en choques entre grupos de agitadores ajenos a las reivindicaciones de sindicatos y estudiantes, que lanzaron piedras, adoquines y botellas a la policía, que respondió con gases lacrimógenos.
Un éxito, el paro: sindicatos
Para los sindicatos, la jornada fue un éxito, ya que "más de 3 millones" de personas participaron en más de 200 protestas organizadas en el país, según los cálculos de la Confederación General del Trabajo (CGT), la principal organización sindical francesa.
Las manifestaciones estuvieron acompañadas por huelgas que afectaron el servicio ferroviario, aéreo y el transporte público, pero en menor medida que en marzo.
Bernard Thibault, líder de la CGT, deseó que las manifestaciones del martes asesten un "golpe fatal" al CPE, que será renegociado entre gobierno y actores sociales a partir de este miércoles.
En París, 700 mil personas, según los sindicatos, participaron en una marcha que salió de la Plaza de la República y terminó en la Plaza Italia.
Unas nueve personas resultaron heridas en enfrentamientos y la policía anunció que había detenido a más de 200 durante la jornada en la capital, la mayoría al margen de la manifestación.
En total, unos 4 mil agentes se hicieron cargo de la seguridad de la protesta organizada en París, escenario de graves violencias y destrozos en anteriores marchas.
En Marsella (sureste), segunda ciudad de Francia, más de 250 mil personas salieron a las calles, cifra parecida a la del 28 de marzo.
En Nantes (oeste), 75 mil personas, según los sindicatos, recorrieron las calles. En Reims (este), congregó a entre 15 mil y 16 mil franceses, en Niza (sureste), entre 9 mil 500 y 25 mil.
La policía anunció que detuvo a 352 personas en París, la mayoría de forma preventiva, y hubo 107 detenidos más en Lille, Rennes y Lorient. Los heridos en la capital francesa sumaron 32, nueve de ellos uniformados.