Sociólogo estadunidense critica a su gobierno y sugiere administrar los flujos migratorios
"Los muros sólo retienen a los indocumentados dentro de EU"
La frontera con México "no está, ni nunca ha estado, fuera de control", afirma Douglas Massey
Ampliar la imagen One of the hundreds of demonstraters attending a rally outside the Federal Courthouse carries a sign showing his support for immigration reform Tuesday, April 4, 2006, in Louisville, Ky. (AP Photo/Ed Reinke) Foto: ED REINKE
Nueva York, 4 de abril. Estados Unidos creó "un círculo perverso" al incrementar el control fronterizo cuyo efecto fue sólo reducir el retorno de indocumentados a sus países de origen, lo cual eleva el número de la población indocumentada que permanece aquí, y eso genera presión para aumentar la militarización de la frontera como respuesta a una percepción equivocada de que hay una crisis de migración y caos en la frontera, argumenta el experto en migración Douglas Massey en un artículo publicado hoy en el New York Times.
"La frontera mexicana-estadunidense no está ahora, ni nunca ha estado, fuera de control. La tasa de migración indocumentada, ajustada por crecimiento de población en Estados Unidos no se ha incrementado en 20 años", afirma Massey, profesor de sociología en la Universidad Princeton, reconocido experto en migración y autor de Más allá de humo y espejos: la inmigración mexicana en la edad de integración económica. Señala que entre 1980 y 2004, la probabilidad anual de que un mexicano intente su primer viaje indocumentado a Estados Unidos se ha mantenido de uno en 100.
"Lo que ha cambiado -indica- son las localidades y la visibilidad de los cruces fronterizos. Y ese cambio, más que cualquier otra cosa, ha generado temores desmedidos en el público sobre olas de trabajadores mexicanos intentando inundar Estados Unidos". Hasta los años 90, señala, la mayoría de mexicanos indocumentados ingresaba por El Paso o por San Diego, pero esto cambió en 1992 cuando se construyó un muro de acero al sur de San Diego, y esa política de sellar partes de la frontera continuó, obligando a los migrantes a cruzar por otros lugares. En 1989, dos tercios de los indocumentados cruzaron por esos dos sitios fronterizos, pero para 2004, dos tercios cruzaron por otros lugares, como Arizona.
Las percepciones públicas de un creciente descontrol de la frontera fueron nutridas por noticias de muertes de inmigrantes que ahora cruzaban por lugares más remotos debido a la política de sellar los puntos tradicionales de ingreso, lo cual triplicó la tasa de mortalidad durante los cruces. Esa percepción aumentó la presión pública por medidas de seguridad, y eso llevó a una mayor militarización de la frontera, argumenta Massey en su artículo. Por eso, el número de agentes de la Patrulla Fronteriza se elevó de 2 mil 500 a principios de los años 80 a unos 12 mil hoy, y el presupuesto de esa corporación se elevó de 200 millones de dólares a 1.6 mil millones en ese periodo.
"La frontera entre México y Estados Unidos se ha convertido tal vez en la frontera más militarizada entre dos naciones en paz en el mundo", afirma. Sin embargo, señala que aunque eso ha tenido poco efecto sobre la inmigración, "sí redujo la probabilidad de que (los indocumentados) regresaran a sus países". Esa política de control fronterizo triplicó el costo promedio de cruzar la frontera ilegalmente, y como resultado muchos no deseaban o no podían asumir el costo de retornar si deseaban regresar aquí. Massey dice que sus investigaciones demuestran que a principios de los años 80, aproxima- damente la mitad de todos los mexicanos indocumentados regresaban a casa unos 12 meses después de cruzar, pero para 2000 sólo 25 por ciento lo intentaba.
Como resultado de estas políticas, dice Massey, "lo único que tenemos después de dos décadas de militarización fronteriza es una población indocumentada más grande que hubiéramos tenido de otra manera, un número creciente de mexicanos muriéndose al intentar cruzar, y una creciente carga tributaria para una aplicación de ley que es contraproducente".
Massey concluye: "Necesitamos una política migratoria que busque administrar los flujos transfronterizos de personas, que son inevitables en una economía global, no reprimirlos mediante acciones policiacas unilaterales".